Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 49: Partitura Musical y Deformidad

— Alguien los atrajo —. El tono de Adrian era afirmativo.

— Aunque desconozco los medios —, se mofó Ann, — creo que todos sabemos quién está detrás.

La cabra equipada que transportaba todas las cosas se estremeció detrás de Jesse, aunque éste intentó detenerla. El joven rubio acarició despreocupadamente la cara de la cabra. — No soy tan estúpido como para hacer este tipo de cosas solo después de unas palabras —. Besó la cara peluda de la cabra con mucha naturalidad. — Además, acabas de verlo. ¿Hice algo sospechoso? Si insistes en la razón... Bueno... Parece que alguien estaba experimentando con magia abismal hace un momento, y quizá los lobos se asustaron por el aura de un demonio.

Nemo se quedó en su sitio, un poco avergonzado. Acababa de lanzar un hechizo, pero ni él mismo conocía su efecto, así que no podía negar esa posibilidad.

— Pues lo siento. No hay pruebas —, dijo Ann con una sonrisa. — Nemo, no hagas tonterías. Ahora que Oliver está despierto, sigamos. Es sólo que...—, sacudió su lanza de caza hacia Jesse. — No eres bienvenido.

— Sr. Dylan, realmente no tenemos intención de viajar con usted —, dijo Oliver educadamente, pero mantuvo su tono distante. — ¿Pueden dejar de seguirnos?

— Queridos, ¿nos conocemos desde hace tan poco tiempo y ya estamos rompiendo? —. Dijo Jesse tristemente a la cabra llena, y luego miró lastimosamente a Oliver. — Bien, señor Ramon, ya que es usted tan poco amable conmigo... Bueno, ¿va a dejar de darle vueltas al asunto? Soy muy útil, ¿sabe? Si necesita una guía del amor...

— Adiós —. Oliver asintió con frialdad. De repente, a Nemo le entraron ganas de reír. Oliver acababa de mostrarse mucho más suave con los lobos cola de escorpión.

Jesse fingió estar triste y respiró con dificultad. Recogió la bolsa de tela y les lanzó un beso. — ¡Tengo la corazonada de que nos volveremos a ver pronto!

El loro gris y la cabra se demoraron y, de mala gana no querían que se fuera, pero al final no se quedaron con Jesse. El joven rubio no los siguió esta vez. Se sentó a la sombra de un árbol y empezó a comer tranquilamente esas extrañas frutas. La brillante cabellera rubia pronto desapareció de su vista.

La siguiente parte de su viaje perdió la incómoda tensión. Aunque nadie hablaba, se respiraba un ambiente agradable en el aire. Mientras las botas de Nemo golpeaban la grava unas cuantas veces, probablemente por razones psicológicas, sintió que incluso el camino era mucho más fácil de recorrer ahora. Oliver encontró una forma más adecuada de practicar el control de su fuerza. Unos cuantos carámbanos flotaban a su alrededor y, al pasar el viento, les daba un toque de frescor.

— Si la dirección es correcta, podremos verlo enseguida... ¡oh, eso es! —. Ann apartó la mirada del mapa que tenía en la mano. — ¡Esa taberna! Podemos teletransportarnos directamente desde ella al bosque cercano al próximo pueblo.

El dueño de la taberna tenía una buena visión para los negocios. Este lugar era realmente adecuado para el tránsito. Había muchos barriles de vino frente a la taberna, junto a ellos había un huerto bloqueado por una valla de madera. Las hojas de las verduras brillaban con un agradable color verde bajo el sol. Unas cuantas gallinas saltaban en el huerto, de vez en cuando se oían algunos ruidos fuertes procedentes del patio trasero. No era ni más ni menos que una pequeña granja.

Un hombre de mediana edad arrancaba malas hierbas en el huerto. Se secó el sudor de la cabeza y les sonrió amablemente. Ató hábilmente a la cabra a un lado del pequeño cobertizo de paja, e incluso el forraje estaba preparado de antemano.

Nemo se secó el sudor y se apresuró a entrar en la taberna como si estuviera huyendo.

El interior era mucho más fresco que el exterior. La decoración y el servicio eran adecuados. La mesa de madera era lisa y brillante, sin cortes extraños ni manchas negras de aceite grasiento. Incluso había estanterías al borde de cada mesa con unos cuantos libros y materiales para pasar el rato. Comparado con las tabernas de Hailam y Noer, este lugar tenía un reconfortante sabor hogareño.