Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 104: El Ateo

En ese momento, Nemo parecía haberse tragado un trozo de hielo afilado. Sus bordes y esquinas le arañaron el esófago, dejando tras de sí una temperatura gélida que desencadenó una serie de convulsiones incontrolables. Nemo sintió náuseas, pero se estabilizó y se obligó a seguir espiando.

Aún había una diferencia. Este demonio no luchaba tan dolorosamente como Pandorater. Permanecía inmóvil, y la sección transversal delimitada por la ley revelaba carne seca y podrida. Sin embargo, debido a que la ley no era una cosa que existiera en un sentido físico, el olor rancio se percibía sólo un poco y no era muy fuerte.

Excepto por un latido múltiple extremadamente débil, no era diferente a un cadáver.

Nemo pudo estimar la fuerza de este demonio y su vigor no era férreo. Como mucho era un poco más fuerte que Pandorater. Ahora parecía estar exhausto e incluso había dejado de respirar.

Ahora reconoció esta cosa.

Era un moribundo Leopardo Montés de las Pesadilla. Vivían en las capas superiores y medias del Abismo, donde la zona de caza era muy estrecha. Duermen la mayor parte del tiempo, por lo que pasan más tiempo de su vida en sueños que en la realidad. La fuerza de su raza pertenecía a una miserable categoría de demonios superiores, pero a estas criaturas perezosas y evasivas no les importaba. Las características raciales del leopardo montés de las pesadillas eran similares a las de Pandorater. No les gustaban las disputas y eran relativamente pacifistas en el Abismo.

Nemo exploró cuidadosamente su estado físico. La realidad frente a él agravó la sensación de frío en su estómago. No tenía remedio. Ni siquiera ahora podía salvarlo. Sus órganos se habían marchitado y la mayoría hacía tiempo que se habían perdido. Podía haberse salvado cientos de años antes, pero ahora la muerte había comenzado y no podía revertirse.

Continuaría sobreviviendo a este dolor aterrador durante décadas, y luego moriría por completo. Lo más probable es que este leopardo montés de las pesadillas fuera consciente de ello, ya que su conciencia no estaba en su noúmeno. Fue como...

Espera un minuto.

Si lo cambiara a sí mismo... Pensó el subconsciente de Nemo. Ya que tenía que soportar este tipo de tortura cuando estaba despierto, si él fuera el leopardo montés de las pesadillas, sólo había una mejor opción. Si no podía morir rápidamente, entonces separaría su conciencia del cuerpo y confiaría en fuerzas externas para hacer que la conciencia cayera en un sueño profundo.

—...Bagelmaurus. Vamos —, murmuró Nemo. Rezaba con cierta amargura, esperando que la realidad no fuera como había supuesto.

— ¿Qué? — El loro gris dejó de picotear las galletas. — ¿Irnos?

— Primero, tenemos que encontrar la forma de dejar ir esos sacrificios —. La voz de Nemo era un poco inestable. — Segundo... Parece que realmente necesito ir a las catacumbas.

— ¿De qué estás hablando? Estás soñando... uh, perdona. Como puedes ver, la matriz mágica en esta habitación es muy fuerte. Ni siquiera respondió a mi ataque en absoluto. Incluso si eres un completo...

— No —. Nemo levantó la mano con expresión solemne. — Todas las "imposibilidades" tienen un "límite" como prerrequisito.

Estiró sus delgados dedos y trazó unas líneas imaginarias en el aire. La ayuda de Oliver no fue necesaria esta vez, ya que el espacio vacío se abrió, revelando una grieta lo suficientemente grande como para que pasara una persona. Al otro lado de la grieta había una habitación sencilla, con todo tipo de escombros apilados sobre el armazón de madera pulcramente colocado.

— Primero robaré algo de ropa —. Nemo habló rápidamente. — La magia puede llamar su atención. Como no soy muy hábil, ¿puedes camuflarte con magia?