Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 138: Amor y Grilletes

El encargado de la zona de pruebas se sirvió un vaso de agua y se subió los lentes.

Las dos personas de la pantalla de luz empezaron por fin a luchar, y no podía decir lo que sentía en el corazón: no era ni simpatía ni culpabilidad por las dos personas del campo de batalla, sino más bien preocupación; preocupación porque Randy Panther estuviera perdiendo.

Randy Panther, el Zorro Gris de Sancho. Como asesino, sus habilidades de combate eran absolutamente de primera clase, pero a fin de cuentas, sus reservas de poder mágico no eran especialmente sobresalientes. Entre los materiales procesados por el Castillo Marchito, este asesino apenas se consideraba un producto de primera clase, ya que aún había una distancia considerable desde la cima.

Oliver Random era diferente. Después de que su poder se hubiera duplicado extrañamente varias veces, había alcanzado perfectamente el límite superior de las criaturas de la superficie...

Y era un verdadero genio de la lucha.

Cuando la magia de ambos lados estaba sellada y su propio estado estaba en malas condiciones, su ofensiva se hizo más feroz. La habilidad con la espada de Ramon ya no era regular, sino que era como una bestia que finalmente obedeciera a sus instintos de caza. Sus movimientos eran desenfrenados y extremadamente naturales y bellos.

Un guerrero nato.

Ahora entendía la expresión en la cara del encargado de la zona de combate después de solicitarlo. Era como si hubiera visto al enemigo que mató a su padre. Si la fuerza de voluntad de Ramon fuera un poco más frágil, nunca habría podido hacerse con un material tan perfecto.

Ahora era el momento crítico. El encargado con lentes tragó agua a pequeños sorbos. Si Ramon mataba al Zorro Gris de Sancho, lo trasladarían inmediatamente al cuartel móvil para entrenarlo y se le escaparía de la palma. Después de todo, una vez que una piedra obstinada se resquebrajaba, se volvía extremadamente fácil de superar. Esta era la especialidad del cuartel móvil. 300.000 no era caro en absoluto. Si Ramon realmente pudiera ser transferido, se convertiría en un excelente luchador de la muerte. Sin duda se convertiría en un arma rara que valdría miles.

Recientemente, Alban había sido un caos. Si los tipos de la zona de combate lo entrenaban y lo volvían a vender, alcanzarían un precio de 30 millones o incluso más.

...Idiotas miopes que no se atrevían a correr riesgos. El encargado volvió a subirse las lentes hasta el puente de la nariz.

La gente de la zona de combate sólo veía los beneficios de la estabilidad. Siempre les había faltado previsión. Sí, Oliver Ramon tenía un riesgo bastante alto de morir en el horno de sangre, igual que las 1.326 personas anteriores, pero también era la mejor muestra de la historia. Tenían dos opciones: elegir 30 millones de monedas de oro con un porcentaje de éxito del 100% o un tesoro de valor incalculable con un porcentaje de éxito del 1%.

Después de todo, nadie podía poner precio a un arma de destrucción de nivel divino.

El experimento del horno de sangre llevaba mucho tiempo en marcha, y ésta era la primera vez que tenía la oportunidad de embarcarse en este gran y noble camino de exploración. Sus predecesores seleccionaron cuidadosamente a miles de personas en su larga historia, pero ninguno había tenido éxito, mas nunca habían dudado de la corrección de este camino.

Después de todo, su base era clara. Toda vida en la superficie tenía un límite superior en su capacidad, un techo antinatural.

Para la gran mayoría de la vida, la vitalidad era perfectamente proporcional a la fuerza del poder mental y mágico, pero una vez que la magia superaba cierto límite, la tasa de crecimiento se aplanaba, acercándose infinitamente a un valor definido. Al principio, pensaron que se trataba del límite de la capacidad del cuerpo biológico para soportar la magia, pero cuando los límites de humanos y dragones eran exactamente los mismos, este asunto se volvió sutil: era como si algo hubiera añadido un simple y brutal techo de poder a todas las criaturas.