Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 196: El Remedio Costoso

En cuanto a la verdad que finalmente salió a la luz, fue Ann quien tuvo la reacción más intensa. La guerrera maldijo un improperio bastante desagradable y apretó la parte posterior de los dientes hasta hacerlos rechinar

Como uno de los protagonistas de la tragedia, los recuerdos de Medes parecían un frágil montón de carne podrida, Oliver trató de calmar su respiración. Una leve y triste blancura surgió de la planta de sus pies, devorando lentamente su cuerpo como un pantano frío.

—...Lo intentaré —, dijo Oliver mientras apretaba la mano de Nemo. — Señor Medes, necesito algo de tiempo para calmarme. Ann, puedes contarle al Sr. Medes la situación de Delia primero. Volveré más tarde.

La guerrera giró sus ojos tristes y agradecidos.

— Tienes la intención de continuar —, dijo en voz baja.

— No tengo intención de abandonar la misión —, dijo Oliver en voz baja. — El señor Medes se ha vuelto así, y creo que ya ha pagado un precio suficiente. El difunto emperador Sampson está muerto. Aunque asaltara el cementerio real y lo sacara, no cambiaría nada... Sólo necesito tiempo para digerirlo.

'Qué sencillo solíamos vivir', pensó Oliver entumecido.

Si la gente de la Iglesia Abismal no hubiera invocado a la medusa de ramas muertas en el pueblo Roadside, él y Nemo aún podrían seguir con su vida civil normal. Las mayores preocupaciones serían los clientes exigentes y los bolsillos vacíos. Incluso suspirarían por el mal tiempo, comprarían más pan y verduras después del trabajo y, finalmente, acabarían la jornada en una habitación familiar para pasar un día tranquilo y mundano.

Hasta que murieran.

Sí, así de puras eran las vidas corrientes de un bibliotecario y del hijo de un posadero.

Pero ahora Oliver nunca había sido tan claro acerca de cuánta sangre y oscuridad se ocultaban bajo aquella trivial y no merecedora vida.

A diferencia del Castillo Marchito, esta vez no había sido arrastrado hasta la mitad del camino al infierno, sino que había estado viviendo en un tierno sueño cuidadosamente construido desde su nacimiento.

Nunca pensó que su padre pudiera mostrar una expresión tan desesperada.

— ¿Quieres parar aquí? — Tirando suavemente de Nemo, los dos se apoyaron en el oscuro pasillo de la tumba mientras Oliver preguntaba en voz baja. — Uh, me refiero a la exploración del pasado... ¿Quieres parar, Nemo?

— Tal vez esto suene mucho a que me estoy defendiendo —, dijo Nemo, con la voz lo bastante baja como para ser inaudible mientras miraba fijamente las llamas sombrías que saltaban del candelabro del pasillo. — Yo... yo destruí al Soldadito de Plomo. Desde que conocí a tu padre hasta que murió Ulises, tengo todos esos recuerdos, pero Oliver, sigo sin entender por qué tu padre...

— Lo sé —, dijo Oliver con ternura, tocando suavemente el dorso de la mano de Nemo con las yemas de sus dedos. — Sé que no me lo ocultarás.

Nemo enterró la cara en su palma y respiró hondo.

Tiró del gentil amante que confiaba en él de todo corazón, a pesar de que poseía el poder de destruir el mundo. Si sólo se fijaba en esto, no debería haber ningún problema.

Pero Nemo tenía un sentimiento vago de que todo se deslizaba inevitablemente hacia la oscuridad.

Comprendió muy bien el significado de la pregunta de Oliver.

Después de mucho tiempo, el concepto de "huir" volvió a cruzar su mente: todos en Tumbleweed actuarían por separado. Excepto por aparecer cuando hicieran misiones necesarias, Oliver y él buscarían un pequeño lugar para vivir aislados. Sólo por una moneda de cobre dudaría unos días en si utilizarla para comprar pan o un libro nuevo.