Extraviados [Stray] - Parte 1

ARCO 3 EL ODIO DE DIOS - Capítulo 46: La Cola que No Se Puede Tirar

— Lo siento mucho, pero hemos tenido una emergencia repentina —, dijo Oliver con expresión sincera. — No teníamos forma de ponernos en contacto contigo, así que sólo podíamos irnos sin despedirnos.

Jesse Dylan levantó sus hermosas y afiladas cejas, agrandando sus ojos azules que eran como un lago helado. — ¿Ah, sí? —. Se cubrió el pecho con tristeza y dejó escapar un suspiro bien actuado. — Es una lástima. ¡Tenía la corazonada de que podríamos hablar! Por desgracia, Noer es realmente un lugar desgarrador, así que sólo puedo despedirme de ustedes aquí-

Mientras hablaba, abrió despreocupadamente la lista de misiones de Insignia Negra y firmó una sin siquiera mirarla. Oliver aprovechó esta oportunidad para introducir rápidamente las coordenadas en el tablero de operaciones de la matriz de teletransporte y lanzó una página dorada con cierta angustia. El rayo de vigilancia les pasó por la cara y se quedó en la placa negra durante un instante antes de que, al segundo siguiente, los mareos y golpes propios de la matriz de teletransporte se apoderaran de ellos.

La ciudad Vincent era muy remota, por lo que la gran red de teletransporte sólo podía enviarlos a la ciudad media más cercana. Esta vez, la distancia de teletransporte era extremadamente larga. Tras el destello de luz, sólo Ann y Adrian seguían en pie. El propio Nemo tenía un terrible dolor de cabeza y, con semejante sacudida, yacía en el suelo inexpresivo mientras empezaba a dudar de si su cabeza seguía conectada a su cuello. El loro gris luchó por quitarse la túnica, dio unos pasos en falso y sacudió la cabeza desesperadamente.

Oliver se tapó la boca y se apoyó en la pared con una mano, tenía una cara de estar librando una agobiante batalla contra las náuseas.

El guardia en turno los miró divertido, pero cuando vio las cabezas de serpiente en sus insignias negras, se irguió y apoyó la mano en la empuñadura de su espada.

— De todos modos, nos hemos librado de él —. Ann no tenía muchas ganas de ocuparse de los dos chicos inexpertos en apuros, así que se volvió hacia Adrian. — ¿Recuerdo que aquí en Willard creen en el maniqueísmo*?

— Correcto —. Adrian asintió. — Casi el 80% de la población de Willard cree en el maniqueísmo.

— Eso está bien. Es mucho más cómodo —. Ann se encogió de hombros. — Les encantaría ver en qué chiste se ha convertido la Iglesia Laddista... Oigan, ¿descansaron lo suficiente? Estar ahí tumbados mucho tiempo les causará problemas a los demás.

Oliver enderezó la cintura con dificultad, mientras Nemo se frotaba con fuerza las sienes y se incorporaba lentamente de la fría y dura pizarra. Tal vez fuera porque no había sensación de elementos peligrosos en este grupo, así que el guardia soltó un suspiro de alivio y apartó lentamente la mano de la empuñadura de su espada.

— Amable señor —. Oliver se limpió la boca, intentando mantener la voz lo más suave posible. — ¿Hay alguna posada cerca?

— Sí —, respondió con cautela el guardia de mediana edad. — Siga esta calle y llegará a Four-Leaf Clover a menos de 500 pasos al sur.

— Es un buen comienzo —. Ann estiró vigorosamente la cintura, haciendo que sus articulaciones sonaran. — Por fin puedo estar tranquila. Gracias a Dios.

La posada Four-Leaf Clover era muy conocida entre los aventureros. Había al menos una cerca de cada gran red de teletransporte. Su alojamiento no era muy bueno, pero era conveniente y barato. Como el dueño tenía contactos con miembros de alto nivel del Gremio de Mercenarios, poca gente causaría problemas a su negocio. Desafortunadamente, la popularidad venía con desventajas...

— ¿Las literas están todas reservadas? —. Preguntó Ann, decepcionada.

— Sí, señorita. Sólo quedan habitaciones individuales y dobles —. Aunque la noche era oscura, la chica del uniforme verde claro no parecía somnolienta en absoluto. Su voz era suave y dulce. — Como son cuatro en total, les recomiendo una habitación doble y dos individuales. El precio de una habitación individual es un poco más caro, pero las condiciones...