Capítulo 139: Héroe del Momento

14 0 0
                                    

Oliver pensó que lo que le esperaba sería el intenso dolor de las quemaduras o el desgarro de sus miembros, pero, inesperadamente no apareció ninguna forma de dolor. Sintió como si se lo hubiera tragado la cavidad abdominal de un gigantesco behemoth, y una sensación caliente y húmeda lo envolvió al instante.

En el momento en que Oliver se dio cuenta de que estaba cayendo, su dura armadura chocó contra algo resbaladizo. Sus pies tocaron el suelo un paso antes, y casi instintivamente hizo una voltereta amortiguadora para evitar que sus huesos se rompieran con el impacto.

La pesada armadura era sin duda una carga en este momento, ya que a Oliver le costó mucho esfuerzo levantarse del blando "suelo". Estaba extremadamente atento a la estabilidad anormal. Su cerebro parecía haberse solidificado en una fiebre alta anormal y pensar se convirtió en algo particularmente difícil de hacer. No se atrevía a abrir la boca y respirar hondo por miedo a que el aire espeso le hiciera vomitar.

Seguía vivo, pero esta vez no estaba contento por ello.

El agotamiento y la tristeza sin fin lo abrumaban. La gente podía armarse de valor para dar un paso en un momento dado y arrojarse por un precipicio, pero tras ese breve instante, le resultaba especialmente difícil volver a rendirse.

Había llegado a su límite. Su voluntad era como madera muerta podrida y vacía. Podía derrumbarse en cualquier momento.

Un extraño tacto trepó por su nuca, erizándole al instante el vello. Ignoró los músculos doloridos y no dudó en blandir su espada sin vacilar. Con salpicaduras de pus y sangre, una mano carnosa y afilada se encogió hacia atrás. Era tan delgada como el brazo de un niño entrelazado con varios otros brazos subdesarrollados.

Sólo tuvo tiempo de perforar el costado de su cuello y raspar una capa superficial de carne.

Inmediatamente le siguió un dolor ardiente. Oliver no había tenido tiempo de pensar en qué eran esas cosas cuando sonó un ruido de desvarío desconocido y más manos carnosas se asomaron por un lado. Sólo pudo cortarlas mecánicamente e intentar ignorar los pequeños lamentos procedentes de la oscuridad. A medida que los ataques de las manos se hacían más intensos, inconscientemente se retiró a un lugar donde las manos eran más escasas y casi pisó el aire.

Cada vez hacía más calor, y su cuerpo, ya extremadamente deshidratado, sudaba lo poco que quedaba dentro de él. Oliver empezó a sentirse asfixiado, sin saber si era por el simple aumento de la temperatura o por la pérdida de aire. Sentía que iba a morir asado.

Pero por alguna razón, en un momento dado la temperatura bajó un poco y el aire se volvió más refrescante. El aire fresco era como la llave del cielo, que soplaba desde cierta dirección y luego se disipaba rápidamente.

Tras agotar sus fuerzas y lanzar otra oleada de ataques, Oliver ganó tiempo para observar su entorno. Dio un paso atrás con cautela y se inclinó en la dirección de donde acababa de disiparse la luz.

En la tenue luz, por fin vio el espacio donde se encontraba. Quizá era lo que Randy llamaba "horno de sangre". La parte superior del semicírculo estaba oculta en la oscuridad, y él pisaba la plataforma carnosa ligeramente temblorosa y llena de agujeros.

Parecía una placa de carne con innumerables agujeros, o un órgano con lesiones e hiperplasia. De los agujeros sin fondo sobresalían densas manos carnosas que atacaban constantemente a todos los seres vivos. Fuera del borde ligeramente elevado había un espacio en blanco del que procedían escalofriantes sonidos de masticación y un susurro al vacío.

Un poco más lejos parecía estar la pared del horno. Estaba tan separada que Oliver sólo pudo discernir un pequeño bosquejo retorcido en la oscuridad. Entonces su atención fue atraída por una fuente de luz...

Extraviados [Stray] - Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora