Everlong - wenclair

Something bad is about to happen

Xavier se quejaba de dolor, había recibido una patada en el estómago y tenía sangre aún saliéndole por la nariz.

— Si dejarás de moverte terminaría más rápido. —respondió Bianca que con un algodón y alcohol intentaba limpiar la herida de su compañero. 

— ¡Me duele! —Xavier se quejó.

— ¿Bueno de quién fue la culpa?

— ¿Seguirás con eso?

— Ni siquiera deberías quejarte, fue tu culpa, ¿No puedes aceptarlo?

— Yo no sabía que ese idiota me golpearía. —el chico escupió un poco de sangre.

La sirena suspiró y siguió curando a su compañero, seguía enojada con él pero tal vez no era el momento de seguir regañandolo, Xavier tenía razón en parte, el no sabía que Ajax lo terminaría golpeando en frente de todos sus compañeros.

Yoko intentaba mantenerse de pie, sentía un fuerte dolor de cabeza por todo lo que había tomado.

— ¿En dónde estamos...? —preguntó la sirena confundida.

— Lo siento Divina, tuvimos que salirnos de la fiesta por algunos... problemas. —Yoko rascó un poco su cabeza.

— ¿Qué fue lo que paso?

— Te contaré luego, ¿si? —respondió Yoko con una voz llena de dulzura— ahora debo llevarte a tu habitación.

Yoko le dio la mano a la sirena para que está pueda incorporarse.

— Chicos, yo debo irme, tengo que dejar a Divina en su dormitorio.

— Esta bien, ten cuidado. —respondió Bianca.

— ¿Los veo mañana?

— Allí estaremos. —contestó Xavier intentando sonreír aún con todo el dolor que sentía.

La chica vampiro decidió adelantarse mientras Divina se despedía de los demás.

Por otro lado Wednesday seguía procesando el mensaje que le había enviado su psicóloga. No sería buena idea llamarle a su madre en estos momentos pero de todas formas, tendría que hablar con ella.

La pelinegra había tenido un mal presentimiento mucho antes de ir a la "dichosa" fiesta, su "pequeña" mentira ahora le iba costar un castigo o quién sabe.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó la rubia con un tono de preocupación.

— En realidad no. —suspiró Wednesday— Emily me escribió, y me dijo que mi madre había llamado a su consultorio pensando que yo había ido pero la realidad es que...

— Espera... ¿Estas diciendo que le mentiste?

— Bueno, ¿No iba decirle que faltaría a mi cita porque iría a una fiesta o si?

— De todas formas no debiste mentirle. —suspiró la rubia— es mi culpa...

— ¿Qué?

— Tal vez si no te decía para ir a esa fiesta, no estarías metida en problemas.

— No es tu culpa, yo debí hablar con la verdad. —contestó la pelinegra— tranquila, voy a solucionarlo.

La rubia intentó sonreír, sentía parte de culpabilidad caer sobre ella.

— Si desean pueden quedarse a dormir aquí. —expresó Xavier intentando levantarse.

— Gracias pero creo que lo mejor será ir a nuestro dormitorio. —Enid mostró una sonrisa— ¿Tu que opinas Willa?