Wonder if you care

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El dolor era tangible, cada recuerdo era como un golpe directo a su mente, hasta que ya no pudo soportarlo más.

Se dejó caer al suelo, abrazando sus rodillas contra su pecho, respirando con dificultad. Los latidos de su corazón se sentían como golpes sordos en sus oídos.

Entonces, casi sin pensarlo, su mano se deslizó dentro de su chaqueta. Allí estaba, escondido en el bolsillo interior: un pequeño frasco de pastillas que brillaban bajo la tenue luz del baño. Un frasco que había jurado no volver a tocar pero en ese momento, la tentación era más fuerte que cualquier promesa.

Esas pastillas eran su escape, su forma de detener el caos que reinaba en su mente. El mundo podía seguir girando, pero con ellas, al menos, ella podía detenerse por un momento.

Con manos temblorosas, abrió el frasco y sacó una pastilla. La sostuvo en la palma de su mano, observándola como si fuera una vieja amiga traicionera.

"Tenemos que prometer que no lo volveremos hacer"

Sabía que no debía, que estaba cayendo de nuevo en ese abismo del que había salido con tanto esfuerzo. Pero los recuerdos seguían atacándola sin piedad, y el dolor... el dolor era insoportable.

"No puedo mantenerme sobria... no puedo"

Era una sensación familiar, una calma falsa que la cubría como un velo, entumeciendo sus emociones, silenciando los gritos en su cabeza. Los recuerdos se desvanecían, diluyéndose en la oscuridad de su mente.

Por un momento, todo fue silencio.

Se recostó contra la pared del cubículo, cerrando los ojos, dejándose llevar por esa quietud artificial. Sabía que no era una solución, que estaba volviendo a caer en un ciclo destructivo. Pero en ese instante, no le importaba.

Era mejor que enfrentar sus demonios de frente.

De repente el ruido de la campana avisando que el receso había finalizado la hizo caer en cuenta que tendría que volver a clases aunque estuviera harta de tener que convivir con sus compañeros.

— Hoy no. —Wednesday se incorporó como pudo saliendo del cubículo en el que se encontraba para mirarse en el espejo.

Era irreconocible, era otra versión de sí misma, cualquiera sentiría decepción de verla en esa situación.

Pero, prefirió dejar de lado esos pensamientos para concentrarse en su siguiente objetivo.

Con mucha autodeterminación salió del sanitario dirigiéndose directamente a su salón donde era muy probable que el profesor estuviera ya dictando las respectivas clases.

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El aire en el salón de clases era denso. Las palabras del profesor rebotaban sin sentido, cada frase salía de su boca pero no llegaba a ninguna parte.

Wednesday estaba de pie en la puerta, observando la escena como si fuera un espectador más en un mundo que no le pertenecía. Los ojos de algunos estudiantes (sobre todo de Evie y Tracy) se alzaron hacia ella, pero la mayoría simplemente seguía con lo suyo, indiferentes, atrapados en su propia rutina. Nada de eso le importaba, solo quería largarse en cuanto antes.

Caminó hacia el fondo de la clase con pasos decididos, su figura oscura destacando entre las filas de pupitres. La luz que entraba por las ventanas hacía que su sombra se alargara, proyectando un reflejo distorsionado de lo que ella misma sentía. Distante, desconectada.

El profesor, al verla entrar, se detuvo por un segundo, sin saber exactamente qué decir.

Era Wednesday Addams, después de todo. Había aprendido que los intentos de control sobre ella eran inútiles, no servían.

Everlong - wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora