Amnesia || Magcon [✔️]

13 ~ ¿Qué quiero encontrar?

Terminé de despedirme de Tris y volví rumbo al apartamento con Hazel. Mientras caminaba por el pasillo, tropecé con mis propios pies, cayendo de cara en el alfombrado.

Bufé, apoyando mis manos en el suelo mientras me arrodillaba. Ahora que lo pensaba, estas botas se sentían algo incómodas.

–¿Qué haces? –escuché preguntar una dulce voz a mi costado.

Aún arrodillada en el suelo, giré la cabeza hacia donde provenía la voz. Para mi sorpresa, se trataba de la pequeña niña que había conocido en el elevador el primer día en el que Sebastian me trajo.

–Hola –saludé, apartando el cabello de mi rostro.

–Hola –respondió desde el umbral de la puerta de uno de los apartamentos.

–¿Por qué estás en el suelo? –volvió a preguntar.

–Yo, sólo... buscaba algo –me encogí de hombros.

–¿Y ya lo encontraste? –preguntó curiosa.

–Eh, no lo sé –reí.

–Siestás buscando algo, deberías saber qué es ¿Cierto? –asentí. –Porque si no, ¿Cómo sabrás cuando lo hayas encontrado?

Me quedé callada. Pensando en sus palabras, que me dejaron desconcertada.

–Haces demasiadas preguntas ¿No lo crees? –le sonreí, intentando cambiar de tema.

–¿Cómo te llamas? –me preguntó.

–Mi nombre es Stelle ¿Cuál es el tuyo?

–Grace.

–Que bonito nombre –la elogié y ella me sonrió.

–Gracias.

–¿Y qué haces aquí Grace?

–Estoy con mi abuela y mis hermanos –señaló el interior del apartamento, que desde donde yo estaba no llegaba a ver a nadie.

–¿Y tus padres? –pregunté.

–No quería estar con ellos –se encogió de hombros, agachando la cabeza.

–¿Por qué no? –fruncí el ceño.

–Porque no paraban de gritar.

En cuanto término de decir eso, cada rastro de felicidad en mi rostro desapareció.

No podía explicarlo, pero sentía algo en mi pecho. Estaba segura de que no era lástima, era más bien como si realmente entendiera por lo que ella estaba pasando. Como si alguna vez yo hubiese pasado por lo mismo.

Antes de que pudiera decir algo, una señora mayor, que supongo era la abuela, apareció a su lado, abriendo por completo la puerta.

–Grace, ve con tus hermanos –dijo, con una voz y rostro que salpicaban malos humos.

–Pero estoy hablando con mi amiga –puso ojos tristes mientras miraba hacia arriba a su abuela.

–No me discutas, Grace Marie –dijo la señora en un tono demasiado rudo. –Anda, ve –le ordenó, empujándola dentro del apartamento.

–Adiós –dijo antes de irse.

–Hasta luego –agité mi mano en forma de despedida, aunque ella ya no podía verme.

–¿Quién eres y qué hacías hablando con mi nieta? –cuestionó, en un tono exigente.

La señora me observaba de mala gana y recordé que aún seguía arrodillada en el suelo. Me puse de pie.