Amnesia || Magcon [✔️]

62 ~ No lo que esperaba

NARRA MAISIE

–Gracias –le agradecí al taxista luego de pagarle y bajé del auto.

Levanté la mirada, encontrándome con el café en donde me reuniría con los chicos para hablar.

Y no, no era el Colder's Café, sino otro.

Planeaba contarles a los chicos acerca de la situación sobre mi memoria y no tenía ni idea de cómo pudiesen reaccionar. No quería llevar todo ese drama al lugar donde trabajo y mucho menos con Sebastian allí.

Seba me había pedido que lo dejara acompañarme, pero me negué. Esto era algo que debía hacer sola.

Además, no podía seguir faltando al trabajo, así que lo convencí de regresar hoy mismo a trabajar para que ayudara a Jeremy.

Tomé una profunda bocanada de aire antes de comenzar a caminar hacia el establecimiento. Entré y di un vistazo rápido alrededor.

El café era notablemente más grande que el de Colder's y casi no había personas.

Había llegado unos 15 minutos antes de lo acordado.

No tenía planeado el llegar temprano, pero supongo que los nervios provocan ese efecto en las personas.

Dudé que los chicos llegaran pronto, por lo que comencé a caminar por el local en busca de una mesa lo suficientemente grande en la que todos pudiésemos sentarnos.

–¡Maisie!

Escuché que llamaron mi nombre desde algún lugar y en cuanto volteé, me encontré con todos los chicos ya esperándome.

Los miré, sorprendida de que ya estuviesen aquí y caminé hacia ellos.

Cameron fue el primero ponerse de pie y acercarse a mí. Se veía prácticamente igual a como lo había visto la noche anterior.

La única diferencia era que esta vez se veía feliz.

Le devolví una pequeña sonrisa antes de que él terminara con el espacio entre nosotros y me abrazara.

–Me contaron lo que ocurrió, ¿Estás bien? –pregunté.

–Sí, no te preocupes –se separó de mí e hizo un ademán, restándole importancia. –¿Tú estás bien? –preguntó.

Sentí sus manos acariciando mis brazos, de una manera reconfortante. Asentí ante su pregunta.

–¿Quieres algo? –ofreció, señalando el mostrador del café a sus espaldas.

–Uhm, no, estoy bien –negué.

–Sabes que no es molestia –dijo. –Lo traigo enseguida.

Antes de que pudiese detenerlo, ya se había ido.

Volteé hacia los chicos en la mesa y caminé hacia ellos.

Taylor se paró de su asiento y sacó la única silla vacía que quedaba en la mesa para mí y tomé asiento en ella.

–Gracias –agradecí.

–No hay de qué –me sonrió, posando su mano sobre mi hombro, dándole un pequeño apretón antes de regresar a su asiento.

Los miré a todos en la mesa, observándome. Mis ojos se posaron en Hayes, quien no paraba de sonreírme.

–Hola –los saludé, en un tono de voz sumamente bajo.

–¿Ahora nos dirás lo que has estado haciendo los últimos dos meses en Europa y porqué fuiste a California si no era para regresar con nosotros? –preguntó Matthew de forma brusca y completamente inesperada. –¿Por qué no llamaste?