Amnesia || Magcon [✔️]

21 ~ Dilema

–¿Stelle? –escuché la voz de Hazel tras la puerta de mi habitación.

Me encontraba recostada boca abajo en mi cama, usando la portátil de Hazel, que me la había prestado hacía una o dos horas atrás luego de que regresáramos del centro comercial.

–¡Pasa, está abierto! –dije, colocando la portátil a un lado, sentándome en la cama, a la misma vez que Hazel abría la puerta y se acercaba a mí.

–Te buscan por teléfono –me avisó, extendiéndome su teléfono, a lo que la miré extrañada.

–¿A mí? ¿Quién? –pregunté, tomando el teléfono con el ceño fruncido, pero ella no respondió. –¿Hazel? –la llamé, pero no me estaba prestando atención.

Miré hacia donde ésta estaba mirando y me topé con el armario de madera que estaba al final de la habitación.

–Hazel –la llamé de nuevo, consiguiendo que esta vez volteara a verme casi de inmediato, saliendo del trance. –¿Estás bien? –pregunté, a lo que ella asintió, pero aún se veía distante. –¿Segura? –volvió a asentir, esta vez sonriendo levemente. –¿Quién quiere hablarme? –pregunté, agitando un poco el teléfono entre mis manos.

Claramente, algo le ocurría a Hazel, pero no quería seguir presionándola al respecto. Pero, sin duda alguna, en cuanto tenga la oportunidad, hablaré con ella sobre eso.

–Sebastian –respondió y en cuanto la escuché, las facciones de mi rostro se relajaron y sonreí de lado, llevando el teléfono a mi oreja.

–¿Seba?

–¡Stelle! Hola –escuché su voz a través de la línea. –Uhm, ¿Estas ocupada? Si quieres puedo llamarte más tarde o talve... –lo interrumpí.

–¡No! No, está bien –dije poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja. –Puedo hablar ahora.

–Los dejo –murmuró Hazel por lo bajó, antes de salir de la habitación.

–Sólo quería que.... bueno, preguntarte si podías, si es que quieres... –Seba alargó un suspiro tembloroso. –Me preguntaba si querías salir esta noche... conmigo –finalizó, con un tono algo nervioso y dudoso.

–Cómo... ¿En una cita? –pregunté tan rápido como la idea llegó a mi mente, pero me arrepentí al imaginar cómo debí haberme escuchado.

–Uhm, sí... –respondió. –¡Claro!, sólo si tú quieres –se corrigió a sí mismo.

–Sí, claro ¿Por qué no? –sonreí y me encogí de hombros, restándole importancia al hecho de que él no podía verme.

–¿Enserio? Es decir, –balbuceó. –Pasaré por ti a las siete... ¿Está bien?

–Perfecto –reí.

–Entonces, hasta luego –se despidió.

–Adiós –dije antes de cortar la llamada.

Dejé salir un largo y profundo suspiro mientras me tiraba de espaldas en la cama.

Me llevé las manos a la cara. Tendré una cita con Sebastian.

Terminé de restregarme las manos por el rostro y miré a un costado, donde se encontraba la portátil.

Desde dónde estaba, todavía era leíble el título del sitio web que recién había encontrado antes de que Hazel llamara a la puerta; "Hospitales Neurológicos en el Centro de Francia".

Suspiré de nuevo, todo esto era tan confuso. A veces sólo quería seguir con esta vida, pero tenía momentos, que creo cabe decir ganaban por mayoría, en los que no podía evitar pensar en la vida que tenía antes de esta.

Momentos en los que me pregunto cosas como si era feliz, si tenía amigos como los que tenía ahora, cómo eran, si iba al instituto o lo que estudiaba o planeaba estudiar en la universidad. Y un sinnúmero de preguntas más, que con cada segundo que pasaba, estaban cada vez más lejos de ser contestadas.

¿Nunca han sentido esa sensación de deberle una disculpa a alguien, pero no saber a quién o por qué?

Pues así era como me sentía la mayoría del tiempo y era incómodo, muy difícil de ignorar. Era como si me persiguiera adonde fuera.

Entrecerré los ojos para poder ver la hora en la portátil. 3:48pm.

Mi cabeza dejó de dar vueltas sobre aquel tema tan frecuente en mi cabeza en cuanto recordé algo que había dejado pasar por alto.

Tendría una cita con Sebastian.

¿Por qué me pediría salir con él? ¿Enserio sería una cita? ¿Porqué no sólo dijo "salida" y lo transformó oficialmente en una cita? ¿Por qué tuve que preguntar si era una cita? ¿Por qué se escuchaba tan nervioso?

¿Acaso le gustaba a Sebastian?

¿Por qué yo estaba nerviosa?

¡Dios! ¡Stelle, no seas ridícula! ¿De dónde sacas esas cosas?, pensé.

Seba sólo era un muy buen amigo, que me ha ayudado mucho desde que llegué aquí. Gracias a él tengo trabajo y un techo donde dormir. El apartamento es de Hazel, pero si no hubiese conocido a Seba, tampoco la hubiese conocido a ella.

Además, no cualquier persona le abre las puertas a una total desconocida, llena de sangre y descalza a mitad de la calle, que dice no recordar su nombre.

Así que le debía mucho más que corresponderle una simple cita a Sebastian.

Él ha hecho demasiado por mí, como un grandioso amigo, como para que de la noche a la mañana resulte que le gusto.

Esas son simples baboseadas generadas por mi subconsciente.

Yo no le puedo gustar y mucho menos él me puede gustar a mí.

¿Cierto?

Agh, ¡Que dilema!

¿Si no me gusta, porqué me lo pregunto?

Me paré de la cama de un salto y me dirigí hacia el armario, abriéndolo. Lo único que había en él era lo que me había prestado Hazel de ropa, ya que la ropa nueva que había comprado seguía en las bolsas, tiradas en el suelo.

Me mordí el labio. No tenía ropa adecuada para una cita. Lo único que tenía eran jeans y shorts casuales, ropa para dormir y alguna que otra camiseta.

Tendré que pedirle ropa a Hazel.

Estaba a punto de llamarla, para que me ayudara a elegir qué podía ponerme de su ropa, cuando algo que se encontraba en el fondo del armario, llamó mi atención.

Me agaché para poder ver mejor y me encontré con una pequeña y oscura caja de madera.

Con ella entre mis manos, me senté en el suelo, colocando la caja encima de mis piernas y me fijé más en ella. Era de un color marrón oscuro, casi negro, y tenía unas iniciales en la parte de arriba.

H.C.

Eran las iniciales de Hazel. Fruncí el ceño, confundida.

¿Qué hacía esto en la habitación de huéspedes si es que le partencia a Hazel?

La curiosidad fue más y no lo pensé dos veces antes de abrir la caja y ver lo que ésta contenía adentro.