Amnesia || Magcon [✔️]

68 ~ Problemas familiares

–No puede ser... –murmuré.

Parpadeé, sin poder creer lo que veía.

Edward y Bridget, aquí en Francia, saliendo de la morgue.

Mi primera reacción fue mirar a Sebastian, para confirmar que mis ojos no me estuviesen jugado una mala broma. Su expresión era similar a la mía.

–¿Qué sucede? ¿Los conoces? –preguntó Shawn.

–Son mis padres.

Bridget traía su cabello rojizo suelto y llevaba un vestido oscuro, que iba a la par con el traje negro de Edward.

–¿Tus verdaderos padres?

No respondí, impactada por la situación, observando como Bridget caminaba tras Edward y ambos se detenían junto a la acera.

¿Qué hacían aquí? Y no sólo en Europa, sino saliendo de la morgue donde precisamente se encontraba un cadáver con mi nombre. Se supone que vendría aquí para aclarar mis dudas, no a tener más preguntas que antes. De pronto, sentí coraje, estaba cansada de no saber lo que sucedía y de que todos supieran algo a excepción de mí.

Estos miraban a ambos lados de la calle, como si esperaran a alguien.

–Esperen aquí.

Ignoré el llamado de Seba cuando abrí la puerta de la guagua y bajé de esta.

Necesitaba respuestas e iba a obtenerlas.

Crucé la carretera y dando pasos determinados, caminé en dirección hacia ellos, lo que hizo que Edward se percatara de mi presencia. No podía ver su expresión, pero vi que sonrió.

–Maisie –pronunció este en cuanto me detuve frente a ellos.

Bridget, a diferencia de su esposo, no sonreía.

–Que gusto verte de nuevo –comentó él.

–¿Por qué están aquí? ¿Qué hacían en la morgue? –pregunté sin rodeos.

La primera vez que los había visto, en California, estaba decepcionada de que ellos fuesen mis padres. En ese entonces, estaba demasiado abrumada y no quería confrontarlos, pero ahora era diferente, en especial luego de que los chicos me dijeran que no podía confiar en ellos. Esta vez debía confrontarlos y obtener respuestas.

Edward se quitó sus lentes y me miró a los ojos.

–¿Así saludas a tus padres? –alzó una ceja. –¿No me darás un abrazo?

Estiró sus brazos hacia mí, aún con aquella extraña sonrisa en el rostro y, sintiendo la enorme necesidad de resguardarme a mí misma, me crucé de brazos para no sentirme tan expuesta y vulnerable.

No dije nada y mucho menos me moví. Edward dejó caer sus brazos, riendo, y enganchó uno de estos con el de Bridget.

–¿Qué hacen aquí? –repetí.

Este exhaló.

–La morgue nos contactó.

–¿Por qué?

–Bueno, habían encontrado un cadáver y pensaron que eras tú, pero se equivocaron –explicó.

Su expresión era tranquila mientras esperaba a que le hiciera otra pregunta.

–¿Por qué pensaron que era yo y quién identificó el cuerpo como mío? Las otras personas que fingían ser ustedes, ¿fueron ellos? ¿Los conocen?

–¿Personas fingiendo ser nosotros? No sé nada de eso –se encogió de hombros. –Pensaron que eras tú porque comparten características similares y porque habías desaparecido –respondió, con un tono de obviedad que me molestó.