15 ~ Taxista

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–¿Adónde quieren ir las señoritas? –preguntó la ronca voz del taxista, girándose hacia nosotras.

Era un hombre de piel bronceada, de alrededor de unos cuarenta y cinco años, tenía una leve barba con canas y llevaba un cigarrillo entre sus dedos, lo cual hizo que frunciera el ceño.

–Al centro comercial, por favor –respondió Hazel.

El hombre asintió y se giró hacia el frente y antes de arrancar el auto, levantó una pequeña palanca roja, haciendo que un cronómetro comenzara a correr.

El taxista bajó su ventanilla, dándole una calada a su cigarrillo.

Me dejé caer en el espaldar del asiento, pendiente de cualquier movimiento en la calle atreves del cristal, al igual que Hazel.

Ambas nos manteníamos en silencio, hasta que Hazel comenzó a toser desesperadamente.

–¿Estás bien? –pregunté, dándole palmadas en la espalda.

–Sí, estoy bien –tosió. –Es, el hu-humo.

Apenas la pude entender cuando tosió a medio hablar.

–Oiga –me dirigí al taxista, que al parecer no escuchaba. –¡Señor! –dije más alto, haciendo que me mirara atreves del espejo. –¿Puede por favor sacar eso de aquí? –dije, refiriéndome al cigarrillo que sostenía en la mano, mientras conducía con la otra.

No hizo absolutamente nada, sólo estaba ahí mirándome por el pequeño espejo. Luego, se agachó en su asiento, buscando algo bajo el volante. Automáticamente, mis ojos se desviaron al frente, ni siquiera veía por donde íbamos. Aunque no venían autos, no podía evitar ponerme en alerta.

–¿Puede mirar al frente? –dije, pero no recibí respuesta.

–¿Quiere uno? –preguntó cuándo se había vuelto a sentar, ofreciéndome la caja de cigarrillos.

–¿Qué acaso no entendió? –pregunté, sorprendida por su ofrecimiento.

Cada vez que Hazel tosía, me desesperaba aún más.

–No fumo y a mi amiga le está haciendo daño el humo.

El sujeto no movió un músculo, ni siquiera dio la mínima señal de que entendía lo que estaba diciendo.

Sí, su ventanilla estaba abierta, pero el aire que entraba por ella sólo hacía que el humo le pegara en la cara a Hazel.

–¡¿No hará nada?! –levanté mi tono de voz.

Sentí como Hazel me tomaba del brazo para tranquilizarme, pero ella seguía tosiendo y el hombre no hacía nada al respecto.

De la nada, el señor cuyo nombre aún no sabía, ni quería saber, comenzó a reír, como si hubiese dicho alguna clase de chiste.

–¿Qué le parece tan gracioso? –lo miré atónita.

–Si no fumara, estaría igual o peor que ella –señaló a Hazel, quién aún seguía tosiendo, y apagó el cigarrillo en el cenicero que tenía en la parte delantera del parabrisas y arrojó el cigarrillo por la ventanilla.

No sabía qué decir o pensar al respecto, él tenía razón. Estaba confundida.

¿Por qué el humo no me hacía nada a mí?

Acaso, ¿Será posible que solía fumar antes de perder la memoria?

Saqué ese pensamiento de mi mente, murmuré un gracias y me dejé caer nuevamente en el asiento.

El resto del trayecto transcurrió en silencio, aún notaba que Hazel estaba algo incómoda mientras trataba de normalizar su respiración, respirando profundamente.

Amnesia || Magcon [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora