Amnesia || Magcon [✔️]

32 ~ Jake Goldman

NARRA HAZEL

–Dime, ¿Qué quieres saber?

–De acuerdo, hagamos que esta cita sea para conocernos mejor –comenté, apoyando mis codos sobre la mesa. –Empecemos por nuestros nombres.

–Me parece bien –asintió, mirándome a los ojos. –Mi nombre es Jake Goldman –asentí, pues ya lo había escuchado cuando se lo dijo a la chica. –¿Y el tuyo?

–Hazel Colder –respondí, justo antes de que el mesero llegara, sosteniendo una botella de vino.

–¿Esta está bien? –preguntó, enseñándole la botella a Jake.

Jake volteó a verla por unos segundos y luego subió la mirada al mesero.

–¿Cuánto cuesta? –preguntó, pero no parecía muy interesado en la respuesta.

–Ochocientos euros–respondió Ryan, el mesero.

Jadeé, abriendo los ojos como platos y miré a Jake. A él parecía no afectarle el precio en lo absoluto.

–Perfecto –contestó Jake, sorprendiéndome aún más.

Le lancé una mirada rápida, preguntándome si había perdido la razón. Jake sólo me sonrió y vio como nuestro mesero Ryan, servía el cotoso vino en las dos copas vacías que se encontraban frente a nosotros.

–Con su permiso –dijo el mesero antes de retirándose con la botella de vino.

–¡Aguarda! –lo volvió a llamar Jake.

–¿Sí? ¿Qué se le ofrece? –preguntó, regresando a un lado de nuestra mesa.

–Necesitaré que dejes la botella –sonrío de lado.

–Claro que sí, señor –asintió, dejando la botella sobre la mesa. –¿Se le ofrece algo más, señor Goldman? –preguntó, a lo que fruncí el ceño pues lo había llamado por su apellido.

–No, es todo.

–Con su permiso –repitió de nuevo antes de irse.

–¿Acaso estás loco? –pregunté tan pronto en cuanto el chico había desaparecido de mi vista.

–¿Qué? –preguntó indiferente, tomando de su costosa copa de vino.

–¡Ochocientos euros! –chillé, pero me arrepentí al instante al notar que varias personas a mi alrededor voltearon a verme, por lo que decidí bajar el tono de mi voz. –¿Estás demente? ¡Ochocientos euros es casi lo que pagaría por mi apartamento! –susurré.

Él no dijo nada, al contrario, comenzó a reírse y lo miré confundida. Jake dejó su copa sobre la mesa y me miró divertido.

–No tienes por qué preocuparte por eso, yo pago.

Fruncí el ceño.

–El problema no es quién page, el problema es que quieras dártelas de rico conmigo y esas cosas no funcionan conmigo –me crucé de brazos.

No quería que tratara de impresionarme gastando miles de euros en una cena. Aún no ordenábamos los platillos principales y ya debíamos ochocientos por una botella de vino.

Era ridículo, pensé.

Jake me miró confundido y habló después de tomar otro sorbo de su costoso vino.

–¿Qué recuerdas de la noche en la que nos conocimos? –preguntó, sorprendiéndome por el repentino cambio de tema.

–¿En la fiesta? –pregunté, a lo que él asintió. –Bueno... Mhm, ¿Qué quieres que te diga? –me encogí de hombros y me revolví en mi asiento, nerviosa.