Fiebre.

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Yor se levantó tan temprano como era sabio para un domingo en la mañana, además, Layra no la había dejado dormir, ni a ella ni a Loid, estaba incómoda, se movía cada rato, lloraba por Yor o por Loid. Así que cuando la ayudaron a quedarse dormida alrededor de las cinco de la mañana, ambos aprovecharon para dormir. Aún así, Loid se levantó a las ocho de la mañana para ver cómo estaba Layra.

La pequeña ya tenía sies meses de nacida, tenía cabello negro y sus ojos azules brillaban en su rostro. La cubrió un poco con la sábana sobre la cama y luego acomodó a Yor y fue a limpiar la casa.

Sus ojos rubíes se abrieron suavemente a la luz del sol, en cuanto miro el reloj supo que era hora de alimentar a Layra. Se incorporó suavemente en la cama. Amaba a Layra, pero a veces quería un descanso, una noche entera en la que pudiera dormir. Sin embargo, esa risa, la niña afuera y el perro jugando con ella para Yor era lo que valía. Estiró sus brazos y cuerpo, se levantó de la cama y camino a la cuna de Layra.

—Hola princesa —descubrió la cuna, y pasó las manos por su pequeño cuerpo.

Ella nunca hubiera creído que poseyera la suficiente delicadeza como para cargar, cuidar de su pequeña hija.
Layra hizo movimientos en el aire con sus piernas y sus brazos sin un patrón en específico, su carita se arrugó y empezó a llorar.

—Mamá está aquí... Tranquila. 

Yor acunó a la pequeña en sus brazos, pero ella seguía llorando. Yor caminó a la silla mecedora, tomó asiento y se preparó para darle de comer a Layra. Acercó a Layra a su pecho y la guío como de costumbre hasta que ella empezó a succionar. En cuanto sus labios tocaron su piel, sintió lo caliente que se encontraba su bebé.
Yor puso suave el dorso de dos de sus dedos en su pequeña frente mientras ella estaba ocupada bebiendo leche. Estaba con fiebre, al menos, eso es lo que creía Yor. Sólo había cuidado de Yuri y Anya de niños, no de un bebé. Menos un bebé enfermo.

—¡Loid! —llamo sin querer asustar a Layra.

Después de un minuto aproximadamente, Anya y Loid entran a la habitación viendo a su mamá en la silla mecedora con la bebé en sus brazos.

—¿Estás bien? —preguntó Loid acercándose a ambas.
—Creo que ella tiene fiebre, Loid...

Su esposo puso una mano en su hombro acariciando su músculo con el pulgar, inclinó su cabeza a la de Layra y besó suavemente su cabeza, sintiendo su temperatura alta en sus labios.

—Sí, ella tiene fiebre... —Yor chilló ante la respuesta de Loid.
—¿Es por eso que ella estaba incómoda? ¿Está enferma? —preguntó preocupada.
—Tal vez solo sea un resfriado... Nos ocuparemos de esto, tranquila preciosa.

Loid beso la frente de su esposa intentando transmitirle paz, aunque sabía que ella no iba a estar tranquila hasta que supiera que Layra estaba bien. Sin duda ella era la mejor madre que alguien quisiera tener. Pero a veces eso la ponía tan nerviosa, tan asustada.

—¿Mi hermana está enferma? —Anya se acercó a Layra y le acarició la cabeza.
—Eso parece... Ve a comer tu desayuno, te dejaremos con el tío Franky en lo que tú mamá y yo llevamos a Layra al médico. Vamos.

Anya dejó un beso en la cabeza de su hermana, Yor le acarició la mejilla a Anya y le sonrió.

—Ella va a estar bien mami, es hija de papá y de ti, ella es fuerte —explicó la niña.
—Lo sé... Lo sé pequeña, ahora ve con tu papá —ella asintió con la cabeza y la niña salió corriendo de la habitación.

Yor comenzó a cantarle la misma canción de cuna que sabía, relajando a su bebé con caricias suaves en su mejilla y por su cuero cabelludo, cuando estuvo finalmente dormida. Yor puso a la bebé envuelta en su manta que olía a Yor para que no se despertara, alistó lo que pudiera necesitar en una mochila, ella se cambió lo más rápido que pudo, sujeto a Layra contra su pecho y salió de la habitación con la mochila de Layra.

One Shots Twiyor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora