***Advertencia: contenido violento.***
Edward Carswell
¿Qué tan bajo se puede llegar en el infierno antes de tocar la locura? ¿Qué tan cruel puede ser la mente humana? ¿Podría alguna vez perdonarme a mí mismo? ¿Podría continuar viviendo con este maldito momento grabado en cada parte de mis ojos hasta taladrar con fuerza en mi cerebro?
Odio. Ira. Impotencia. Inutilidad. Nada de ello tenía sentido si era incapaz de hacer nada.
¿Qué tan bajo podía caer antes de tocar el abismo y querer suicidarme, pero sin poder hacerlo por tener las manos atadas?
¿Qué tanto podía soportar antes de perder la cabeza?
No podía.
No quería.
Cobardemente, solo podía observar y escuchar con las lágrimas deslizarse por mis mejillas tal cual niño inútil.
Solo quería que todo acabara.
- ¡EDWARD! ¡EDWARD! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡SUÉLTENME! ¡NOOO! ¡POR FAVOR! ¡DUELE! ¡DUELE! ¡EDWAAAARD! - Los gritos de Aria eran desgarradores, tanto como la imagen que no podía dejar de ver a pesar de lo mucho que me retorcía tratando de zafarme de las cuerdas que me sujetaban. Grité, supliqué por ella lastimando mi piel, desgarrándola con el material, pero sin poder zafarme de nada. Sin poder hacer ni una mierda más que ver como la violaban frente a mi.
Aria siguió gritando mi nombre conforme cada uno de los cinco hombres se turnaron para abusar de su cuerpo, dejándome ver como le abrían las piernas para empujarse violentamente dentro de ella, mofándose y abofeteándola cuando dejó de gritar. La sangre corría por sus muslos por los desgarros internos que le estaban haciendo y sus manos estaban inertes a sus lados, sin pelear. Ella, eventualmente se quedó sin fuerza y se convirtió en una muñeca que solo dejaba ellos la tomaran, pero en ningún momento dejó de verme con la esperanza de que la salvara. Sin embargo, cuando finalmente fracturé mis dedos y me levanté quebrando el cuello del primero a mi alcance, solo escuché los disparos que impactaron en su cabeza y su pecho.
Mi cuerpo se detuvo, paralizado por la imagen de sus ojos sin vida permanecer fijos en mi dirección. Fui golpeado en ese momento de vacilación y fui atado de nuevo, pero con mayor fuerza cuando perdí la determinación de pelear.
Ya no tenía caso.
Su cabello castaño estaba esparcido por el sucio suelo y su cuerpo cubierto de sangre, completamente roto me volvió loco del dolor. Grité, arañando el suelo, lloré y maldije pero no tenía sentido siquiera.
Estaba muerta. Aria estaba muerta por mi culpa y no había nada que pudiera cambiar esa realidad. Uno de los hombres se acercó a ella y le quitó un mechón de cabello que cubría su rostro.
- Todavía está caliente.- Se desabrochó el pantalón. Sentí un asco y unas náuseas tremendas al comprender lo que haría.
- Que se vaya al más allá bien llena.- Se burló otro, causando la risa del resto. Sentí que mi cabeza era sujetada con fuerza a través de mi cabello, pero ya no podía hacer ningún movimiento.
Estaba en el infierno.
No había otra manera de describir lo que estaba viviendo, pero no perdí la conciencia. Incluso aunque vi cada una de las cosas que le hicieron a su cuerpo después de su muerte. No cuando me torturaron por lo que no sabría decir si fueron horas o días.
No perdí el conocimiento cuando su sangre se secó en el suelo. Tampoco cuando escuché disparos y pude percibir la voz de mi madre lanzar una exclamación al ver el estado de mi cuerpo.
No lo hice cuando terminé en el hospital.
No cuando los padres de Aria me reclamaron por no haber hecho nada por ella, llorando y derrumbándose frente a mi mientras me preguntaban donde estaban los restos de su hija o lo que había sucedido, pero no había podido abrir mis labios.
No, fui consciente de cada maldito momento de ello, pero por encima de toda la bruma, lo que más podía recordar eran las palabras de mi padre al lado de mi cama en el hospital.
"No tomes nada que no puedas proteger". Entonces lo comprendí, sabiendo que no había nada que yo pudiera proteger.
No debía de tomar nada.
No merecía nada.
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Bien, aquí comenzamos con la historia de Edward y Adele, espero les guste.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
RomanceAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...