Bianca De Luca
- ¿Dónde están los cadetes Carswell y Smith?
- En el baño, mi teniente.- Mentí con ambas manos en la tierra. Estaban sucias y me temblaban por el esfuerzo de mantener mi cuerpo suspendido en posición de lagartijas. Mi arma llena de suciedad seca estaba por encima de mis manos, encajándose con su peso en mi piel, pero no me podía dar el lujo de dejarla en el suelo. Levanté una de mis piernas y la puse por encima de mi tobillo, concentrando el peso, pero descansando solo un poco. Sabía que me esperaba una buena arrastrada si ponía una rodilla en el suelo, así que me mantuve en posición y rogué porque se apresuraran ambos.
- ¿En el baño? - Sentí que mi teniente se burlaba.- Seguramente ese par...- pero se interrumpió cuando dos cuerpos se colocaban en la misma situación que yo, a cada uno de mis costados. Sonreí al notar los toquecitos de la bota de Edward contra la mía.
Me giré con el esfuerzo escrito en la cara, quería decirle que me las cobraría por dejarme pagar en su lugar, pero él me guiñó un ojo en consecuencia y más tarde, cuando salimos del castigo, me ayudó a ponerme de pie.
- Gracias por cubrirnos.- Dijo Aria quitándose una hoja del cabello. Levanté una ceja.
- Te lo recompensaré, antiquis.- Edward me rodeó los hombros con un brazo. Rodé los ojos y lo empujé con la culata de mi arma.
- Solo lo hago por conveniencia propia, para mi desfortunio compartimos el mismo año de alta.- Dije caminando lejos, pero Edward me alcanzó y volvió a rodear mis hombros.
- Pero somos amigos, ¿No es así? - Me picó la mejilla.- Vamos, vamos... admítelo.
Sonreí de lado, pero no respondí.
***
- ¿En dónde estás, Al? La señal no es muy clara. - La voz de Edward era agitada y parecía que estaba dándolo todo por llegar hasta mí, pero no llegaría. Estaba rodeada y ya no podía pelear, me dolía todo el cuerpo y la pérdida de sangre me estaba matando, pero sobre todo, los escuchaba demasiado cerca.
Mi cerebro solo podía captar el olor a humo y la voz distorsionada de Edward por uno de mis oídos, porque en el otro tenía el tímpano reventado. Moriría, sabía que me alcanzarían y moriría, pero, tomé el comunicador.
- Edward.- Lo llamé con la voz rota por el dolor que apenas podía soportar.- Lo siento, la misión fue un fracaso.
- ¿Dónde estás, Lenox? - Exigió de nuevo, pero no lo pondría en peligro. Eran demasiados.
- Edward.- Dije su nombre.
- No llames mi nombre, odio cuando...- Se detuvo.- No te vayas, no como ella.
Sonreí.
- ¿Ahora es cuando quieres hablar, cabrón?- Me burlé antes de detenerme. No tenía el tiempo para esto, ni la energía.- Cuídate, Edy.- Cerré la comunicación y destruí el aparato. Me deshice también de cualquier cosa que pudiera ser representativo de la empresa, así, cuando me encontraron, solo era un fantasma y pensaba morir como tal.
***
Pero no me mataron, si no que terminé como prostituta de alta categoría ya que era virgen al momento en que me tomaron. Fui vendida entonces a Tomasso De Luca y así comenzó mi vida en un verdadero infierno. Tuve que encontrar mi propia manera de sobrevivir sin ser asesinada por un capricho suyo en cualquier momento.
Mattia fue por venganza, con él conseguí casarme con Tomasso, que no había logrado tener hijos con nadie más porque es claramente estéril, pero muy estúpido, tanto que creía el problema estaba en las mujeres y no en él. Lo engañé con mi embarazo y con las pruebas de ADN no fue en realidad difícil que me hiciera su esposa para comenzar el plan para hundirlo hasta lo más profundo.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
Lãng mạnAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...