Capítulo 4: ¿Es una orden?

2.1K 124 15
                                    

- ¿Qué? - Le pregunté a Ashton quién no despegaba su mirada de mi desde que llegué a acostarme en su cama al lado de la maleta donde estaba preparando sus cosas para marcharse.

- Es que todavía no puedo creer que no eras rubia natural.- Murmuró apuntando a mi cabello. Tomé un mechón castaño y me encogí de hombros.

- Me lo decoloré y teñí desde joven porque había escuchado que Edward solo salía con rubias.- Dije.- Y él dijo que me quedaba bien cuando lo cambié, así que solo lo dejé.

- Ya veo.- Él dijo guardando sus playeras.- Estás "cerrando ciclos".

Me reí.

- No me lo pienso cortar para ello, solo creí que lo mejor sería recuperarme a mi misma antes de querer convertirme en el tipo de mujer que pensé a él le gustaría. ¿Se veía mejor en rubio?

- Te veías más inocente de rubia.- Ashton dijo.- Pero te ves mucho mejor en castaño, al menos a mi me agrada más.

- Entonces, si te gusta, ¿Saldrías conmigo? - Pregunté enmarcando mi barbilla con mis manos.- Solo no te mueras en la primera cita.

Ashton se rió.

- Si tu y yo fuéramos compatibles ya hubiéramos terminado en la cama.

- Apuesto que joder se te da terrible, si haces que ellas lloren.- Dije con una burla evidente, pero siendo consciente de que tenía razón. No podría imaginarme un escenario en el que ambos tuviéramos sexo.

- Pregúntale a mi ex.- Se mofó.- Que vuelve siempre por más.

Rodé mis ojos y le pasé el cargador de su lámpara portátil, después diversos artículos hasta que me di cuenta de que había una caja negra y la abrí por pura curiosidad encontrándome un hermoso dije de una paloma de plata con las alas extendidas. Era claramente para una mujer. Levanté una ceja hacía él.- ¿De pronto quieres conquistar a una dama?

- Solo es un regalo de cumpleaños.- Ashton me lo quitó.- No todos vamos por la vida como tú, buscando el amor en cada gesto.

Puse los ojos en blanco y me puse de pie ajustando la falda de mi vestido. Hoy tendría una cita normal con un hombre de negocios que mi madre concertó por ser el hijo de su amiga al enterarse de que estaba buscando novio y consideré prudente ir ya que habían pasado dos semanas de mi último gran desastre.

Mi madre fue la más feliz cuando le dije mis planes de establecerme, ya que ella quería desde un principio que me dedicara a una vida como ama de casa. El asunto de casarme y los hijos los abordó de inmediato, prácticamente planeando toda mi boda solo por teléfono. Ni siquiera pareció escucharme cuando le dije que mi plan era primero conocer a un hombre, tener una relación de al menos tres años y un matrimonio que no comenzara con hijos de inmediato, pero entendí que era un asunto perdido cuando comenzó a proponer nombres de mi descendencia.

- Si, si.- Dije dejando las nuevas llaves de mi puerta en su buró ya que tuve que cambiar la cerradura al no encontrar las que perdí en ese día.- Ya me voy. Ten un buen viaje, Ash.

- Nos vemos en medio año.- Me guiñó un ojo.- Te deseo suerte en tu cita y tu próxima misión.

- Gracias.- Respondí saliendo de su departamento con las llaves de mi automóvil en manos y bajé hasta llegar al estacionamiento, pero me detuve sorprendida al ver a la madre de Edward recargada en mi vehículo.

- Señora Carswell.- La saludé.- ¿Puedo ayudarla en algo?

- ¿Estás ocupada? - Preguntó apuntando a mi atuendo.

- Ah, no.- Mentí verificando mi reloj antes de guardar mi mano, sabiendo que cualquier movimiento extra era analizado por ella. Había muy pocas cosas que se escapaban del control de Emil Carswell. Ella seguramente ya sabía incluso antes de venir cuales eran mis planes, que decidiera estar aquí incluso sabiéndolo, me hablaba de lo poco que le importaba que yo asistiera a mi reunión.- ¿Desea tomar un café?

- Si no es mucha molestia.- Ella sonrió de lado, incorporándose y siguiéndome. Volví a subir a mi departamento, pero esta vez acompañada de ella. Dejé mis cosas en la entrada y le ofrecí asiento en lo que colocaba el agua caliente. Tomé mi teléfono y mandé una disculpa al hombre con el que iba a tener una cita, mencionando que me había surgido un problema personal antes de dejarlo de lado y permanecer callada.

No sabía porque la madre de Edward estaba aquí. Sabía que se había retirado de la dirección de su empresa después de que su esposo casi muriera, pero era todo. Ella no era precisamente el tipo de persona con un carácter fácil de asimilar y en realidad intimidaba bastante con su mirada aguda, por lo que yo evitaba molestarla con charlas innecesarias que sabía a ella le irritaban más que a nada.

Ella habló solo cuando puse el café frente a ella.

- Edward tiene un año trabajando en un caso difícil.- Ella comenzó tomando un sobre de azúcar y vertiendo la mitad en su taza.- ¿Conoces al magnate Alessandro Caruso?

- ¿Él que ganó fama por volverse millonario de la nada absorbiendo y vendiendo empresas? - Cuestioné y Emil asintió.

- Es la nueva identidad de Edward.- Dijo revolviendo su café.- Pero para entrar al juego de los grandes hombres de poder necesita ayuda, ya que todos sabemos, muchas de las aguas fangosas son movidas y conocidas por las esposas de estos hombres.

- ¿Necesita un espía cerca de una de ellas? - Pregunté con cautela.

- Edward necesita una compañera para que su plan tenga éxito y seguramente no va a tardar en preguntarte si puedes ayudarlo.- Tomó de su café y me miró directamente, pero yo negué.

- He decidido mantenerme alejada de situaciones peligrosas.- Le dije con toda la valentía que tenía, porque en verdad me sentía intimidada con su presencia.- Creo que el señor Carswell puede encontrar otra compañera que sea lo suficientemente adecuada.- Apreté mis manos juntas al verla tomar otro sorbo de café.

- Sé que estás intentando olvidar tu amor no correspondido por mi hijo.- Ella dijo.- Pero creo que deberías de posponerlo solo un poco más, porque esta vez él no podrá hacerlo solo sin una compañera tan compatible con él como tú. Puedes elegir darte la vuelta a todo lo que te estoy pidiendo.- Se puso de pie.- Pero, ¿Podrás perdonarte a ti misma cuando lo estén enterrando? ¿O podrás ver a Angelique a los ojos y decirle que pudiste hacer algo por él pero no lo hiciste?

- Eso...- Me sujeté de la barra, sintiendo que mi cuerpo entero se ponía rígido ante la mención de su posible muerte.- Es cruel.

- Pero real, Adele.- Emil dijo pareciendo más cansada.- Renuncia al amor que le tienes solo después de esta misión.

- ¿Es una orden? - Le pregunté algo a la defensiva, pero me sorprendí cuando ella negó.

- Es la solicitud de una madre preocupada por la vida de su hijo.- Ella dijo, acercándose a la puerta. La seguí para despedirla, pero me detuve cuando se dio la vuelta.- Siempre hay detrás de una máscara sentimientos y emociones reales. Es lo que hace la diferencia entre ser descubierto o no, Adele.- Emil tomó un mechón de mi cabello antes de soltarlo.- Las mentiras más reales se construyen sobre verdades. No lo olvides.

Emil cruzó la puerta y yo me sujeté de ella para despedirla.

- Ah, por cierto.- Se dio la vuelta de nuevo.- Tu cita de hoy será arrestado por malversación de fondos.- Se puso sus lentes de sol.- Si después de tu asignación todavía deseas encontrar un hombre que valga la pena, mejor llámame a mí. Ya sea príncipe, rey o magnate.- Enumeró con sus dedos.- Si vas a superar a mi hijo, al menos hazlo bien.

Se fue sacándome una espontánea sonrisa de incredulidad. Observé su espalda hasta que entró al ascensor y cuando desapareció dentro, cerré la puerta.

Lady maulló desde mi sillón cuando la miré. Me senté a su lado y la puse en mi regazo.

- ¿Qué dices? ¿Queremos tener de novio a un príncipe, a un rey o a un magnate? - Le pregunté y ella maulló de nuevo.- ¿Príncipe? - No hizo ningún sonido.- ¿Rey? - Nada.- ¿Magnate? - Me puso una pata en la mano.- ¿Edward?

Maulló.

- Eres una traidora.- Le apunté con el dedo y ella me mordió, pero no la culpaba. Yo también prefería a Edward.

Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora