Capítulo 44: ¿Así de fácil?

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La residencia Volkov estaba más silenciosa que de costumbre al momento en que entré, pero aún estaban los rostros conocidos que me aseguraban que Jasha se encontraba en el lugar y Artem no tardó en mandarme mensaje sobre su posición, que sin mayores sorpresas era su estudio.

Subí con cierto sentimiento de expectación. Podrían suceder muchas cosas, pero creí que lo más oportuno era terminar con total relación entre ambos. La amistad en este tipo de situaciones nunca era lo ideal. 

Junte mis manos por un segundo de vacilación frente al par de puertas cerradas y después abrí una de ellas para deslizarme dentro sin llamar, pero Jasha no se molestó y en cambio sonrió haciéndome una señal para que me acercara. Lo hice, pero no completamente, quedé a una distancia segura con el escritorio y un poco más de espacio entre nosotros. 

- Jasha.- Dudé antes de poner la caja frente a él y dejé que el silencio se extendiera por un momento, sin saber cómo comenzar.- Eres en verdad un gran hombre y me has apoyado durante todo este tiempo. Te lo agradezco sinceramente, pero...

- ¿Es por Edward Carswell? - Cuestionó después de un momento. Incliné mi cabeza, sintiendo culpa y algo de temor involuntario cuando lo vi apretar la mandíbula al tomar el anillo de regreso. Me preparé para su molestia, pero extrañamente el sonrió de lado.- Está bien.- Se puso de pie y rodeó el escritorio e inclinándose hacía mí tomó mis mejillas y besó mi frente. Su mano bajó y se poso en la base de mi cuello, sin presionar, pero las piernas me temblaron y sentí un vistazo de miedo recorrerme. Él me miró directo a los ojos con suma intensidad y retuve el aliento, expectante. Jasha retiró su mano.- Nuestro tiempo fue corto, pero me has dado más que suficiente.- Se separó.- ¿Cómo podría retener tu felicidad, Adele? 

¿Así de fácil? Fruncí un poco el ceño sin saber exactamente como sentirme al respecto al haber terminado con esta relación de una manera tan sencilla. 

- Umm.- Di un paso hacía atrás.- Gracias, supongo.- No importaba que, me sentía muy incómoda.- Espero que encuentres la felicidad, Jasha.- Agregué al final.- Voy a recoger mis cosas.

- Adelante.- Me hizo un gesto hacía la puerta.- Adiós, Adele.

Me despedí con un gesto de mi mano y terminé saliendo con una ligera sensación de aturdimiento. Me dirigí hacía mi habitación y comencé a tomar lo que había traído conmigo originalmente a Rusia. Tomé mis maletas, comenzando a llenarlas con la mente distraída en la extraña ruptura, así como un dolor extraño en el pecho ante la idea de dejar este lugar para siempre, ¿Realmente me había llegado a importar tanto Jasha? ¿Por eso tenía tantas ganas de llorar? No sabía ni lo que estaba sintiendo, pero ciertamente era desesperante. 

Cuando estaba cerrando la última maleta, escuché un toque en la puerta. Giré mi cabeza y descubrí a Artem ahí. Se acercó y colocó un sobre gordo dentro de una de mis mochilas antes de hablarme.

- Es bueno saber que te vas.- Dijo después de un momento. Puse los ojos en blanco.

- ¿Lo dices para que no te quite el bono del mejor empleado? - Le di un golpe en el costado provocándole una sonrisa.

- Si, bueno.- Se llevó las manos a su cabello.- Creo que tu lugar no está en Rusia.

- Creo que no.- Suspiré dándole una de mis maletas para que me ayudara a bajarlas, yo tomé la otra y ambos fuimos hasta el nivel inferior donde ya había un automóvil color negro esperándome. El chofer tomó las maletas y esperó a que subiera, pero me detuve por un momento antes de abrazar a Artem. Él dudó con sus manos estáticas antes de ceder y abrazarme con fuerza.

De alguna manera me dolía más separarme de él que de Jasha, sentía que nuestra corta amistad estaba llena de significado y tal vez fue por eso que no pude evitar derramar unas cuántas lágrimas. Artem me pasó un pañuelo cuando nos separamos y me observó con el rostro lleno de emociones que no pude leer.

- Mantente cerca siempre de aquellos que puedan protegerte, Adele.- Dijo colocando una mano en mi cabeza.- No confíes en nadie y si sientes la necesidad de correr, hazlo.- Asentí conmovida por sus palabras. Parecían las de un hermano mayor preocupado.

- Ten una buena vida, Artem.- Dije un momento después.- Mantengámonos en contacto.

- Claro.- Me condujo al automóvil.- Yo me haré cargo de todo por aquí.

- Como siempre.- Me reí, colocando un pie dentro del automóvil.

- ¡Señora! - Me detuve y vi a la niñera del hermanito de Jasha con él en brazos correr hacía nosotros.- ¿Se va? - Preguntó sin aliento por haber hecho actividad física con un cuerpo que no estaba acostumbrado a ello. Sonreí asintiendo.

- Perdona por no despedirme.- Le dije volviendo a salir y ella hizo una expresión complicada.

- Pero si se va.- Señaló al pequeño.- Él no se tranquiliza sin usted.- Y de hecho, como si el pequeño rubio supiera que se referían a él estiró sus brazos hacía mi, lloroso. Mi corazón dio un vuelco y lo sostuve por una última vez limpiando su hermosa carita. 

- Va a acostumbrarse.- Lo mecí con un nudo en mi garganta, yo también me había encariñado con él y es que era tan bonito que no podía evitar querer llenarlo de besos. Mi corazón dolía y mi cabeza también comenzó a tener un rastro del comienzo de una severa migraña. De pronto me nació la extraña necesidad de llevármelo, pero sabía que la idea era absurda.- Con él tiempo olvidará quién soy.- Le sonreí a su niñera.

- ¡Pero usted es...! - Ella se calló después de que Artem le diera un ligero empujón. Los miré confundida y de pronto sentí otra mirada. Levanté mi rostro para ver que una de las ventanas que daban hacía mi dirección estaba abierta y Jasha permanecía a la vista.

Artem me quitó al pequeño y me empujó hacía el vehículo con algo de fuerza, sacándome de mis pensamientos y sorprendiéndome con sus acciones.

- Adiós, Adele.- Dijo antes de cerrar la puerta. El chofer partió de inmediato y pronto la vista de la mansión Volkov quedó atrás. Pensé durante mucho tiempo en lo extrañas que se habían puesto las cosas de repente, como en la tranquila manera de romper con Jasha, la reacción de la niñera y de Artem que parecían nerviosos hasta cierto punto, así como la tristeza del pequeño Mikhail, pero después de deliberar conmigo misma y sobre todo cuando pensaba en el bebé, el dolor de cabeza se había hecho insoportable hasta que me rendí para tener un poco de sueño de regreso en el avión.

Me concentré tanto en ello que olvidé pensar en una respuesta sobre mi relación con Edward.

Además, ahora estaba sin trabajo.

Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora