Capítulo 3: Una cita verdaderamente desastrosa.

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La cita se concertó esa misma noche, por lo que me preparé a conciencia pensando en que podría tener sexo hoy, así que hice que mi ropa interior negra combinara debajo de una falda de corte recto a la rodilla y una blusa color vino tinto lisa que faje de manera no muy fija a mi cuerpo. Tomé mi cartera y llevé un mechón de cabello rubio detrás de mi oreja después de un breve vistazo al espejo.

No había podido tener relaciones sexuales desde que perdí la virginidad a mis diecinueve años, pero creí que tomar este paso era importante para comenzar a dejar de lado la estúpida expectativa que tenía de Edward Carswell.

Igual, no sabía qué tan apropiada era la idea de que se hubiera elegido un hotel para ello, pero no pensaba ponerme a discutir sobre el lugar. Tomé mis llaves y pasé primero por el departamento de Ashton, toqué la puerta y lo vi abrirla con un palillo de paleta helada entre los labios, se sacó el contenido frío de la boca, observándome.

- ¿Y? - Giré sobre mi misma teniendo cuidado de no tropezarme con mis zapatos de tacón de aguja.- ¿Cómo me veo?

- Cómo una femme fatale.- Dijo sonriendo y después haciendo un gesto hacía mis medias.- Eso le dan un plus muy atractivo, cualquiera que te viera caerá a tus pies.

- No creo que cualquiera.- Mi sonrisa disminuyó.

- Yo creo que si, incluso el gran jefe babearía por ti.- Ashton tomó mi cabeza y me hizo verlo.- Pero recuerda que si quieres olvidarlo debes de dejar de pensar en cuáles serían sus reacciones. Créeme que después de un buen sexo, muchas penas se olvidan.

Negué divertida.

- Sátiro.- Lo acusé antes de retroceder, despidiéndome con la mano.

- ¡Mustia! - Él me gritó cuando llegué al ascensor y le paré el dedo antes de que las puertas se cerraran. Vi mi reflejo a través del metal reflejante y suspiré sabiendo que Ash tenía razón.

Hoy debía dejar atrás la idea de Edward Carswell en mi mente.

***

Esperé en la barra de la recepción en la zona del restaurante del hotel con una copa de clericort entre mis manos, deslizándola de un lado a otro, esperando a Valerian Monkov y no me decepcionó cuando sentí que alguién se sentaba a mi lado antes de ver una mano varonil con anillos negros y en plata en sus dedos aparecer en mi campo de visión. Giré mi cabeza para verlo y me encontré con una coqueta pero arrebatadora sonrisa digna de un chico que gritaba problemas con unos ojos oscuros y cabello rubio peinado de forma informal.

- ¿Eres la encantadora Adele? - Cuestionó con voz suave pero seductora.

- No se si encantadora.- Correspondí su gesto, tomando su mano.- Pero mi nombre si es Adele. ¿El suyo es Valerian?

- En efecto.- Él retiró su mano sin ser invasivo, lo que se ganó puntos de inmediato en mi lista.- Debo decir que es un placer conocerla, ya había escuchado hablar de usted como amiga de Angelique Carswell.

- Ah, sí.- Asentí hacía él cuando desvió su atención para pedir un whisky, pero se lo entregaron solo hasta que nos condujeron a una mesa en el centro del lugar, permanecí un momento en silencio evaluando su apariencia y dándome cuenta de que no estaba nada mal, pero algo definitivamente no terminaba de convencerme.

Su rostro no lo era y su cuerpo que parecía estar bien constituido debajo de su traje semi formal tampoco, así que no me permití ser muy quisquillosa con la idea y me repetí el darle una oportunidad.

- Así que...- Dudó por solo un breve instante por el silencio que se construyó ante ambos.- Cuéntame un poco de tu vida.

- No hay mucho, generalmente solo trabajo y paso tiempo con mi gata. ¿Y tú? - Cuestioné al final de mi corta introducción.

Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora