Bianca me citó en un café días después.
El lugar se encontraba en una zona exclusiva y claramente privilegiada, pero la zona de la reunión fue en otra parte privada del local. Hacía el fondo, aislado de la vista de cualquier otro comensal y con las vistas hacía una pequeña cascada artificial que podía verse a través del ventanal con mariposas en cautiverio que se transportaban de unas hojas a otras y aquellas que se encontraban cómodas en una sola sin hacer ningún intento por volar. La gama de colores entre el verde de las plantas, las flores y el colorido de las alas parecían formar una armonía en el cuadro lleno de vida, pero aún así me despedía una sensación de tristeza.
- Son bellas, ¿No es así? - Cuestionó señalándolas con un gesto de la taza de porcelana fina que sostenía en su mano derecha.- La dueña del lugar dice que incluso si las soltara, no sobrevivirían porque todo su mundo está reducido. Sin libertad, solo para que puedan apreciar su belleza día a día hasta que se marchite.
- Es un reservorio bonito.- Tomé mi taza, pensando en que hablábamos más allá de las mariposas.- Pero no deja de ser una prisión.
- Los hombres suelen decir que solo hace falta una mujer bella para ser arruinados.- Una voz femenina se hizo presente y giré mi cabeza para ver a una joven de cabello castaño claro y ojos miel que pude reconocer como Alessandra Romano, 29 años y era fanática de tejer.
Bianca y yo nos pusimos de pie para saludarla.
- Siempre tan acertada, Romano.- Dijo Bianca.- Deja te presento a Livia Caruso, la querida esposa de Alessandro Caruso.
- Ah, por supuesto.- Ella me saludó.- No creo que se te olvide mi nombre, entonces.- Sonrió.- Solo tienes que agregarle el femenino al de tu esposo.
- Alessandra.- Correspondí su gesto.- Es un placer conocerla.- La mujer aceptó mis palabras y pasamos a volver a sentarnos. Un empleado puso su café frente a ella casi de inmediato.
- ¿Qué estábamos hablando de los hombres? - Alessandra retomó el tema revolviendo crema y azúcar a su café.- ¿Sobre su inutilidad de entendimiento? ¿Sus miras cortas? ¿Su capacidad de echarnos la culpa de todas sus desgracias?
- Hablar de capacidad y la palabra hombre en la misma oración carece de significado, Alessandra.- Bianca mencionó con ironía.
- Que alegría llegar justo a la hora del tema que más me gusta.- Giré mi cabeza para ver a otra mujer con el cabello castaño chocolate y rayos más claros acercarse al lado de otra de cabello negro y lacio. Ambas tenían un cuerpo obviamente operado pero no dejaba de ser impresionante por la manera en que vestían sin verse vulgares.- Por favor, no se paren.- Dijo cuando íbamos a ponernos de pie. Carmina Lombardi tomó asiento primero y no dejó de hablar mientras Chiara D'angelo se sentaba en silencio a su lado.- Tú debes de ser la nueva y recién casada del famoso Alessandro Caruso.
Asentí.
- Felicidades.- Chiara D'angelo dijo con voz baja.
- Gracias.- Le dije antes de ser interrumpida por una risa.
- Te felicitaría por casarte con un hombre rico si lo ameritara.- Dijo Carmina.- Pero lo único que hiciste fue encerrarte a ti misma en una jaula de la que nunca podrás salir.
- No todo mundo odia su jaula, Carmina.- Dijo Alessandra con diversión mientras traían las bebidas de las recién llegadas.
- Además, Alessandro Caruso es joven, lleno de energía y la trata como reina.- Bianca dijo al resto.- Un matrimonio por amor es muy raro en nuestra sociedad.
- Hasta que le guste alguien más bonita que tú y entonces verás como su supuesto amor se esfuma para proceder a meter su pene en cualquier agujero con falda.- Carmina dijo.- Así son los hombres, seres incapaces de reprimir sus más bajos instintos.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
RomanceAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...