Capítulo 11: Soluciones, Adele. Soluciones

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Bianca me citó en un café días después.

El lugar se encontraba en una zona exclusiva y claramente privilegiada, pero la zona de la reunión fue en otra parte privada del local. Hacía el fondo, aislado de la vista de cualquier otro comensal y con las vistas hacía una pequeña cascada artificial que podía verse a través del ventanal con mariposas en cautiverio que se transportaban de unas hojas a otras y aquellas que se encontraban cómodas en una sola sin hacer ningún intento por volar. La gama de colores entre el verde de las plantas, las flores y el colorido de las alas parecían formar una armonía en el cuadro lleno de vida, pero aún así me despedía una sensación de tristeza.

- Son bellas, ¿No es así? - Cuestionó señalándolas con un gesto de la taza de porcelana fina que sostenía en su mano derecha.- La dueña del lugar dice que incluso si las soltara, no sobrevivirían porque todo su mundo está reducido. Sin libertad, solo para que puedan apreciar su belleza día a día hasta que se marchite.

- Es un reservorio bonito.- Tomé mi taza, pensando en que hablábamos más allá de las mariposas.- Pero no deja de ser una prisión.

- Los hombres suelen decir que solo hace falta una mujer bella para ser arruinados.- Una voz femenina se hizo presente y giré mi cabeza para ver a una joven de cabello castaño claro y ojos miel que pude reconocer como Alessandra Romano, 29 años y era fanática de tejer.

Bianca y yo nos pusimos de pie para saludarla.

- Siempre tan acertada, Romano.- Dijo Bianca.- Deja te presento a Livia Caruso, la querida esposa de Alessandro Caruso.

- Ah, por supuesto.- Ella me saludó.- No creo que se te olvide mi nombre, entonces.- Sonrió.- Solo tienes que agregarle el femenino al de tu esposo.

- Alessandra.- Correspondí su gesto.- Es un placer conocerla.- La mujer aceptó mis palabras y pasamos a volver a sentarnos. Un empleado puso su café frente a ella casi de inmediato.

- ¿Qué estábamos hablando de los hombres? - Alessandra retomó el tema revolviendo crema y azúcar a su café.- ¿Sobre su inutilidad de entendimiento? ¿Sus miras cortas? ¿Su capacidad de echarnos la culpa de todas sus desgracias?

- Hablar de capacidad y la palabra hombre en la misma oración carece de significado, Alessandra.- Bianca mencionó con ironía.

- Que alegría llegar justo a la hora del tema que más me gusta.- Giré mi cabeza para ver a otra mujer con el cabello castaño chocolate y rayos más claros acercarse al lado de otra de cabello negro y lacio. Ambas tenían un cuerpo obviamente operado pero no dejaba de ser impresionante por la manera en que vestían sin verse vulgares.- Por favor, no se paren.- Dijo cuando íbamos a ponernos de pie. Carmina Lombardi tomó asiento primero y no dejó de hablar mientras Chiara D'angelo se sentaba en silencio a su lado.- Tú debes de ser la nueva y recién casada del famoso Alessandro Caruso.

Asentí.

- Felicidades.- Chiara D'angelo dijo con voz baja.

- Gracias.- Le dije antes de ser interrumpida por una risa.

- Te felicitaría por casarte con un hombre rico si lo ameritara.- Dijo Carmina.- Pero lo único que hiciste fue encerrarte a ti misma en una jaula de la que nunca podrás salir.

- No todo mundo odia su jaula, Carmina.- Dijo Alessandra con diversión mientras traían las bebidas de las recién llegadas.

- Además, Alessandro Caruso es joven, lleno de energía y la trata como reina.- Bianca dijo al resto.- Un matrimonio por amor es muy raro en nuestra sociedad.

- Hasta que le guste alguien más bonita que tú y entonces verás como su supuesto amor se esfuma para proceder a meter su pene en cualquier agujero con falda.- Carmina dijo.- Así son los hombres, seres incapaces de reprimir sus más bajos instintos.

Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora