Había algo de verdad en que el amor era, de todos los sentimientos, el más ciego y estúpido, pero estaba perdida desde que conocí a Edward Carswell. Así que, podría decirme a mí misma lo ciega y estúpida que era en un momento, para al siguiente estármelo bebiendo con la mirada.
Desde que en la academia militar vi a un oficial de dos rayas de unos impresionantes ojos verdes y cabello oscuro portando el uniforme como si hubiera nacido con él puesto, caí completamente flechada. Tenía dieciséis años en ese momento y no pude evitar suspirar al lado de mi nueva compañera de pelotón.
***
"¿Qué?" Había susurrado por estar en formación.
" Él es tan guapo" Dije de regreso, observándolo mandar a uno de los estudiantes de último año para mover la formación de la primera compañía de hombres, pero después otro uniformado de dos barra se le acercó, también de botas altas de cuero, pero no todos usaban, eso también fue lo que me llamó la atención.
Angelique me había dado un codazo.
"¿De qué hablas? Si hasta asco da verlo" Dijo y la miré por el rabillo del ojo viéndola hacer una mueca. "Créeme que si lo conocieras te daría repel".
"¿Lo conoces?" Pregunté de regreso.
"Es mi hermano" Ella dijo observándolo y como si él hubiera presentido nuestras miradas giró su cabeza, pero a mi ni siquiera me miró, sus ojos estaban fijos en su hermana, quién se burló en silencio de él. Si, incluso en ese momento en el que supe que ni siquiera reparó en mi existencia, quedé completamente idiotizada por él.
***
Ahora tenía veinticinco años y estaba estancada en la misma situación, pero era consciente de que debía cambiar.
Giré mi lápiz con la mirada fija en el reporte de actividades de mi última misión y me di cuenta de que mi vida iba siempre de un lugar a otro, arriesgándome, pero al volver a casa siempre estaba sola. Bueno, tenía una gatita, pero no podía considerarla como toda mi familia.
Angelique acababa de pasar por su ceremonia de coronación y de boda. En ese momento, al verla tan contenta al lado del hombre del que se había enamorado sentí una punzada de tristeza porque siempre estaba esperando que algo cambiara entre Edward y yo, pero el tiempo pasaba y yo no me hacía más joven, en cambio solo dejaba ir que mi juventud se fuera con una esperanza vana en mente.
No me quería casar de inmediato ni tener hijos, pero debía considerar replantearme mi vida antes de que fuera demasiado tarde.
Me levanté de mi oficina, tomando los papeles del escritorio con detalles en cristal negro y madera oscura donde estaba además mi computadora portátil con mi última conversación con Angelique donde me mandaba fotos de su hijo Aren imitando la postura de su padre cuando se paraba, pero la rompía de inmediato en las siguientes capturas, viéndose agotado.
Mi mejor amiga parecía estar disfrutando su nueva etapa como reina y como madre con mucha felicidad, sobre todo ahora que parecía estar esperando a su segundo hijo o hija. Su esposo definitivamente quería una niña, pero Angelique presentía lo contrario, solo que se lo guardaba para no arruinarle la esperanza a su esposo.
Hacía cinco años había sido asignada para proteger a Klaus Ostergaard que en ese momento había sido príncipe heredero y ahora estaba casada con él, definitivamente se había convertido en el chisme del siglo en la compañía.
Despejando mi mente y alejando mis pensamientos de Angelique, cerré mi portátil, salí de mi oficina pensando llegar a casa después de entregar mi reporte, por ello me tomé la molestia de colocarme mi abrigo antes de apagar las luces y dirigirme al ascensor para tomar el último botón que me llevaría a su piso. Esperé pacientemente con la mirada sobre los números cambiantes conforme el mecanismo de la caja se movía. Me mordí el labio superior pensando en solicitar unas cortas vacaciones antes de planear tomar otro caso cuando las puertas se abrieron y me encontré con la mirada de su secretaria, quién apuntó hacía la puerta con una pequeña mueca.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
Roman d'amourAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...