No lo amaba.
Lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba.
Traté de respirar hondo, según lo que me habían enseñado las clases prenatales, pero no funcionaba. Maldije por lo bajo después de que otra contracción me tomara desprevenida y me hiciera sentir que algo me estaba partiendo desde abajo.
Prefería una tortura a un parto, sinceramente.
Me sostuve de las sábanas y las apreté con fuerza con una nueva oleada de dolor ya sin molestarme por lo desastrosa que de seguro me veía con el cabello como si de un nido de pájaros se tratara, mis mejillas llenas de lágrimas que no podía detener y mis facciones desfiguradas por el dolor. Al principio aguante, tratando de hacerme la fuerte en frente de Edward, pero después de doce dolosas horas de trabajo de parto estaba agotada tanto física como mentalmente para disimular lo mucho que estaba sufriendo.
Edward trató de consolarme, poniendo su mano encima de la mía, pero prácticamente le gruñí molesta y levanté la mano cerrada para golpearle el brazo con la poca fuerza que me quedaba.
- ¡No me toques! - Le grite en medio del llanto y él me regresó la mirada con una expresión complicada. Su cabello estaba cubierto por un gorro de quirófano y su rostro estaba parcialmente cubierto por un cubrebocas además de la ropa quirúrgica que llevaba para estar dentro de este lugar, pero aún pude leerlo.
La doctora me pidió que abriera mis piernas después de que las contracciones fueran cada vez más seguidas y entonces introdujo dos de sus dedos enfundados en guantes de látex blancos para checar la dilatación. Hice una mueca por la intrusión, pero suspiré de alivio cuando ella dijo que ya estaba completa, solo hasta que llegó la parte de pujar y mejor procedí a morderme el labio hasta casi quedarme sin él antes que gritar, pero el dolor fue agonizante.
Lo intenté y lo intenté varias veces en cada contracción, pero simplemente no podía más. Respiré agitada después del último intento fallido y me dejé caer en la camilla con la vista en el techo. Sentí que por breves momentos veía todo negro y al girar la cabeza observé a Edward, viéndolo mucho más pálido que de costumbre, pero aún así sus ojos me mantuvieron anclada a la realidad. Él se inclinó y pegó su frente contra la mía que estaba cubierta de sudor.
- Inténtalo una vez más, preciosa.- Susurró contra mí mientras estaba en medio de un sollozo sin voz.
Asentí, escuchando a pesar de lo bajo de su volumen la seguridad que necesitaba y cuando llegó de nuevo la contracción apreté los dientes y di lo último que me quedaba de fuerza para pujar. Entonces escuché un llanto fuerte y me dejé caer contra la cama mientras la ginecóloga le pasaba nuestro hijo al pediatra y este se dedicaba a hacerle la evaluación y cuidados iniciales antes de acercarlo y colocarlo en mi pecho. Así pude conocer por primera vez el pequeño rostro de Conrad Carswell que estaba rojo de estar llorando con fuerza, sus mejillas suaves y regordetas con un leve olor a sangre manando de él y una capa blanca que parecía algo pegajosa en su mayoría abarcando los pliegues de su cuerpo. Estaba inquieto, pero una vez me reconoció fue calmándose hasta quedarse dormido contra mi pecho.
Levanté el rostro sintiendo que el dolor que estaba sintiendo mientras la ginecóloga se encargaba de eliminar por completo la placenta de mi cuerpo ya no importaba, en comparación con lo feliz que me sentía por el pequeño bulto entre mis brazos. Levanté la mirada hacía Edward y él peinó mi cabello antes de detenerse y sonreír.
- ¿Todavía no puedo tocarte? - Cuestionó.
- De preferencia no.- La ginecóloga respondió con humor, acercándose después de terminar.- Al menos hasta que ella se recupere y eso es en un promedio de cuatro a seis semanas. -Me reí y esperé hasta quedarnos solos cuando ella y el resto fueron a pedir la camilla para acercarlo, haciendo que se inclinara.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
Roman d'amourAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...