Desperté sola en la habitación de Edward. Me levanté, observando la luz del sol entrar irritantemente por las ventanas. Encontré una nota y una tarjeta negra en el buró junto con un desayuno frío.
"Lo siento por no dejarte regresar a tu habitación. Hoy es un buen día para renovar tu armario. Disfruta el día, Livia".
Casi puse los ojos en blanco por su disculpa, pero no desdeñé el desayuno y me detuve a tomarlo antes de regresar a mi propia habitación para quitarme el vestido. Me puse una falda blanca y una blusa color amarillo con zapatos de piso antes de salir para comprar todo lo que necesitaría como esposa de Alessandro Caruso.
Me dirigí a uno de los centros comerciales de mayor renombre, en donde compraban solo aquellas familias con el dinero suficiente como para permitírselo y desde que estuve fuera del lugar me pareció impresionante por la estructura que presentaba, como si se tratara de un palacio moderno con al menos dos cópulas y un jardín impresionante en la entrada que tenía fuentes de belleza renacentista y al entrar al lugar climatizado artificialmente pude notar las paredes exquisitamente pintadas con expresiones de arte que no hacían más que parecer otro nivel de estilo de vida en este centro.
Caminé por el lugar, sorprendiéndome de lo enorme que se veía por dentro y observé varios escaparates sintiéndome perdida. Ni siquiera sabía por dónde empezar o qué tipo de lugar sería mejor para una mayor impresión, el asunto de la moda de alta gama nunca fue mi fuerte, si no el de Angi. Recorrí varios lugares antes de detenerme ante la vista de un vestido de color blanco que era tan elegante que me encantó desde el primer momento, me mordí el labio preguntándome si de verdad lo necesitaba, pero al final me convencí a mi misma de que sí y entré al lugar.
Una de las empleadas se dirigió hacía mi con una sonrisa forzada después de haber evaluado mi atuendo de arriba hacía abajo.
- ¿Puedo ayudarla en algo? - Preguntó.
- Ah, sí.- Apunté al vestido.- ¿Cuánto cuesta?
- No creo que pueda pagarlo, ¿No le parecería mejor verificar el apartado que tenemos al final? Estoy segura de que encontrará algo de su gusto.- Dijo hacía mí.
- Creo que si puedo permitírmelo.- Sonreí hacía ella antes de repetir mi pregunta.- ¿Cuánto cuesta?
- No se ofenda, pero en este lugar solo asisten clientes de importancia y el vestido claramente no está en sus posibilidades.- Ella hizo un movimiento hacía la puerta.- Así que si no piensa ocultar su apariencia que solo entorpece la entrada, le ofrezco que se retire.
Abrí mis labios para responder a su grosería cuando sentí una mano posarse en mi hombro.
- ¿Tiene algún problema con mi invitada? - Me paralicé ante el sonido de su voz y el estómago se me apretó de inmediato mientras la dependienta se ponía pálida.
- N-no.- Bajó la cabeza.- L-lo siento mucho, signore Leone.
- El vestido.- Él dijo, sin aceptar la disculpa de ella.- Ajústenlo a su medida y entrégueselo.
- S-si, señor.- La voz de la mujer tembló antes de pedirme que la acompañara. La seguí como en piloto automático y tomé el vestido para probármelo. Una costurera entró y colocó los alfileres correspondientes en el vestido y sus anotaciones antes de dejarme ir. Entonces, cuando la mujer del principio me dijo que estaría listo en una hora y sería enviado a la residencia Caruso terminé asintiendo para preguntar dónde podía pagar, pero ella me dijo que la cuenta a estaba saldada. Sonreí con ironía antes de volver al principio y finalmente enfrentar al hombre que me había salvado de una vergonzosa situación.
Hombros altos, altura de metro noventa, mentón bien definido, barba arreglada y ojos azules que me recordaban terriblemente a mi mejor amiga, pero ese par de iris intimidaban mucho más que los de Angi.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
RomanceAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...