Capítulo 42: Pesadillas.

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Había algo de belleza en un paisaje que estaba sumergido en el frío. Permanecía impasible ante la inclemencia de lo que le rodeaba, aunque los árboles hubieran dejado ir sus hojas y los animales murieran o se escondieran para pasar el clima. Aún había un tipo de calma tranquila en la naturaleza que no permitiría que nada terminara por matarla, solo esperaba por un tiempo mejor...

- Señora, el señor no tarda en llegar.- Artem dijo, en la puerta de la habitación señalando la comida que había dejado intacta. Sonreí de lado hacía él y asentí acomodándome cuando él acercó la comida para que comiera. Ambos nos meteríamos en problemas si no comía, por eso no dije nada y procedí a ser obediente, llenándome con pequeños bocados hasta casi terminar, pero no pude hacerlo y Artem lo aceptó alejándome de nuevo los platos.

Él hombre era mi único amigo en este lugar, al menos el único que mostró amabilidad y simpatía por mi situación aunque no hiciera nada por ayudarme a escapar, ¿Podía culparlo? Tenía una familia propia por la cual preocuparse y arriesgarse el cuello por una desconocida por más lamentable que fuera ni siquiera sería algo que yo haría.

De todas maneras... Puse una mano en mi abdomen abultado.

Ya no había manera de escapar.

Así como un árbol azotado por el invierno, me resigné a lo que me sucedía. Dejé de correr, dejé de luchar y me limité solo a existir.

Una vez escuché a una agente decir que no había peor situación en la que podía ponerse una mujer que a merced de un hombre con poder sin un respaldo detrás, ni nadie que pueda protegerte.

En ese momento había pensado que era una idea extraña, pero ahora entendí ese razonamiento a la perfección.

Si no hubiera estado tan desesperada por alejarme de Edward, si mi estado mental no hubiera estado tan alterado me habría pensado un poco mejor las cosas, habría intentado hacer mis propias averiguaciones o al menos ser más cautelosa antes de entrar a la guarida del lobo, pero Jasha había sabido todo eso y por eso me pudo envolver hasta que fue demasiado tarde.

Estaba en una situación que era completamente mi culpa.

La razón de haber dejado de pelear fue Conrad, porque cuando se llegó el tiempo de traerlo aquí me enteré del embarazo y pensaba abortar, pero Jasha me amenazó con su vida, manteniéndolo lejos pero cerca, sabía que Conrad se había dado cuenta, pero después de que Volkov le dijera a Conrad que me mataría si se le ocurría decirle a alguien más, él acató, entendiendo a pesar de su edad el tipo de situación en la que estaba. 

Con tal de no volver a poner a mi hijo en una situación difícil o arriesgarlo de cualquier manera no volví a ser rebelde y solo me resigné a ser una incubadora.

No sabía que pasaría al final, ya que le diera a luz, probablemente me mataría. Todo esto solo era por su terrible obsesión de quedarse con una parte de la mujer que "amaba". Era su enfermiza idea de que si teníamos un hijo, sería como si su ex esposa lo hubiera tenido. Ni siquiera entendía su lógica, pero yo era solo un medio para su objetivo. 

Al menos había dejado de llamarme Monika.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Jasha apareció por la puerta de la habitación, viéndose como un demonio guapo que se acercó sabiendo que era completamente sumisa a lo que se le ocurriera hacerme y se sentó para colocarme en sus piernas, ambos escuchamos el tintineo de las cadenas que terminaban en aros de metal sobre mis tobillos, impidiéndome ir lejos de la habitación. Jasha movió sus manos hacía mis pies descalzos y rodeó uno de ellos con su grande y helada palma. 

Me estremecí en silencio y no dije nada, ambos notamos la cicatriz de mi pierna, de mi último intento de escape en el que me terminó destrozando la pierna para que ya no pudiera correr, pero nada fue mencionado y en cambio él pasó sus manos por el resto de mi cuerpo con libertad antes de comenzar a emocionarse y quitarme la ropa interior... 

Me dejé llevar, ¿Qué más se suponía que podía hacer? Resistirse siempre fue peor.

***

Estaba cansada y me dolía absolutamente todo el cuerpo. 

Está vez el dolor fue insoportable y el médico que me había asistido fue horriblemente brusco. No había querido que él me revisara, pero fui amarrada a la cama de partos sintiéndome como un animal durante el procedimiento. Así como el dolor mucho más insoportable, a tal grado que no pude evitar gritar y una enfermera me había abofeteado diciéndome que me callara.

Nunca me había sentido tan humillada y vulnerable en toda mi vida, pero no volví a cometer el error de gritar y me concentré en dar a luz con todas mis fuerzas. 

Pude lograrlo después de sentir que iba y venía del infierno, así cuando escuché su llanto sentí demasiadas cosas a la vez pero el instinto pudo más que el miedo o el rencor hacía su padre por lo que lo quería conocer, pero se me negó y una enfermera me instó a volver a la habitación... caminando. 

Y lo hice. Apreté los dientes, aguantándome el dolor y me tambaleé todo el camino hasta donde se llevaron a mi hijo. Las piernas me temblaban y la sangre se deslizaba libre manchando el suelo, pero quería ver al pequeño que había escuchado fue varón. Al abrir la puerta vi que ya estaba en los brazos de Jasha.

Me detuve, estática y me recargué en la puerta después de cerrarla.

- Se parece más a mí.- Dijo y yo asentí sin saber realmente. Jasha sonrió dejándoselo a Artem. Entonces sacó su arma y me apuntó.- Hiciste un buen trabajo, Adele.

Cerré los ojos.

Así que así terminaría todo... Sonreí con amargura. Ni siquiera me dejaría sostenerlo una vez.

Toda mi vida desde que puse un pie en Rusia no fue más que una pesadilla y todo había sido por mi propia estupidez. 

Abrí mis brazos, pidiéndole en silencio que me disparara.

Quería que mi propia tontería terminara de una vez. 

Quería que este horrible sueño se detuviera.

Quería dejar de ser una muñeca rota.

Quería olvidar. 

Quería morir.

***

Abrí mis ojos asustada y me incorporé sobre el asiento del avión privado de Jasha. Mis mejillas como era costumbre estaban empapadas, pero me alivió saber que no había gritado porque mi garganta no se sentía diferente. 

Limpié las perlas de sudor de mi frente y me abracé a mi misma, sintiendo que esta vez el sueño fue demasiado real. Sacudiendo mi estabilidad mental.

Llevé mis manos hacía mi cabello, peinándolo y respirando hondo un par de veces hasta tranquilizarme. Entonces una sobrecargo se acercó con la noticia de que habíamos llegado a Rusia y me preparara para el aterrizaje. Le agradecí, desplazándome hasta los asientos normales para ponerme el cinturón.

Decidí responder a la propuesta de Jasha después de la confesión de Edward, no por él, sino porque me di cuenta de que no me imaginaba en ese tipo de futuro y no estaba lista.

Lo mejor sería dejarlo ir, por eso dejé a Edward también sin responder y tomé la mejor decisión para mí.

Necesitaba pensar lo que haría de ahora en adelante, pero no podía casarme con Jasha.

Liberé aire con cierto nerviosismo por mi reunión con Jasha, pero después me armé de valor. No era un mal hombre y solo me daba vergüenza haber traicionado su confianza, aunque ambos éramos personas racionales, así que no creí que hubiera realmente un problema. 

Sería una ruptura limpia.

Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora