Había que ir al comedor, marchando, así que seguí los pasos del resto y me mantuve firme con la vista al frente hasta que sentí que algo se liberó y de pronto mis pantalones se aflojaban, aquellos que además me quedaban grandes, por lo que terminé llevando mi mano por inercia hacía ellos y traté de disimular mis movimientos conforme entraba al comedor y me colocaba detrás de una silla.
Hasta que sentí la presencia de alguien cerca y terminé levantando la mirada hacía un par de ojos verdes que me extendieron la mano.
- Quítatelo.- Ordenó en voz baja.
- ¿El qué? - Sentí que mis mejillas se calentaban.
- El cinturón.- El teniente Carswell dijo sin notar mi nerviosismo por su cercanía. Obedecí cohibida, quitándome el cinturón que era el culpable de que mis pantalones estuvieran haciéndome pasar un mal momento y él lo tomó para comenzar a arreglarlo frente a mí. Mis ojos no se despegaron de la mirada de sus manos que trabajaban con destreza mostrando el nacimiento de algunas de sus venas, saltando a la vista y haciéndolo ver todavía más varonil. Cuando terminó me lo pasó.
- Pruébatelo.- Dijo, asentí colocándomelo de nuevo y abrochándolo frente a él. Notando que se mantenía en su lugar.- La fabricación de esos es defectuosa, te recomiendo que no los uses muy a menudo si no quieres sorpresas desagradables.
- Gracias, mi teniente.- Murmuré avergonzada y él aceptó mi agradecimiento antes de irse.
***
Desperté con los recuerdos de Edward atormentándome incluso en sueños y me incorporé en la cama para ver a mi gata muy entretenida en algo alrededor de un mueble. Encendí la lámpara de mi buró, distrayéndome con la imagen de mi cajón inferior del pequeño mueble. Suspiré rindiéndome a la tentación y lo abrí encontrándome una serie de objetos que Edward me había regalado a lo largo de los años, pero de la primera cosa... Levanté el cinturón que me había dado después de arreglar el mío, uno que nunca me hizo pasar momentos incómodos y lo sostuve pensando en su amabilidad antes de gritar al identificar lo que mi gata había estado cazando, dándome cuenta de que era un enorme alacrán que corrió directo a esconderse debajo de mi cama.
Maldije saltando fuera de ella, totalmente descalza pero sintiendo una repulsión que superaba mi autocontrol. Salí de mi habitación y después fuera de mi departamento con la esperanza de encontrarme a Ashton en casa y toqué su timbre varias veces hasta que lo vi abrir la puerta con el ceño fruncido y el cabello revuelto por haber estado dormido.
Relajó su mirada al verme, comprendiendo mi dilema.
- ¿Qué es esta vez? - Cuestionó.
- Un alacrán debajo de mi cama.- Dije mortificada y señalé mi mano.- De este tamaño.
- ¿Quieres pasar? - Cuestionó retrocediendo para colocarse unos zapatos y tomar otro. Entré y me senté en su sala, sintiendo su gato pasearse por mis piernas. Bajé para sostenerlo y abrazarlo.
- Duque.- Susurré contra su oreja.- Tu novia es una salvaje que no le tiene miedo a la muerte.
Ashton se rió.
- Y su dueña una miedosa.- Dijo sin ver como le sacaba la lengua y salir para cazar al alacrán en mi departamento. Esperé acariciando a Duque mientras esperaba que mi vecino regresara y solo unos minutos después vi a Lady entrar a casa y después a Ashton que me enseñó el reverso de sus botas que parecían tener algún tipo de líquido embarrado, seguro el veneno del insecto ponzoñoso.
- Misión cumplida.- Dijo.
- ¿Y revisaste si había más? - Pregunté.
Asthon asintió.
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
RomanceAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...