Capítulo 2: ¿Vas a rendirte, entonces?

2.6K 120 3
                                    

Había que ir al comedor, marchando, así que seguí los pasos del resto y me mantuve firme con la vista al frente hasta que sentí que algo se liberó y de pronto mis pantalones se aflojaban, aquellos que además me quedaban grandes, por lo que terminé llevando mi mano por inercia hacía ellos y traté de disimular mis movimientos conforme entraba al comedor y me colocaba detrás de una silla.

Hasta que sentí la presencia de alguien cerca y terminé levantando la mirada hacía un par de ojos verdes que me extendieron la mano.

- Quítatelo.- Ordenó en voz baja.

- ¿El qué? - Sentí que mis mejillas se calentaban.

- El cinturón.- El teniente Carswell dijo sin notar mi nerviosismo por su cercanía. Obedecí cohibida, quitándome el cinturón que era el culpable de que mis pantalones estuvieran haciéndome pasar un mal momento y él lo tomó para comenzar a arreglarlo frente a mí. Mis ojos no se despegaron de la mirada de sus manos que trabajaban con destreza mostrando el nacimiento de algunas de sus venas, saltando a la vista y haciéndolo ver todavía más varonil. Cuando terminó me lo pasó.

- Pruébatelo.- Dijo, asentí colocándomelo de nuevo y abrochándolo frente a él. Notando que se mantenía en su lugar.- La fabricación de esos es defectuosa, te recomiendo que no los uses muy a menudo si no quieres sorpresas desagradables.

- Gracias, mi teniente.- Murmuré avergonzada y él aceptó mi agradecimiento antes de irse.

***

Desperté con los recuerdos de Edward atormentándome incluso en sueños y me incorporé en la cama para ver a mi gata muy entretenida en algo alrededor de un mueble. Encendí la lámpara de mi buró, distrayéndome con la imagen de mi cajón inferior del pequeño mueble. Suspiré rindiéndome a la tentación y lo abrí encontrándome una serie de objetos que Edward me había regalado a lo largo de los años, pero de la primera cosa... Levanté el cinturón que me había dado después de arreglar el mío, uno que nunca me hizo pasar momentos incómodos y lo sostuve pensando en su amabilidad antes de gritar al identificar lo que mi gata había estado cazando, dándome cuenta de que era un enorme alacrán que corrió directo a esconderse debajo de mi cama.

Maldije saltando fuera de ella, totalmente descalza pero sintiendo una repulsión que superaba mi autocontrol. Salí de mi habitación y después fuera de mi departamento con la esperanza de encontrarme a Ashton en casa y toqué su timbre varias veces hasta que lo vi abrir la puerta con el ceño fruncido y el cabello revuelto por haber estado dormido.

Relajó su mirada al verme, comprendiendo mi dilema.

- ¿Qué es esta vez? - Cuestionó.

- Un alacrán debajo de mi cama.- Dije mortificada y señalé mi mano.- De este tamaño.

- ¿Quieres pasar? - Cuestionó retrocediendo para colocarse unos zapatos y tomar otro. Entré y me senté en su sala, sintiendo su gato pasearse por mis piernas. Bajé para sostenerlo y abrazarlo.

- Duque.- Susurré contra su oreja.- Tu novia es una salvaje que no le tiene miedo a la muerte.

Ashton se rió.

- Y su dueña una miedosa.- Dijo sin ver como le sacaba la lengua y salir para cazar al alacrán en mi departamento. Esperé acariciando a Duque mientras esperaba que mi vecino regresara y solo unos minutos después vi a Lady entrar a casa y después a Ashton que me enseñó el reverso de sus botas que parecían tener algún tipo de líquido embarrado, seguro el veneno del insecto ponzoñoso.

- Misión cumplida.- Dijo.

- ¿Y revisaste si había más? - Pregunté.

Asthon asintió.

Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora