Una gota, me despertó la sensación de un diminuto cuerpo de agua caer sobre mi frente, uno, dos, tres... El movimiento se repetía de manera constante como una de las peores torturas psicológicas que existían.
Mis párpados temblaron y traté de mover mi cabeza pero la gota simplemente caía en otro lugar de mi cuerpo. Sentía los brazos entumecidos, los hombros comenzaron a matarme del dolor y las piernas adoloridas sobre el suelo trataron de levantar mi peso corporal conforme volvía a mi realidad.
Mis memorias se reprodujeron en mi cabeza en una rápida cortina de imágenes, logrando que mi cerebro comprendiera que estaba en peligro. Respiré temblorosamente por el dolor en mi abdomen que se comenzaba a superponer por encima del resto de condiciones que mi cuerpo tenía.
Abrí los ojos de manera tentativa descubriendo solo penumbra, un pequeño halo de luz sobre mi cabeza, por donde había una llave, la misma que goteaba sobre mi cabeza. La imagen me dio un escalofrío, pero no podía más que mantener la calma a pesar del miedo que comenzaba a inundar mis sentidos.
Quería salir, necesitaba encontrar una manera, pero... no había nada cerca y lo que me mantenía sujeta hacía arriba eran esposas que solo podría quitarme si dislocaba mis pulgares y aún así eso no me garantizaba poder abrir la puerta de metal con rastros de oxido que apenas podía ver a varios pasos frente a mi. Había también un banco de metal y una mesa en una esquina, ambos vacíos.
Olor a humedad, metal y... la puerta se abrió dejando ver la silueta de un hombre, el mismo que me había atacado. Cargaba dos cosas, una que extendió para poner de pie a un metro de mí antes de montar el segundo objeto.
Era una cámara.
Él caminó con paso constante hasta mi antes de aparecer cerca de la luz, logrando que lo pudiera ver con más claridad. Nariz aguileña, tez bronceada por el sol, enormes entradas en su frente que le hacían ver mal, ojos negros y una sonrisa retorcida. Parpadeé, sin reaccionar. Sin demostrar el miedo que me provocaba esa mirada que prometía hacerme mucho daño.
- ¿Qué es lo que quieres? - Hablé primero, aprovechando mi valentía momentánea para comprender lo que estaba pasando.
- Venganza.- Él hombre tomó mi barbilla.- Aunque es una lastima por ese rostro tan bonito, pero, usted eligió a Edward Carswell, así como yo la molesto para tomar justicia.- Me soltó y se alejó hacía la cámara para encenderla.
- ¿Justicia? - Pregunté apretando mis manos por encima de mi cabeza.
- Justicia. Exacto. Verá, señorita. Hace unos años había una mujer que quería muy desesperadamente y esa mujer prefirió traicionarme para salvar a su querido jefe de la mafia. Su nombre es Elisabetta Leone, pero me imagino que usted la conoce como Emil Carswell.- ¿Emil? ¿La madre de Edward? Pero no podía pensar mucho en esa noticia porque el hombre continuó.- Provocó la muerte de mi familia, ¿Sabes? Desde entonces la odio a ella y a toda su maldita progenie de bastardos. Entonces, de seguro te preguntas. ¿Por qué atacar al segundo hijo? - El hombre se rió.- En realidad solo quería que matara a sus hermanos sin saber nada. Sería muy satisfactorio que arruinara a los Leone solo por dinero e ignorancia, pero el muy hijo de puta me traicionó al igual que la perra de su madre y ahora soy un hombre buscado por la ley sin nada que perder, ¿Y sabes lo que pasa cuando solo se está acorralado? - No contestó su propia pregunta y en cambio pude ver que un foco rojo aparecía en la cámara, señal de que estaba transmitiendo o grabando. No lo supe con exactitud hasta que él entró en campo de visión y comenzó a hablar de nuevo.
- Hola, señor Carswell, un gusto vernos de nuevo, ¿No cree? - Se rió cómo loco hablando a la cámara antes de apuntar hacía mí.- Invité a una bella mujer mientras lo esperamos, ah, pero, ¿No es su esposa? - Se puso detrás de mí y me sujetó por la barbilla con fuerza para que viera a la lente.- Debo decir que tiene buenos gustos. Ella es exquisita.- Su otra mano tomó uno de mis pechos y lo apretó con fuerza provocándome una mueca de asco.- Nos divertiremos mucho hasta que usted pueda llegar, si es que la encuentra viva para cuando termine con ella.- Él hombre me recorrió con sus sucias manos antes de darse la vuelta y mirarme de frente. Se inclinó hacía mí y lamió mi mejilla, por la que caían lágrimas de manera inconsciente.- Vas a llorar mucho, niña y él no llegará.
Llevé mi cabeza hacía delante y le mordí con todas mis fuerzas la nariz, ocasionando su grito y que me diera un puñetazo en las costillas para que lo liberara. Lo hice por el dolor mientras él se inclinaba sobre sí mismo, retrocediendo con las manos sobre su sangrante órgano sensitivo, pero el gusto me duró poco, porque una vez se recuperó parcialmente de ello dejó toda su fachada de caballero.
- ¡Maldita perra! - Me cruzó el rostro con una bofetada y luego de regreso, reventándome el labio, obteniendo que mis dientes abrieran la parte interna de mis mejillas, pero no liberó su molestia ni fue suficiente. Lo siguiente que sentí fue un golpe bajo en el estómago y no pude evitar jadear por la sensación horrible que subió por mis terminaciones nerviosas hasta otras partes de mi cuerpo y los estímulos cada vez fueron más fuertes por los repetidos golpes que comenzó a proporcionar sobre mi cuerpo, como si de un saco de box se tratara.
No supliqué, pero no pude evitar llorar a moco tendido, tratando de ahogar mis gritos de dolor por la manera en que sentí que estaba destruyéndome por dentro. Hasta que sentí la sangre deslizarse por mis piernas... el mundo se me oscureció por completo.
***
Cuando volví a despertar ahora solo estaba atada de manos y pies sobre el suelo, pero la llave estaba abierta, cayendo por encima de mí, gélida como si estuvieran las tuberías congeladas en pleno invierno. La cámara seguía encendida, grabando mi rostro que se sentía hinchado por los golpes y mi cuerpo hecho un desastre, si lo veía Edward... Me di la vuelta con esfuerzo para dar la espalda a la grabación y me encogí aún más en posición fetal oliendo el olor de mi propia sangre y viendo como habiendo pasado a través de la ropa seguía saliendo para ser llevada por el agua... Mi cuerpo temblaba, prácticamente ya no lo sentía y mis pensamientos estaban difusos. Solo podía ver la pared mojada frente a mi, hecha de pavimento enjarrado luciendo muy tosca. Parpadeé una vez, dos veces sin poder moverme más.
De pronto la idea de morir no me podía ser más indiferente, si tuviera fuerza habría luchado, pero no tenía, tampoco suerte y la hemorragia no se detenía, por lo que solo era cuestión de tiempo para que todo se terminara. ¿Podría decir que lloraba? Mi rostro estaba empapado, así que no estaba segura.
¿A quién podía culpar si no a mi misma por no haber sabido protegerme adecuadamente? Mi supervivencia estaba en mis manos desde el principio y culpar a alguien por ello ni siquiera tenía sentido.
Parpadeé una vez más, pero mucho más lento.
Tenía sueño.
Estaba cansada...
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Misión: Dejar de amarlo. Contratiempos: Él. (II libro)
Roman d'amourAdele pasó la mitad de su vida amando a un hombre sin ser correspondida, esperando pacientemente hasta que él aceptara la tensión que prácticamente se podía respirar entre ellos, pero incluso después de casi dar la vida por él nunca recibió nada más...