Este sentimiento cada vez se intensifica más y más, pero por más que intente hacer que se vaya solo hago que vuelva con más fuerza.
Salí a caminar para intentar despejar mi mente, al compás de mis pasos gotas de lluvia caían, mientras mis pasos aceleraban, la cantidad de gotas y la velocidad de estás aumentaba. Corrí, corrí sin rumbo alguno, corrí hasta que mis piernas me pedían parar. Las gotas recorrían mi rostro... Así fue como llegué a un pequeño callejón que me sirvió como resguardo de la lluvia. Luego de un tiempo seguía sin comprender el hecho de que sí estoy bajo resguardo ¿Por qué las gotas siguen recorriendo mi rostro? A él rato comprendí, no eran gotas de lluvia, eran mis lágrimas. No estaba lloviendo, yo estaba llorando. No corrí por el hecho de no querer mojarme, corrí por el hecho de no querer que me vieran.
Lo único real ese día fue aquel callejón que fue mi save place. Entre en razón, retomé la compostura, dí mi último vistazo al callejón y me fui. Me fui a seguir con mi vida, asumir la cruda realidad, seguir adelante experimentando esas sensaciones, sensaciones como el dolor que lo veo más cómo una fortaleza.
“Para lograr llegar a ser felices, antes debemos, tenemos que sufrir, para lidiar con ese dolor, ese sufrimiento a veces solo tenemos que huir, ir en busca de nuestro save place”.
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Pensamientos de un adolescente
Poetry"En nosotros mismos está la respuesta a nuestros problemas".