Entre las olas y el cielo

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Bajo la suave luz de la luna, anhelo el momento en que tus ojos encuentren los míos con complicidad. Ese instante se convierte en el eco de mi deseo, una melodía que susurra la necesidad de que olvidemos el tiempo y el espacio. Imagino el momento en que te recuestas en mis piernas, y el mundo exterior se desvanece mientras nuestras almas entrelazan sus anhelos, tejiendo un lienzo de felicidad que solo tú y yo compartimos. En ese abrazo efímero, dejamos atrás las preocupaciones, permitiendo que el presente nos envuelva y forjamos un destino donde la plenitud se encuentra en la sencillez de estar juntos.

Entre suspiros compartidos, el palpitar de nuestros corazones crea una sinfonía única, una partitura escrita en la intimidad de ese momento. Tus pensamientos se deslizan suavemente en los pliegues de mis piernas, y mis manos acarician con ternura la serenidad que emana de tu presencia. Cierro los ojos, sumergiéndome en la calma de este refugio compartido, donde el tiempo se desvanece y solo existe la magia de nuestro encuentro.

En este rincón de complicidad, las palabras se vuelven innecesarias, pues la conexión va más allá de lo que se puede expresar con frases convencionales. Es como si el universo conspirara para permitirnos este instante de comunión, donde el amor se revela en gestos simples y miradas cómplices. Juntos construimos un refugio contra el tumulto del mundo, donde el susurro del viento enredado en nuestros cabellos es la única música que necesitamos.

La melodía etérea encapsula la esencia de nuestra conexión, una canción que resuena en cada latido compartido y que nos recuerda que en este abrazo encontramos la paz que anhelábamos. Y mientras la noche se desliza hacia la aurora, nos aferramos a la promesa de un mañana lleno de posibilidades, sabiendo que juntos hemos descubierto un rincón donde la felicidad es una realidad tejida entre nuestras manos entrelazadas.

Soy un náufrago, voy a la deriva por mi mente, inmensa como el mar y llena de secretos que aún muchos desconocen. Dejo que las onduladas olas sean las que me guíen, las que me lleven a mi destino, pero si soy sincero, no me siento seguro aquí, siento que en cualquier momento me puedo hundir.

Mi único consuelo es el cielo y el ancho mar, mi imaginación que hace que las nubes parezcan obras de arte o al menos así las veo yo, ya que lo único que me imagino es tu belleza, tu sonrisa, tu cuerpo, tu pelo y cada detalle de ti. Cuando termine este naufragio iré por ti, y si topo con la sorpresa de que ya eres feliz con alguien más, yo seguiré ahí y esperaré que el mar no ahogue mis esperanzas y en un futuro me des una oportunidad.

“El mar es mi soledad, el cielo mi mente y aquellas nubes mis recuerdos que es lo único que tengo para seguir subsistiendo.”

Pensar en ti me consume como un cigarro. Soy adicto a ti, como un viejo al Malboro, acabas conmigo lentamente, pero me hiciste sentir bien. Aquel día en el parque pude ver todo tipo de parejas, y cada una la comparé con lo nuestro. La primera era un amorío juvenil; lleno de risas, bromas y juegos. La segunda, de detalles y palabras lindas. La tercera era más distante, pero aun así se podía apreciar como el uno estaba para el otro; eran de pocas palabras, pero grandes acciones.

Pude ver en cada pareja una etapa de lo que fue lo nuestro, y si se dividiera en cuatro partes, la última pareja sería la soledad y yo.

Cada vez que llevo el cigarro a mi boca te pienso, te recuerdo y recuerdo aquellas palabras que como las hojas de un árbol tenían vida, color, brillo y esencia, pero al pasar del tiempo solo son un montón de hojas frágiles, sin vida ni color, sin brillo ni esencia. Esas son tus palabras, un montón de hojas secas.

Hola de nuevo, a ver ¿A quién no le ha pasado que llega alguien a su vida, cuando nos encontramos en uno de los peores momentos de nuestra vida? Esa persona es dulce, linda, atenta, comprensiva, ideológicamente hablando “perfecta”.

Tienes un buen vínculo con esa persona, una linda amistad, y más que eso, un sentimiento... Y aquí el problema. Es como si la vida dijera: Bueno, te ha ido mal en el amor así que te mandaré a una persona que te sane para luego hacerte sentir peor, te haga mierda y se vaya sin explicación aparente, dejándote triste, con miles de inseguridades y creyendo que fue tu culpa.

Qué porquería, todos queremos algo serio, algo estable, algo VERDADERO, pero por más que lo intentemos fracasamos. Tal vez el amor perfecto no existe o el amor en general no existe y solo es una ideología más. Pero aún así, seguimos buscando, esperando que algún día esa complicidad, esa conexión que sentimos en esos momentos fugaces bajo la luz de la luna, se convierta en algo duradero, algo que no se desvanezca con el amanecer.

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