Without a god or a devil

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Tormentos, problemas, pensamientos negativos.

En las sombras de mi existencia, la tristeza se ha convertido en una fiel compañera, con ella bailo cada noche sobre la luna. Problemas que pesan toneladas sobre mis hombros, carga que hará que me ahogue en este mar de desesperación. Mi mente es el laberinto en el cual me hallo atrapado, buscando la salida mientras mis pensamientos me persiguen insaciablemente. En cada haz de luz creo hallar la salida, pero la oscuridad que acecha en cada esquina es más rápida y me hala hacia atrás , sumergiendome en lo más profundo de la misma. Susurros en mis oídos, escalofríos recorriendo mi piel.

El canto seductor, parecido al de una sirena me llama desde las profundidades de mi propia angustia. La batalla interna es feroz, una lucha constante entre la luz tenue de la esperanza y la oscuridad abrumadora que amenaza con extinguirla.

Mis lágrimas sirven como tinta que escribe en estás páginas, reflejo de mi alma. Narrando una historia de amor, dolor, esperanza, tristeza, odio, aprecio y otros sentimientos más que me ayudan a describir mi desconsuelo. Escribo con metáforas porque aún y siendo concreto las palabras no son capaces de expresar lo que soy, cómo soy, cómo me siento.

Es complejo el ver que todas las hojas caen, simbolizando la muerte lenta del árbol, me siento como el árbol. Bruscamente amenazado por una tormenta que solo quiere arrastrarme haga la desolación, cierro los ojos y siento el peso de un mundo que parece indiferente a mi dolor, un lugar donde la empatía se desvanece como una ilusión efímera.

Mundo abstracto dónde la noción de este solo se ve reflejada en Dios y el Diablo, “Se hacen ver y a la vez desaparecen como sombras efímeras”. En este hipotético juego de divinidades su relevancia se hace trivial, cómo personajes en un drama cósmico que no dicta la esencia de nuestra humanidad.

En medio de la incertidumbre continúo buscando la luz en mi propio interior. mis cicatrices son testigos silenciosos de mi resistencia y supervivencia. Aunque a veces me siento perdido sé que hay esperanza y un propósito más allá de lo que puedo ver a simple vista, creeré en mi  y tendré la capacidad para encontrar el camino. Incluso sí es por el camino más difícil de recorrer. No creo en oraciones ni supersticiones, no creo en la biblia, mucho menos en religiones. Creo en lo que veo y callo sí no hallo explicaciones.

No son las deidades las que definen mi autenticidad, sino las pinceladas que he dado sobre el vasto lienzo de la vida. La autenticidad y nuestro significado surgirán liberandonos de las sombras de las divinidades y su jueguito. El mismo que fue creado por la iglesia para adquirir poder aprovechandose de la salud mental de las personas.

“Solo soy alguien que cree que podemos ser más de lo que aparentamos. No creo en religiones, no soy ateo. No necesitamos religiones, necesitamos amor, si quieren una religión u algo en lo que creer... ¡Que sea el amor! Aunque ya no es placentero el amor, ya no es genuino, solo es algo vacío y efímero y los culpables de ellos somos nosotros”.

Pensamientos de un adolescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora