Una luna para el CEO.

Capítulo XI. La fuerza de la unión del Alfa y su Luna.

Arcel.

Mientras me llevaba a mi luna, en mis brazos, a nuestra habitación, me di cuenta de que ella estaba totalmente entregada, si no controlo mis hormonas, mi instinto de poseerla tomaría el control, para colmo esta mujer no ayudaba, sus feromonas de hembra excitada estaban anulando mi juicio.

Tras besarla me di cuenta de que su cuerpo había claudicado, y según mi lobo interior su loba estaba más que dispuesta para ser liberada, pero la advertencia en mi cabeza de Mémé, me lo dejó claro.

- "No puedes aparearte con ella, no puedes marcarla aún, sé que vuestro vinculo es muy fuerte, y no sabes cuanto, pero primero debe prepararse y saber quién es verdaderamente, aprender a vivir como loba, va con años de retrasó del resto de lobas que tiene su misma edad. Se lo tendrás que explicar, y ayudarle en sus transformación, así como en cómo vivir con su lobo. Ella es la Guerrera Blanca, la que los tuyos, todas las manadas, llevan esperando, en el momento que despierte todos los licántropos lo sentiréis, y tendrás que dar muchas explicaciones al resto de manadas y demostrar que la diosa luna la eligió como tu luna, a muchos no le gustará, y podrá haber enfrentamiento, por apoderarse de ella, además quien haya sellado a su loba en su interior, lo hizo para protegerla, ósea que estuvo en peligro, debes saber todo sobre ella, para prepararnos, porque en el momento, que la despiertes, aquello, o aquellos, de los que el sello la protegía, sabrán que ella ha despertado, y vendrá a por ella. Vendrán tiempo difíciles Alfa, y ella, debe estar preparada para ello."- las palabras, como Alfa, me llegaron, claras, primero la manda y mi luna, tenía que protegerla, así tuviera que arrancarme un brazo de un bocado para controlar la ansias locas de poseerla.

- "Debes controlarte preciosa, estas despidiendo muchas feromonas, y mi lobo está volviéndose loco, cualquier macho a un kilómetro a la redonda lo hará, tenemos en la manada muchos jovenzuelos, y que su luna esté en este estado, no les ayudará."- le dije al oído, haciendo que un gemido de placer saliera de sus labios.

- "Quieres dejar de excitarla, debemos protegerla, eso no ayuda, por la diosa luna, si sigue oliendo así. no llegaremos a la habitación antes de hacerla nuestra."- rugió, mi lobo en mi interior que estaba más que alterado.

Ella me miró, estaba totalmente dominada por el influjo de la atracción entre el Alfa y su luna, y con tan poca, o ninguna más bien, experiencia en lo fuerte que es este influjo, no podía controlarse por propia voluntad.

- "Tienes que hablar con su loba, para que la calme, o tendremos que tomar medidas que ninguno de los dos queremos hacer, porque ella sufrirá, durante horas hasta que su excitación se rebaje."- le dije a mi lobo.

- "Como si fuera fácil, esa preciosa loba esta igual de alterada que ella, sabe que pronto será liberada, y su deseo de estar a mi lado se puede igualar al mío, tenemos problemas Arcel, nuestro luna, ahora mismo es un ser de fuego, y en su inexperiencia no podrá controlarse por sí misma, ni, aunque pasen horas, vas a tener que ayudarla, pero sin traspasar los límites."- me dijo mi lobo

Sabía lo que mi lobo me estaba pidiendo, ambas la loba, como la humana, se hayan más allá de la fuerza de control, no estaban en celo, y gracias, porque si no, ni yo, ni ningún macho tendría la capacidad de controlarnos. Cuando una hembra de nuestra especie entra en celo, ni ella, ni los machos que están a su alrededor se pueden controlar, sólo si ella es pareja determinada, ya reclamada, evita que eso ocurra.

Gracias que ese no era el caso, o ya estaría ella bajo de mí gimiendo, mientras yo la poseía, al mismo tiempo que clava mis colmillos en su cuello, marcándola. Pero eso no quiere decir que ese maldito olor a excitación no me volviera loco. Tendría que volverme de piedra para hacer lo que pretendían hacer, sin ceder a mis instintos de aparearme con ella.