Capítulo XXXVII. El último entrenamiento II: La premonición del Alfa.

2.3K 172 4
                                    

Arcel.

-"Esto está siendo demasiado, prácticamente no podemos ni respirar, nos atacan por todos lados. "- se quejó Isaak, mientras se colocaba a mi lado.

Llevábamos horas, recibiendo hordas y hordas, de ataque por varios frentes, de manadas y demás seres mágicos. El entrenamiento estaba siendo realmente intenso, aunque lográbamos muchos avances, así como ataques efectivos, estaba siendo de los entrenamientos más intensos y cruentos de todos los que la manda habían tenido.

Las sanadoras estaban trabajando en uno y otro bando a destajo, ya que habían varios lesionados y heridos leves, varias hechiceras habían puesto un limitador de intensidad de la magia utilizada, sólo era un entrenamiento.

Yo por mi parte, estaba más preocupado en cómo se encontraba mi luna, la veía allí en lo alto de la colina, espalda con espalda con la diosa, la mate de Isaak, era toda una belleza, transformada en esa gran loba blanca, con esa mancha negra en forma de luna en la frente.

Bajo ella, creando un especie de muro de contención, nos encontrábamos, tanto las hechiceras, como los grandes guerreros de mi manada. Muchas de las hordas que nos atacaban, lo hacían desde distintos puntos estratégicos, así que tanto los guerreros como las hechiceras, se encargaban de frenar su avancé, aunque aquellos más fuertes, que conseguían traspasar las primeras líneas, se encontraban con que tenían que enfrentarse a los lobos más fuertes de mi manada entre los que se encontraban el delta, el beta y finalmente yo.

Tanto la diosa como mi luna luchaban con los seres mágicos de mayor rango, que gracias a sus habilidades llegaban a ellas con sus propios poderes, muchos de los que se enfrentaban a ellas, lo hacían conjugando sus propios poderes, el caso más claro, era la conjunción de poderes que había entre las reina,

Tanto la diosa como la mi luna luchaban con los seres mágicos de mayor rango, que gracias a sus habilidades llegaban a ellas con sus propios poderes, muchos de los que se enfrentaban a ellas, lo hacían conjugando sus propios poderes, el caso más claro, era la conjunción de poderes que había entre la reina Elfa, el jefe de los centauros, y el dios de los enanos, que se coordinaron para realizar ataques conjuntos.

A todos y cada uno de estos ataques tanto la diosa como la guerrera respondían de manera eficaz utilizando muchas veces los dones que acababan de recibir, de manera que, desde mi posición, observaba como Isis, anulaba los poderes de los seres mágicos que la atacaban a ella y a la diosa, y casi al mismo tiempo mediante acciones mágicas que nunca le había visto realizar conseguía que las plantas, las flores y los árboles, que le rodeaban sujetarán a su enemigo de manera contundente inmovilizándolo e impidiendo que se moviera.

Por su lado la diosa, conseguía que cada materia que la rodeará, tanto fuera agua, viento, fuego, aire fueran utilizado como arma contra sus enemigos ... También usa la fuerza de la naturaleza que le obedecía de forma casi inmediata, creando lluvias torrenciales, hubo estremecimientos de tierra en zona mucho más alejada impidiendo que pudieran proseguir.

Cuando finalmente las grandes árbitros del entrenamiento, como era Aisha y algunas otras grandes hechiceras de otros aquelarres, dieron por concluida la sesión de entrenamiento, muchos de nosotros estábamos agotados, y la sanadoras también, es por ello por lo que ordené que a los lobos de nuestra manada no se les sanara sino que se sanarán por ellos mismos.

Para ellos también contribuyeron tanto la diosa, cómo la guerrera, las cuales entre sus diferentes poderes tenían la capacidad de sanar a cualquier ser vivo que les rodeaba.

Y todo esto lo hicieron pese a que Isaak y yo, estuviéramos en desacuerdo, ya que preferíamos que fueran a descansar por el entrenamiento tan duro que habían tenido. Aunque como siempre esas dos hacían siempre los que les daba la gana.

Una luna para el CEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora