Capítulo XVII. Primer día (parte II): Isaak y la tentación.

4.6K 322 7
                                    

Isaak.

-"¡Haber repítemelo!."- volví a preguntarle a Arcel, muerto de risa.

Llevábamos toda la tarde ejercitándonos en la gran esplanada, después del día que llevamos en las oficinas de W.W.L. Ecologists, cuando casi dimití de mi cargo de vicepresidente, si no fuera porque la orden de un Alfa no se discute, se cumple. Ahora yo sólo quería ir a prepararme, tenía la cena con mi mate en dos horas, y tenía muchas cosas que preparar para sorprender a la Caperucita.

Pero, al parecer algo le había pasado a el Alfa. Arcel estaba que se lo llevaban los diablos. Cuando esto ocurría, el único que lo calmaba era yo, claro está, tras presentarme como su contrincante y recibir un par de golpes para desestresarle, pero tras recibir más de cuatro puñetazos seguidos, en una lucha cuerpo a cuerpo, ya que porque alguna razón, se negaba a transformarse, finalmente lo convencí para que hablara conmigo.

Al principio no le entendí, pero cuando me lo repitió, no pude sino caer de rodillas, sin poder contener la risa, ya desde el suelo mientras mi Alfa me miraba con cara de que se estaba replanteando seriamente, asesinar a su Beta, no pude evitarlo, tendré alguna vena sádica, o desde que apareció mi mate la lógica y el instinto de conservación se fueron por la ventana, incluso Colt, intento retenerme, pese a que sabía que esta situación también la divertía, pero a pesar de todo eso, decidí hacerle esa petición de nuevo.

-" No aprecias tu vida, Isaak."- me dijo el Alfa en su gruñido, que esta vez sí dio resultado, me levanté agachando la cabeza, conocía ese todo de Arcel, estaba a punto de pasar al siguiente paso, mi muerte.

-"¿Es por eso por lo que no te transformas?"- le pregunté.

-"Mi lobo esta entre cabreado y arrepentido, si lo dejo salir seguro que corre tras la Luna, al parecer la guerrera blanca está colérica, y aunque parte de ese odio se centra en al estúpida de Hedwinag, mi luna tiene más fuerza y poder que los que esperábamos, hasta me gruñó, a mí, a su Alfa. Su mirada era intensa, sus ojos trasmitían más que ira, esa mujer podía haber matado a Hedwinag, si se hubiera podido transformar. "- me dijo tirándose en la hierba con únicamente unos shorts.

Me aguanté las ganas de soltar una carcajada, al imaginar a esa mujer de pelo blanco, que es veinticinco centímetros más baja que el Alfa, gruñéndolo, y este quedándose parado.

-"Alfa te lo dije muchas veces esa mujer fogosa y problemática, sólo te iba a traer problemas, por eso yo no tengo ningún desliz con ninguna loba de la manada, eso sólo son complicaciones."- le dije tirándome a su lado, tras controlar mis ganas de reír otra vez, ante la cara de suficiencia con la que Arcel me miró.

-"No, tú sólo te buscas humanas fogosas, de usar y tirar, para calmar a el lobo salido que tienes dentro, estúpido. ¿Qué pasaría si tu diosa se entera de que eres un playboy depravado, llamado Martin Coulerd? Casi rechazas a tu mate al pensar que era una simple humana, y cada fin de semana salías de para cazar alguna estúpida humana, para pasártelo bien."- me dijo mi Alfa haciéndome que se me cortara la diversión.

-"Sabes que eso no es así, por lo menos no, desde que ella apareció"- le dije intentando justificar, lo que sabía que era injustificable.

-" Intenta explicárselo, a la diosa a ver que te dice, no creo que esté de acuerdo contigo."- por primera vez vi una sonrisa en la cara del Alfa.

-"Bueno será que sólo tendrás que esperar tres días, pronto la Luna se calmará, y todo volverá a su sitio. Si no te importa Alfa he quedado, con la diosa y tengo que cumplir con ella si queremos, que todo salga como lo hemos planificado."- le dije levantándome del suelo.

Arcel no me contestó, simplemente continuó mirando la cielo, mientras permanecía tumbado sobre la hierba, sabía lo que iba a pasar próximamente, en cuanto me fuera, el Alfa trataría de mejorar sus relaciones con su lobo, y tras rebajar las tensiones, se desnudaría y emprendería una carrera frenética, por todo el bosque.

Una luna para el CEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora