Capítulo XXIV. La historia de la primera diosa Flaithius

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Narrador.

Pehuén, en ese instante, Neuquén, Argentina.

Nereida se movió entre la espesura bosque Andino, recargando su cuerpo de toda la energía que podía, el acabar de robar los poderes a otra de sus hermanas le hacía sentirse bien. Pronto recibió una la vibraciones que llevaba esperando desde hacía ya veintiún años, cuando aquella maldita pareja de lobos escapó de sus garras arrojándose por el acantilado.

No entendía el amor que existía entre los padres y sus hijos, quizás era porque como sus padres la abandonaron a su suerte en aquel oscuro reino del fondo del mar, se sentía totalmente inalterables ante el amor que profesa una madre o un padre por sus hijos, que llegan hasta el punto de esconderlos de los suyos, y hasta suicidarse ellos.

Eso también había pasado cuando un año antes, se había enfrentado en Irlanda a la primera diosa Flaithius, esta antes de morir transfirió sus poderes a una bebe, que fue la única superviviente del primer ataque, que la diosa oscura le hizo a su tía, esta última la rechazó y hubo una gran contienda entre ambas, que Nereida no pudo ganar, y se retiró malherida, para reorganizar sus fuerzas, pero durante ese ataqué fue afectada la cabaña del guardabosques donde el hombre y su esposa, que estaba en avanzado estado de gestación, fueron fatalmente heridos.

La primera diosa, se apiado de la esposa, ya que su marido había muerto hacia unas horas, y ella se agarraba a la vida, para poder salvar al ser que llevaba dentro. La diosa, la ayudó a que su hija naciera, una precioso bebe de piel blanca, y pelo pelirrojo, nació esa noche, en medio del bosque, enamorando a la diosa, mientras su madre daba su último aliento para traerla a este mundo.

Flaithius sabía que no se podía quedar con la nueva vida, así que se la entregó a los duendes cuando su madre falleció en el parto, y ellos debían protegerla, ya que la primera diosa sabía que Nereida volvería para acabar lo que había iniciado, y así robarle los poderes.

Si la diosa oscura hubiera sabido que junto a la protección de los duendes, la diosa irlandesa, hermana de su madre, le dio a esa niña todos su poderes, mediante un hechizo, en el caso que ella falleciera, hubiera matado a la niña también.

Así que para cuando la diosa oscura quiso reclamar los poderes de la fallecida primera diosa Flaithius, los enanos para proteger a la heredera de la diosa, con cuidado de no ser descubiertos, huyeron a Canadá con la bebe, donde sabían que estaba la última reserva de seres mágicos que la podían protegerla.

Además que había un profecía que hablaba de la unión de fuerzas de la diosa Flaithius y la Guerrera blanca, cuando se encontraran con el ejército de lobos y de seres mágicos, habría una gran contienda, que acabaría con la diosa oscura.

Los duendes escondieron a la reencarnación de la diosa entre los humanos, y un grupo de ellos se instaló en el gran árbol del orfanato donde la bebe fue dejada. Para evitar que los poderes de la bebe despertaran y fuera descubierta, la última de las magas duende, dio su vida para sellar sus poderes en su interior, hasta que la unión con su amor verdadero lo despertara, un amor que la protegiera de todo, con su vida si hiciera falta.

Los duendes permanecieron a su lado durante un año, hasta que llegó, una noche, en un coche, dos licántropos con su bebe recién nacida, una pareja. Era la guerrera blanca, los duendes, por sus sensibilidad con la naturaleza, detectaron la magia y el poder en el nuevo bebe que fue abandonado, y para evitar que por su culpa la diosa oscura las encontrara, huyeron de allí esa noche, transformarse en piedra al amanecer a miles de kilómetros del orfanato, y cumpliendo así, la última voluntad de su diosa.

Muchos seres mágicos o no, han sacrificado su vida para proteger a las dos, y ahora había llegado el momento de cumplir con su misión.

Por desgracia eso era algo que la diosa oscura sabía. Nereida, decidió volverse más fuerte antes de enfrentase a esas dos, aunque no quería admitirlo en el fondo las temía, ya que eran la emisarias elegidas por sus padres, y ellos nunca hacían nada sin saber previamente el resultado.

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