✧ ─ 𝐔𝐍 𝐑𝐄𝐆𝐑𝐄𝐒𝐎 𝐅𝐑𝐈́𝐎

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¡Vírgen Santa! no sabía sabía Hogwarts era tan bello—. exclamó Britney. Una bruja nacida de muggles de origen Colombiana. Cuarto año y perteneciente a la casa de Uirapuru.

— Muy bello todo, ¡pero que frío!— expresó David. Un mestizo de Panamá, descendiente afroantillano. Quinto año, perteneciente a la casa de Boitatá al igual que Charlize.

Todos los estudiantes de Castelobruxo quedaron estupefactos, una vez aquella goleta subio a la superficie, al ver el castillo ser iluminado por miles de lámparas.

— ¡Buenas noches chicos!— llamó la atención Benedita Dourado, directora de Castelobruxo. Una bruja sudamericana, bastante mayor pero no lo aparentaba, cabello afro, piel oscura, alta, alegre y muy carismática, pero también estricta—. Hemos llegado a nuestro destino— mencionó con alegría—, pero antes de bajar, necesito que se aseguren de que las criaturas y plantas están bien en salud. Si algo malo hay en ello, avísenme de una buena vez.

— Grindelwald, te toca vigilar que los dos caiporas que trajimos no se hayan escapado— ordenó Diego Martínez. Un mago de último año y líder del club de magizoología.

—¿Qué? no! se supone que yo vigilaría a los colaganchos. ¡Tu mismo me lo habías ordenado!— respondió un poco disgustada la albina. Diego Martínez no le caía muy bien que digamos.— Tu fuiste el que dijiste que te ibas hacer cargo de los caiporas.

— Acabas de decirlo, yo te lo había ordenado. Pasado, ¿entiendes?— dijo con superioridad—. Ahora has lo que te ordene.

— Eres un maldito cobarde Martínez—. exclamó en alto para bajar las escaleras, se acercó a un pequeño almacén donde habían unas plantas marchitandose, para luego salir de ahí, caminar el largo pasillo y adentrarse a una habitación oscura.

Cerró la puerta y caminó lentamente hacia el centro de la habitación sosteniendo las plantas en sus manos.
— ¿Creen que puedan ayudar a estas amiguitas a no morir?— habló bajo y suave.

Pronto, dos pequeñas criaturas aparecieron, mirando con sus grandes ojos rojos llenos de curiosidad a aquellas plantas que la albina aún sostenía.

— Aquí las dejaré—. susurró—. Sean buenos y no hagan travesuras—. Curiosamente, Charlize, era una de las únicas que podía controlar a los caiporas.

Sin problema alguno salió de la habitación y subió al siguiente piso, siendo recibida por unos cuantos pares de ojos.

— ¿Te jugaron una broma?— preguntó Britney revisando a Charlize. Pero la albina sólo negó.

— ¿Qué demonios haces para que no te hagan nada?— preguntó David acercándose a las dos chicas.

— No lo se. Soy una Grindelwald, supongo que nadie se resiste a mi— bromeó guiñando un ojo.

— Diego salió enojado cuando le dijiste que era un cobarde— comentó la pelinegra—. Deberías de tener cuidado, el podría hacer-...

— El no podría tan siquiera respirar al lado mio a menos de un metro de distancia— Interrumpió Charlize.

— El es un idiota, un simple bocon— murmuró con desagrado David—. Es un abusador de poder, se cree solo porque su abuelo fue director. Que patético.

— Tienen razón. Pero deberías de ser precavida.

Minutos después todos los estudiantes de Castelobruxo, ocultando sus rostros con antifaces muy al estilo brasileño, se dirigían a pasos rápidos al castillo, siguiendo a su directora.

— Bienvenidos a Hogwarts, profesora Benedita. Es un honor tenerla a usted y a sus estudiantes aquí. En breve será su entrada al gran comedor—. Charlize quedó totalmente sorprendida al volver a ver aquel squib, a Argus Filch. Este estaba notablemente más presentable de lo normal.

𝐂𝐇𝐀𝐑𝐋𝐈𝐙𝐄 𝐆𝐑𝐈𝐍𝐃𝐄𝐋𝐖𝐀𝐋𝐃: 𝑠𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑝𝑎𝑟𝑐𝑖𝑑𝑜𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora