✧ ─ 𝐒𝐄𝐃𝐀𝐑

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— Amélie— susurró con lágrimas en los ojos, tratando de controlar su respiración. Se levantó de prisa de aquella cama y como pudo, salió de su habitación.

Sentía como le faltaba aire. Algo le quemaba. Se sentía desesperada, ansiosa. Tenía miedo. Miedo a que lo que soñó, o más bien vio fuera real.

Corría con gran dificultad al despacho de su padre, Albus Dumbledore; sí, Charlize poco antes de que comenzaran las clases se había mudado. Ahora vivía junto a Albus en el castillo, junto a los demás profesores.

Pronto llegó al despacho y logró entrar. Suspiró luego de decir la contraseña; su padre no la había cambiado.

— ¡Papá!— gritó entre sollozos. Rápidamente un adormilado Albus salió de su habitación, encontrando a su hija a pocos pasos de su escritorio, hecha un mar de llanto.

El mayor se percató de que la albina tenía dificultad para respirar. Se acercó a ella y preguntó:— ¿Qué sucedió?— preguntó suave, tomando el rostro de Charlize entre sus manos.

— Amélie— susurró, confundiendo a la menor—. Amélie...

— Charlize, dime ¿Qué sucedió?— Albus temía que Voldemort nuevamente hiciera de las suyas he hiciera que Charlize viera cosas, algunas falsas y otras muy ciertas.

— El tío Jacob y la tía Queenie...Amélie— repetía como si estuviera en un estado de en shock.

— ¿Les pasó algo?— preguntó, más no recibió respuesta—. Confía en mi Charlize ¿Puedes decirme qué sucedió?

— Están muertos...— Murmuró bajo, como si temiera que la escucharan—.

— No, no lo están, ellos están bien.

— ¡NO! ¡NO ES CIERTO!— gritó con cierto enojo. Pero luego un quejido soltó, agarrando su pecho. La menor comenzó a gritar de dolor. Albus la tomó en brazos antes que cayera al suelo y la sentó en una silla—. ¡Me duele!— repetía.

Albus en cambio, intentaba mantenerse calmado, examinando con la mirada a Charlize, o más bien intentando.

Pronto lo percató.

Tomó lo más rápido que pudo el pañuelo que siempre tenía en su escritorio y se acercó a su hija—. Se fuerte—. dijo y tomó con fuerzas la mano izquierda de su hija y envolvió el anillo que estaba en uno de sus dedos y comenzó a jalar.

Albus a simple vista se había dado cuenta que aquel anillo no era normal. Supo que este era el anillo de los Gaunt, sin embargo había algo más. Lo sabía.

Jaló con fuerzas hasta que el anillo dejó de estar en la mano de Charlize, quien ahora regulaba su respiración y sudaba mucho. Aquel anillo parecía estar adherido al dedo de la menor.

Pronto los sollozos de Charlize se hicieron presente. Sorprendentemente, luego de ponerse de pie, se lanzó a abrazar a Albus. Este en silencio se dejó abrazar por la albina.

— Thom los mató... lo vi... vi como dañó a mi hermana y al tío Jacob y a la tía Queenie—. Contó entre llantos.

— No Charlize, ellos están bien. Puede ser que lo que hayas visto no era real, quiz-...

— ¡Yo lo vi! Severus me ha estado enseñando a diferenciar lo que veo ¡Se lo que vi! ¡El lo hizo!— exclamó sintió un nudo en su garganta.

Albus soltó a su hija con suavidad y caminó hasta uno de los retratos, le susurró algo a uno, el cual era muy pequeño. Era el retrato de un joven. Sin embargo este desapareció pronto.

Con enojo se levantó de la silla, nuevamente, y gritó llena de estrés y demás sentimientos al ver a Dumbledore tan tranquilo— ¡¿Qué haces?! ¡Acabo de ver como asesino a mi hermana! ¡A mis tíos! ¡Yo lo hice! ¡El me obligó! ¡Y tu solo, hablas con uno de tus malditos y estúpidos retratos—. La albina comenzaba a salirse de control. Dumbledore lo vio en sus ojos.

— Charlize, debes de calmarte,  se qu-...

— ¡No me pidas que me calme, maldita sea!

— Está bien, tienes todo el derecho. Pero se como te sientes, entiendo tu dolor.

— ¡No! ¡Tu no entiendes nada! ¡Tu no sabes lo que siento! ¡No es a ti quien te perturba!—. Una leve llama comenzaba a aparecer al rededor de la Albina. Sin embargo antes de que todo se descontrolara Albus lanzó un hechizo logrando detener los movimientos de la menor, luego Madam Pomfrey se hizo presente y con una jeringa, sedó a la Albina. Poco a poco sintió su cuerpo débil, sus ojos pesados. No quería seder, pero no resistió más.

— Yo... los mate— susurró con miedo, antes de quedar inconsciente. Albus sintió un escalofrío. Hace menos de una semana Charlize había estado teniendo episodios, viendo como Voldemort asesinaba a mucha gente. Incluso vio como asesinaba a Harry, sin embargo supo que no era cierto. No todo lo que veía era cierto. Albus desde que comenzó con aquellos episodios intentaba hacerle entender a su hija que no todo lo que veía era cierto, y que no era su culpa. Ella no había sido quien había asesinado a esas personas, porque siempre eran las mismas palabras yo los mate.

Charlize veía que era ella la que mataba. Se veía a si misma convertida en algo muy parecido a Voldemort.

— Es impresionante las cosas que los muggles crean ¿no crees, Albus?— comentó luego de ver a la albina inconsciente en el suelo.

Tuvieron que recorrer a métodos muggles los últimos días, debido a que en los últimos episodios, Charlize se descontrolaba con facilidad y tomaba resistencia a los hechizos. Su resistencia afirmaba lo que muchos decían: Charlize es una bruja de gran poder, sin embargo si no lo controla, tiempos muy oscuros cubrirán ambos mundos.

— ¿Y se supone que Grindelwald le había enseñado a bloquear su mente?— preguntó una vez McGonagall. Ella había llegado justo en el momento en que Poppy sedaba a Charlize—. ¿Hasta cuando seguiremos con esto Dumbledore? ¿Crees que siempre la podrás sedar?— Claramente estaba enojada—. ¿Qué harás cuando despierte?

— Aurelius no tardará en darme respuesta—. Fue lo que respondió, dejando aún más enojada a Minerva, quien observaba a Madam Pomfrey atender a una Charlize totalmente inconsciente.
Se le rompió el alma al ver los rastros de lágrimas cubrir el rostro de la albina.

Minerva tras escuchar lo que Albus le había contado, soltó un par de lágrimas llevándose una majo a la boca tapandola. No creía que una niña tendría que sufrir tanto seguidamente











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— 𝑻𝒂𝒕𝒊 𝑩𝒍𝒂𝒄𝒌

𝐂𝐇𝐀𝐑𝐋𝐈𝐙𝐄 𝐆𝐑𝐈𝐍𝐃𝐄𝐋𝐖𝐀𝐋𝐃: 𝑠𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑝𝑎𝑟𝑐𝑖𝑑𝑜𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora