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Cinco días después...

Narrador Omnisciente

Los Morgan habían tomado la decisión de regresar a Londres hace tres días, desde la central intentarían dar con el paradero de la hija del ministro. Ya todos habían sido informados, todas las centrales habían recibido las órdenes de buscar a la menor hasta debajo de las piedras.

Alex Morgan se encontraba siendo atendido por varios médicos luego de que su hijo casi lo matara una vez llegó a Londres. Lo hubiera hecho, pero fue detenido.

Todos les decían que debía estar tranquilo, que estando alterado no podría hacer nada. ¿Pero como lograría estar tranquilo? Ya se la habían arrebatado una vez cuando era una bebé, perdió siete años de su vida, no podía volver a perderla.

Se hizo la promesa de no volver a alejarse de ella, no solo a él, sino a su hija y a Elisabeth.

Sus hijos no dejaban de preguntar por su hermana mayor, los mellizos dos noches habían dormido en la habitación de Jossi.

Su esposa entró a su oficina, tenía los ojos rojos. Habían encerrado a su madre, pero no era por eso que había llorado, ella misma la encerró jurándole que si a su hija le hacían algo, ella misma la mataría.

—Patrick quiere vernos en la sala de reuniones. —murmuró.

El ministro se levantó, su esposa tomó su mano y le dio un beso. Caminaron juntos hasta la sala de juntas en donde todos trabajaban con computadoras, atendiendo llamadas de otras centrales, buscando alguna pista que de con Josephine. Se sentaron en sus lugares y esperaron a que Linguini hablara.

—¿Qué encontraste? —preguntó Christopher.

—No mucho. —tragó por la mirada que le lanzó su amigo— Pero quizás esto les interese. —encendió la pantalla.

Todos voltearon a ver, en las grabaciones de las cámaras de seguridad de Londres.

—¿Esa es Gema?

—Lo es. —Patrick asintió.

Se ve como ella entra a un lugar que se nota abandonado. Patrick adelanta un poco, cuando ella sale de ahí luego de quince minutos. No entendían que se supone que esto tenía de importante, hasta que el video mostró a unas camionetas negras estacionándose frente a ese lugar. A los pocos minutos unas personas elegantes salieron y se subieron a ellas.

—No entiendo, ¿quienes son?

—La familia de Elisabeth. —Christopher habló furioso dándose cuenta de lo que ocurrió— La hija de puta está metida en esto.

Se iba a poner de pie, pero su celular sonó deteniéndolo. Tomó la llamada.

—¿Qué?

Papi... —escuchó la voz de su hija— Papá.

—Josephine. —su esposa alzó la mirada y rápido se pegó más a él.

Rápido todos comenzaron a rastrear la llamada.

Papi, tengo mucho miedo. —ella sollozó— Estas personas son raras, me tienen encerrada y no sé en donde estoy.

—Estarás bien, Jo. —murmuró— Iré por ti.

Por favor llega pronto... Están planeando algo... Dicen que deben cerrar un trato y... Creo que me van a vender.

Rachel negó rápido con su corazón latiendo con fuerza ante la idea.

Nadie te hará nada, iré por ti y te sacaré de ahí. —Patrick le dijo que aún no encontraban nada seguro— ¿Tienes una ventana cerca?

Sí... —se quedó en silencio unos momentos— No se ve mucho... Veo un pueblo a lo lejos.

—Cariño, necesitamos que nos digas algo más. —le pidió su madre— Algo que nos ayude a dar contigo.

Pues los trabajadores hablan italiano, así que estamos en Italia. Eeeh... desde donde estoy no logro ver mucho, pero puedo escuchar gaviotas y a veces el mar chocando con piedras.

—Hay varios pueblos con costas. —murmuró Parker— Debe decir algo más.

Yo... creo que el pueblo es colorido... Papá, no lo sé, no puedo ver bien desde aquí.

—Creo que la tengo. —Patrick gritó— Está en Riomaggiore.

—¡Quiero que todos vayan a preparase ahora!—ordenó el ministro.

—Partiremos a Riomaggiore en media hora. —continuó la primera dama— Laila, Alexa. —miró a las capitanas— Vayan por Gema y enciérrenla.

Todos siguieron las órdenes de sus superiores de prisa. No podían perder más tiempo.

—Escucha, preciosa, ya voy por ti. —murmuró Christopher. La escuchó llorar— Quédate tranquila.

Sólo quiero que lleguen rápido, no creo que... —se escuchó el sonido de una puerta abriéndose, luego pasos— No... ¡suéltame!

Christopher se tensó al igual que su esposa.

¡Que me sueltes! ¡Papá! —gritó— ¡Papá!

La llamada se cortó.

Rachel respiró hondo preocupada.

—¿Qué le van a hacer? —murmuró mirando a su marido— ¿Qué le harán a nuestra hija?

—Vámonos. —no contestó a su pregunta— Debemos irnos ahora.

Ya sabía lo que le harían.

Sabía a que se referían con cerrar el trato.

Un trato que hicieron hace años con una mafia y que no pudieron cumplir cuando Elisabeth escapó.

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S E C R E T O S |Fanfic Pecados Placenteros|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora