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Música por todos lados, luces, juegos, comida y demasiadas personas.

Me gustaban las ferias, no era a la primera que iba. Mamá y papá nos llevaron hace unos años a una, cuando los mellizos tenían tres años.

Habíamos parado a comprar algodón de azúcar, me encantaban. Jade también tenía uno, el de ella era rosa, el mío azul.

—¿Por qué pareces tan irritada como tú vida? —le pregunté divertida. Le apreté las mejillas para molestarla— Sonríe, no voy a aguantarte si estás de amargada.

—Me irrita mi hermano.

—No entiendo, si ustedes dos siempre pelean, ¿por qué querías venir con él? —la miré confundida.

—No quería venir con él. —murmuró mirando al suelo.

Me detuve tomando su brazo para que dejara de caminar, alcé una ceja.

—¿Entonces?

Llevaba demasiados días comportándose de manera extraña.

—A veces me preocupa lo despistada que eres, Jos.

¿De qué habla? Yo nunca he sido despistada.

¿O sí?

—Obviado. —negó al ver mi cara— Quizás te lo expliqué en unos días.

—¿Y por qué no ahora?

—Porque me preocupa que entres en cortocircuito. —rió— ¿A dónde quieres ir?

—Tú me invitaste, tú guíame.

Sonrió maliciosamente, lo que me comenzó a preocupar. No debí decirle eso.
Tomó mi mano y comenzamos a caminar hacia no tengo idea.

Abrí mucho los ojos y me intenté detener cuñaos vi hacia donde nos dirigimos.

—No... —me siguió arrastrando— ¡No quiero!

—Dijiste que yo decidiera. —rió.

—¡No a una montaña rusa! —me asusté— ¡No me gustan!

No sé cómo demonios me terminó convenciendo, pero aquí estamos, haciendo la fila para entrar. Lo que una termina haciendo por sus amigas. Oficialmente Jade Wagner tiene que hacer muchísimas cosas por mí para cobrar esto.

—Te estoy odiando con todas mis fuerzas, Zanahoria.

Me miró enojada. Odiaba que la llamara de esa forma. Pero no puedo evitarlo, su cabello es color naranja. El inicio de este apodo fue cuando se le ocurrió hace dos años llevar una cinta en el cabello color verde.

¿Ven? Parecía una linda zanahoria.

Bueno, no digo linda de bonita, pero... O sea, sí se veía linda y tierna pero... Olvídenlo.

Y hay que añadir que siempre tiene los labios pintados de rojo y prácticamente sus vestimentas de siempre son rojas.

—Si me sigues llamando así, te comenzaré a llamar Lobita, otra vez.

Sonreí y reí.

—A diferencia de ti no me molesta que me digas de esa forma, nunca lo hizo. —caminé siguiendo la fila— De hecho, no sé porqué dejaste de llamarme así.

No contestó, sólo me miró por un momento y luego se encogió de hombros.

Llegamos al final de la fila. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Jade volvió a tomar mi mano para subir al primer asiento del carro, estaba oscuro. Esta parte estaba alejado, así que no había visto como es que comenzaba. Sólo sé qué hay una parte donde sube muy alto y luego cae.

S E C R E T O S |Fanfic Pecados Placenteros|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora