EPÍLOGO

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Años luego...

Josephine

Suelto un quejido mientras la fina aguja atraviesa mi piel para poder cerrar la herida de baja en mi brazo. Esta misión fue un asco, se logró el objetivo pero fue un asco.

—Ya. —me pongo de pie de malhumor— Vete a molestar a otro lado.

La enfermera suspira cortando el hilo, sin decir nada me voy de ahí. Llegué hace media hora a la central, vine directo a la enfermería porque no quería reclamos luego mientras le daba el reporte de la misión al ministro. 

Me coloco la camisa militar mientras camino para por lo menos ocultar la herida lo más que pueda, hasta llegar a casa al menos.

—Capitana, —una mujer camina a mi lado entregándome unos documentos. Los leo por encima y los firmo sabiendo de que se trataba— y el ministro la quiere en su oficina.

—Dile que espere.

—¡Josephine!

Volteo hacia el segundo piso en donde veo a papá de brazos cruzados. Me da una mirada y hace una seña para que vaya con él.

Ay, ¿por qué? Me duele el hombro, quiero tomarme una pastilla para eso.

Suspiro pasando mis manos por mi rostro, caminando hacia su oficina.

Y estoy segura que no querrá saber nada de la misión, sólo quiere que vaya para allá porque sí. Digamos que cuando inicié en la central y comencé a ir a misiones, cada vez que llegaba de una iba directo con papá para abrazarlo, me ponía muy nerviosa el no volver y creo que a él lo ponía peor cada vez que me veía marchar a una.

Con el paso del tiempo... ya no hago eso tan seguido. Y es que llego tan y tan agotada que sólo quiero irme a casa.

Abro la puerta de su oficina sin tocar, está recostado del escritorio de brazos cruzados.

—Ministro. —me pongo derecha con los brazos atrás de mi espalda. Ladeo la cabeza hacia un lado al verlo tan serio— Tienes una cana.

Rueda los ojos y sonrío.

—¿Ibas a irte sin decir nada?

—No, iba a mi oficina un momento y luego iba a venir contigo para abrazarte y decirte que sigo viva.

Sonríe abriendo los brazos para que lo abrace y rápido lo hago. Noto como respira hondo y tranquilo.

—¿Te sientes bien? —murmura besando mi sien.

—Sí, papá. —me separo sonriendo— Ya estoy acostumbrada a esto.

Cuatro años en misiones, viendo cada cosa espantosa, creo que ya no hay nada que me sorprenda.

—Y no me sucedió nada. —digo sabiendo que es su siguiente pregunta.

Él levanta una ceja, pasa su mano por mi mejilla y luego,, la baja hacia mi hombro haciendo presión justo donde estaba la herida de bala. Le doy un manotazo.

—¡Oye! —me quejo mirándolo mal— Duele.

—No te sucedió nada... —niega— No seas una mentirosa.

—Papá...

—¿Cuantas veces debo decirte que no dejes que te disparen?

—No es nada grave... La saqué y ya la curaron.

A medias...

Si antes era sobreprotector conmigo, lo es mucho más ahora. En serio se preocupa mucho cada vez que voy a una misión, mucho peor si es algo en donde debo estar infiltrada días o semanas.

S E C R E T O S |Fanfic Pecados Placenteros|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora