17. Tiene la habilidad de alterar mi corazón sin siquiera tocarme.

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Decir que en esta semana no he pensado en él, sería como admitir que podría sobrevivir a base de carne roja, una auténtica patraña

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Decir que en esta semana no he pensado en él, sería como admitir que podría sobrevivir a base de carne roja, una auténtica patraña. Por Dios, si de solo pensar en sangre, mi cerebro empieza a apagarse lentamente hasta fundirse por completo y perder el conocimiento. Puedo ir de mujer dura, contar que mi infancia me ha fortalecido para luchar contra todo y todos, y bla, bla, bla, pero es ver un poco de sangre y me desvanezco como una florecilla. He fantaseado un par de veces —a quién quiero engañar, más bien han sido un centenar—, con la idea de enamorarme de un chupa sangres al estilo Crónicas Vampíricas, pero solo de imaginarme alimentándome de personas, el sueño erótico se esfuma tal y como ha venido.

A pesar de no haber dejado de recordar todos estos días la cena, su cuerpo esculpido cubierto de agua y sal, y el roce de sus dedos en mi piel, me gusta pensar bien las cosas, jamás actúo sin control, por eso he tardado una semana en reunir todo el coraje que he ido recopilando con los años, para hacer lo que pensé nada más llegar a casa tras la no cita: buscar alguna excusa para volver a pasar tiempo con él.

He hecho una lista de pros y contras en las que cito todas las posibles soluciones a lo que estoy a punto de hacer. He escogido una cartulina tamaño folio de color lavanda, con el rotulador plateado he delimitado la hoja en dos partes simétricas, y con rotuladores de colores diversos, he comenzado a nombrar una a una mis opciones. Tengo que admitir que ha quedado visual y fácil de entender. La colorimetría es lo mío, y no pierdo la oportunidad de hacer algo creativo siempre que puedo.

Como puedes imaginar, si estoy aquí, —a punto de hacer el mayor ridículo de mi vida cuando Caden me eche a patadas—, es porque ha resultado ganador el lado de los pros. Ha estado reñido, la diferencia ha sido de tan solo una opción, y prometo que he buscado cualquier cosa para empatar y poder excusarme para no hacer esto, pero no he encontrado ninguna, por lo que ahora me encuentro frente al estadio, dónde el segurata me mira de brazos cruzados y repite por tercera vez lo mismo:

—Le repito, que si no tiene una acreditación que le permita la entrada, no puede estar aquí, señorita.

—Pagaré mi entrada, no pretendía entrar sin hacerlo —respondo con educación. Podría agarrarme al hecho de que me ha pedido con amabilidad tres veces, que me largue de aquí, como una excusa para terminar con este plan absurdo, pero cuando me decido por algo, lo llevo a cabo hasta el final, no he comprado cartulina y rotuladores metalizados para nada.

—No está abierto al público, será mejor que vuelva otro día. Quizás cuando haya partido —me mira como si fuera tonta, lo sé, debe de creer que no tengo ni idea de fútbol y que solo vengo para ver los cuerpos sudorosos de los jugadores, pero, aunque es cierta la primera parte, la segunda no. Yo solo vengo por Caden, cubierto de sudor o no.

—Es de vida o muerte que entre ahí hoy.

Vale, quizás me he pasado un poco de intensa. Pasar tiempo con Jasmine trae estas consecuencias, pero si no consigo terminar con lo que he empezado, posiblemente entre en colapso, y no se me da bien controlar mis ataques de pánico. Nada bien.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora