32. Somos imparables

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No sé ni por dónde empezar

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No sé ni por dónde empezar. ¿Cómo le dices a tu hermana y a tu mejor amiga que te has cargado el único medio de transporte que tenemos en común?

Ambas me miran en silencio, a la espera de que diga algo o explique por qué las he reunido en el salón. Algo deben intuir cuando han visto la mesa repleta de comida, y no, esta vez nada de verduras o cosas sanas. HE FRITO COSAS. Ajá. Necesito que al menos tengan la barriga llena y no me quieran comer a mí tras la noticia.

—Estás embarazada —dice Jasmine mientras moja pollo frito en salsa barbacoa.

Me miro la barriga, confusa. ¿He engordado?

—Es para celebrar que estamos juntas de nuevo —rebate Winter con una sonrisa pequeña en los labios.

—Me gusta más lo del embarazo —se encoge de hombros—. Quiero ser tía.

—¿Eso quiere decir que es del quarterback buenorro? —mi hermana mueve las cejas divertida.

—No estoy embarazada —resoplo.

—Pues algo malo ha pasado —Jasmine me mira de arriba abajo, trago saliva y escondo las manos bajo la tela del vestido—, porque tú nunca has cocinado algo decente en tu vida, y con esto me casaba.

—¿Ha pasado algo malo? —Winter me sujeta la mano con el ceño fruncido.

—No os enfadéis...

—Ya empiezas mal —Jas mastica de forma sonora.

—Dale una tregua —replica Winter dándole un codazo.

—No sé ni cómo empezar...

—Dilo sin rodeos, es mucho mejor —Jas mueve la mano para animarme—. Como depilarte el culo, un tirón y todo el sufrimiento ha acabado.

—¡¿Te depilas el culo?! —chilla Winter.

—Cuánto te queda por aprender... —Jasmine le da unas palmaditas en la espalda a mi hermana que me hacen sonreír.

—Chicas, centraos —les pido—. Esto es importante.

Jasmine vuelve a coger comida y la moja en salsa picante esta vez.

—Como termine el pollo frito perderás tu ventaja —sonríe de lado—, así que espabila.

Respiro hondo y decido soltarlo sin rodeos.

—El coche ha muerto.

Silencio. 

Ambas me miran como dos estatuas de piedra. Winter no pestañea, y Jasmine ni siquiera mastica lo que tiene en la boca. Me siento dentro de una realidad de Matrix, cuando el tiempo se detiene y todo se mueve a cámara lenta, todo menos mi corazón.

—Decid algo... —les ruego en un susurro.

—Hay que buscar un mecánico y preguntar por cuanto nos sale el arreglo —Winter es la primera en hablar, me alegra poder contar con ella de nuevo— Porque quizás sale mejor comprar uno de segunda mano.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora