4. Tú nunca molestas

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Capítulo intensito el de hoy...

¿Estáis preparadas?

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Me encanta desplazarme a todos lados en bicicleta

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Me encanta desplazarme a todos lados en bicicleta. La libertad de sentir el aire en la cara, de ir al ritmo que desees, y no perder una hora buscando aparcamiento, es una de las grandes ventajas. Tenemos un vehículo que compartimos entre Jasmine y yo. Nos alternamos los días para organizarnos en quién tiene coche, o quién tiene que buscarse la vida de otra manera. Winter aún no tiene permiso de conducir, por lo que usa siempre el transporte público o nos utiliza de taxista. No odio conducir, pero tampoco me encanta. Prefiero recorrer California en mi bicicleta vintage, tiene incluso una cesta delantera que suelo llenar de flores, y un pequeño foco para la noche. Nunca me ha fallado, al menos, no hasta hoy.

—Vamos, Winter... coge el móvil.

Miro a mi alrededor. Creo que me he perdido. Tendría que haber aceptado el ofrecimiento del señor Bell de acercarme a la ciudad. No llevo dinero encima. No puedo pagar un taxi. Los autobuses más cercanos están a una hora andando, y la cadena de mi bicicleta está rota. Lo único que me falta, es que se ponga a llover como en las películas.

Ni siquiera sé por qué llamo a mi hermana, pero sé que Jas está trabajando, y no va a poder venir a por mí. Sí Winter me pagara un taxi...

Un escalofrío me recorre la columna vertebral. Miro hacia atrás apresuradamente, pero no hay nadie. Estoy sola, en un camino viejo y alejado de la ciudad. Es la escena perfecta para un asesinato. Sigo arrastrando la bici, pero no es fácil con las piedras que hay en el camino. Me paso el dorso de la mano por la frente para retirar los restos de sudor que se habían acumulado por el esfuerzo. Vuelvo a intentar llamar a mi hermana una vez más, pero tras cinco intentos, pruebo con Jasmine. Espero paciente los primeros tonos, me mantengo a la espera, mirando a mi alrededor para que ningún animal salga de entre los arbustos y me devore.

—¡Estoy a punto de salir! —alza la voz por encima de la música y el jaleo— ¿Qué pasa?

—Me he quedado tirada en medio de la nada... —gimoteo al escuchar una voz familiar tras tantos intentos— Winter no responde mis llamadas y ya no sé qué hacer. No sé dónde estoy. Hace calor y estoy sola. Esto da mucho yuyu...

—Pero ¿dónde te has metido, alma de cántaro? —el sonido de la música que me estaba dejando sorda, se queda en un segundo plano cuando se aleja.

—Los Bell me han contratado para que le haga las fotos a su bebé —sujeto la mochila y la pego al pecho, el sonido del aire con los árboles hace que se me erice la piel, y no pueda dejar de mirar a mi alrededor como una paranoica— Pero creo que me he equivocado de camino al volver, porque no he pasado por aquí en la vida.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora