27. Que vicio es mirarlo cuando sonríe

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A pesar de que son varias horas de vuelo, el viaje está siendo tranquilo y agradable

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A pesar de que son varias horas de vuelo, el viaje está siendo tranquilo y agradable. Bueno, si no contamos con que estamos los dos juntos, a solas, en un espacio reducido del que no puedo escapar, y que su mano lleva varias horas en el interior del muslo de mi pierna.

No pienso lavarme esa pierna nunca más. ¿Es una guarrada? Lo es, pero me da igual.

He conseguido dormir un par de horas, pero, aunque Caden no me lo ha dicho, sé que él no ha dormido ninguna. Parece relajado a simple vista, pero si te fijas bien en los detalles, puedes descubrir que en realidad lleva media hora con un tic nervioso en la sien, que la mano que no rodea mi pierna —la que aún lleva la pulsera amorfa que me hizo regalarle—, le tiembla ligeramente y por eso la mueve sin cesar, y que su respiración no es pausada y tranquila, sino todo lo contrario.

—¿Estás nervioso? —pregunto en un susurro.

—Buenos días —me acaricia el rostro con una sonrisa—. Has vuelto a roncar.

Le doy con la mano en el pecho para que deje de burlarse de mí.

—Es broma, ¿no? —tengo que asegurarme...

—Nunca lo sabrás —se regodea con una sonrisa traviesa que me acelera el corazón.

Lo miro con los ojos entrecerrados, reprimiendo una sonrisa y haciéndome la enfadada, pero finalmente no puedo evitar devolverle la sonrisa contagiada por su buen humor.

Me aclaro la garganta y retomo el tema.

—No me has respondido a la pregunta.

—¿Por qué iba a estar nervioso? —sube y baja el pulgar por el interior de mi pierna, consiguiendo que olvide hasta mi fecha de nacimiento.

Sé lo que hace, no va a decirme que lo está, pero no hace falta, porque soy una experta en Caden, y sé que necesita distracción para que deje de pensar en el partido, pero no podré hacer nada si es él quién me distrae a mí. Me muevo lo suficiente para que su mano se deslice por mi pierna hasta quedar sobre la rodilla, un punto que ahora mismo puedo controlar.

—Yo lo estoy... —me muerdo el labio, y sus ojos bajan directos a ese punto exacto— Quiero estar a la altura, sé que solo son dos partidos, pero esta es una gran oportunidad para mí.

—Lo harás genial.

—Lo sé —respondo coqueta—. No pienso desaprovechar la ocasión de sacar todos tus defectos a través de la cámara. No lo olvides.

Caden sonríe de lado con una expresión de picardía en la mirada.

—Entonces vas a tener mucho trabajo.

—Muchísimo... —aprieto los labios para no sonreír— Pero no sufras, me portaré bien y me convertiré en una auténtica hincha.

—¿Gritarás mi nombre hasta que me gire en tu dirección y me regales un suspiro? —su sonrisa se ensancha cada vez más.

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