28. No la voy a volver a soltar en toda la noche

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Una hora antes

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Una hora antes. 

Está siendo la rueda de prensa más larga de mi vida.

Tengo la cabeza en otra parte, no dejo de pensar en ella, en el tiempo que lleva fuera esperándonos, en sí estará bien, si la están cuidando tal y como me han prometido. No dejo de mirar la puerta, ese trozo de madera que nos separa, mientras los minutos pasan lentamente.

Debería estar contento, de hecho lo estoy, porque hacía tiempo que no jugaba tan bien, que nuestro equipo no jugaba tan bien, que nos movíamos en sintonía. No sé si ha sido el hecho de que estos últimos días me he movido por el campo como un alma en pena, o que el trato con Payton ha sido un gran aliciente para mí, pero hoy todo ha resultado sencillo, como si ella fuera nuestro amuleto.

Chris me da un codazo en la costillas de forma muy poco disimulada y me hace un gesto con la barbilla para que mire al frente, donde una morenaza está en pie con el micro en la mano, al parecer, esperando a que responda la pregunta que no he oído. Me come con los ojos, no pretende disimularlo, ya que sus labios carnosos se curvan de forma sensual, mostrando una perfecta dentadura blanca. Se acomoda el pelo sobre el hombro desnudo y pestañea coqueta. Resoplo mentalmente. No sé cómo esto me solía poner cachondo.

—¿Te importa repetir la pregunta? —me acomodo en la silla, incómodo por la forma en la que me mira, sin que a nadie parezca sorprenderle.

—Podemos repetir lo que me pidas —responde melosa, provocando varias carcajadas en los presentes— Como hemos podido comprobar durante el partido, has repetido el mismo gesto con cada uno de los puntos acumulados —cambia el tono a uno un poco más profesional, aunque aquí todos sepamos que no le han dado el trabajo por su gran talento periodístico— ¿Nos puedes explicar qué significa?

Me tomo unos segundos para pensar la respuesta, se levanta un murmullo entre los demás medios de comunicación, estoy seguro de que no es la única que ha querido hacer esa pregunta, pero al parecer, sí la más rápida.

—Quien tiene que saberlo ya lo sabe —respondo escueto.

Un chico flacucho con pinta de ser el becario se pone en pie a toda velocidad, consiguiendo ser el siguiente en hacer la pregunta.

—¿Podemos saber al menos si es para alguien especial?

No puedo evitar sonreír, es pensar en Payton y que el corazón me lata más rápido de lo normal. No sé qué narices me pasa, pero mis labios se mueven antes de que pueda pensar la respuesta.

—Ella es la persona más especial que he conocido nunca.

—¿Eso quiere decir que hay una «ella»? —pregunta el siguiente sin pedir turno de palabra.

—¿Podemos saber quién es ella?

—¿La conocemos?

Todos preguntan a la vez, convirtiendo esto en un patio de recreo. No logro escuchar nada de lo que dicen, todos hablan cada vez más alto, pisando al otro para llamar mi atención. Los encargados de la seguridad tardan varios minutos en poder recobrar la calma anterior, y que los medios de comunicación sigan con el turno de palabra establecido. El siguiente turno llama mi atención, y por los cuchicheos a mis costados, también el de mis compañeros. Megan Clark me mira desafiante. La conozco bien, no solo porque ha estado en mi cama, sino porque se la conoce por ser la periodista más sensual y despiadada. Siempre sabe qué preguntar o cómo hacer para averiguar los trapos sucios de los demás. Nunca la he temido porque sabía que haría lo posible por meterse bajo mis sabanas, pero ahora que lo ha conseguido, no estoy tan seguro de que nuestro pacto no verbal siga intacto.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora