34. Entonces sí es lo que parece

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Decir que estoy nerviosa sería mentir, y no es que me apetezca seguir mintiendo, porque últimamente es lo único que sé hacer

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Decir que estoy nerviosa sería mentir, y no es que me apetezca seguir mintiendo, porque últimamente es lo único que sé hacer. Mentir, mentir, mentir sin parar. Me tiemblan tanto las manos que ni siquiera soy capaz de sujetar la manguera con fuerza. No sé cómo llegué a aceptar esto, estoy segura de que podríamos haber conseguido el dinero de cualquier otra forma, pero lavar coches semi desnuda no ha sido la mejor idea que han tenido, aunque por suerte, tampoco la peor.

Apenas hemos llegado hace unos minutos. Jasmine se ha encargado de llenar Los Ángeles de carteles, de promocionarlo en sus redes sociales y de decírselo a todo el que se cruzaba en su camino. Winter ha comprado los productos de limpieza y ha conseguido que nos dejen la gasolinera más concurrida de la ciudad de forma completamente gratuita, si mi hermana no termina siendo jefa de estado, me sentiré terriblemente decepcionada con el país.

Las miro a ambas mientras colocan el cartel que anuncia la limpieza de coches, y termino de llenar todos los cubos que nos han facilitado. O mi hermana tiene un don para convencer a la gente, o es nuestro día de suerte, porque no acabo de entender que no nos hayan pedido nada a cambio, y que por si fuera poco, nos estén dando material para ayudarnos a lo que sea que estemos a punto de hacer.

No te voy a mentir, he visto miles de películas en las que las protagonistas femeninas, ese grupo de mujeres sexis y femeninas que dejan locos a los hombres, hacen de todo con el agua y el jabón menos lavar los coches, y que a pesar de terminar cubiertas de espuma, su aspecto es aún más sensual que al empezar, pero esto no es una película de Netflix, esto es la vida real, y ni soy sexi, ni voy a acabar mojada, ni voy a protagonizar una escena de esas que lo más importante es que la lencería se marque bajo la camiseta mojada.

Jasmine le pide al dueño de la gasolinera que suba la música, y esto empieza a parecer un botellón de jubilados y sus nietas. Los tres camioneros que hay a estas horas repostando, nos miran entre confusos y animados, intentando averiguar qué hacen tres jovencitas en falda de colegiala y camiseta blanca llenando cubos de agua y colocándolos en fila junto con jabón y esponjas.

Esto es ridículo. No va a aparecer nadie. Vamos a perder el tiempo y ni siquiera va a servir como anécdota. Me froto las sienes cuando siento a alguien a mi espalda, y a continuación, unos brazos rodeándome la cintura con cariño. Apoya la cabeza en mi hombro y se mantiene pegada a mi cuerpo hasta que consigo volver a respirar con normalidad.

—Podría reconocerte en cualquier parte del mundo solo por tu olor —mantengo los ojos cerrados, pero mucho más tranquila desde que siento su pecho en mi espalda.

—Es uno de mis dones.

—¿Oler bien? —me rio.

—Entre otras muchas cosas —responde coqueta— También soy la mejor amiga del mundo, y por eso sé que tienes que dejar de agobiarte y empezar a disfrutar.

—Jas... esto es ridículo —me aprieta un poco más contra su pecho y yo me dejo abrazar, porque es justo lo que necesito.

—Hacía mucho que no hacíamos cosas juntas —se mueve al ritmo de la música, meneando mi cuerpo junto al suyo— Y mucho menos tan divertidas.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora