Estoy nerviosa. Mucho. Tanto que no he conseguido decir más de un par de palabras en toda la noche. Menos mal que Chris me ha sacado de ahí para entretenerme viendo un enorme estanque de peces de lo más extraño en el patio del restaurante. No sé por qué lo ha hecho, ni como sabía que necesitaba pensar en otra cosa o tendría un ataque de pánico, pero gracias a él, he olvidado por unos minutos dónde estaba, con quiénes y qué va a suponer que esas imágenes salgan a la luz y Jenna las vea.
Me niego a seguir pensando. Caden ha dicho que lo arreglaría. Confío en él. Además, su mano no ha soltado la mía desde que hemos bajado del Suv de alquiler. Ahora toda mi capacidad para pensar está puesta en ese detalle de nada. La yema de sus dedos se mueve en movimientos circulares. Siento varias descargas eléctricas subiendo por todo el brazo. Nos adentramos en la fiesta. Nada es como imaginaba. Si entrase una persona más no se podría cerrar la puerta. Es casi imposible moverse por aquí. No son solo los dos equipos del partido, sino que hay medio Chicago aquí dentro.
Aprieto la mano de Caden cuando intentamos pasar por delante de la gente, haciéndonos hueco como podemos. El lado positivo de todo esto, es que hay tanta gente aquí dentro que será imposible que alguien se fije en mí, aunque vaya de la mano del capitán de Los Rams. La parte negativa. Todo lo demás.
Odio las fiestas. No me gustan las multitudes. Y mucho menos llamar la atención. Pero solo le ha bastado decirme que no quería que viniera para cometer el error más tonto de todos. Incumplir todas y cada una de mis reglas.
Hay gente en el jardín, dentro, en las escaleras. La música retumba en las paredes, hay alcohol por todas partes y la única iluminación son unas luces de colores que me están provocando jaqueca. No he ido a muchas fiestas, pero esto sin duda, es una en toda regla.
Conseguimos llegar hasta la zona que llaman «cocina», aunque es más bien una especie de almacén para bebidas alcohólicas, dónde puedes rellenar tu vaso con el líquido menos asqueroso. Niego con la cabeza cuando Caden me ofrece un vaso. Miro a mi alrededor, sintiéndome completamente fuera de lugar. Rodeada de gente, pero a salvo junto a él. Su mano no ha soltado la mía todavía. Intento dejar de pensar en eso, pero es complicado cuando un suave cosquilleo que empieza donde nos tocamos sube lentamente por mi brazo y baja al centro de mi estómago.
Me pego más a él cuando un grupo pasa por mi lado y me arrolla como si no existiera. Caden me rodea la espalda con la otra mano hasta que choco con su pecho, protegiéndome de los borrachos que pasan sin mirar.
—¿Estás bien? —pregunta bajito, muy cerca de mi cuello.
Asiento en silencio y saco la cabeza del hueco entre su hombro y su cuello para mirarle. Las pulsaciones se revolucionan cuando conecto con sus ojos, los más azules que he visto en la vida, con una mezcla de tonalidades preciosa. Estamos cerca, tan cerca que debería sentirse incómodo, porque tan solo soy la amiga de su hermana pequeña, a la que ha besado, y la que no puede dejar de pensar en ese beso y en las ganas de que se repita. Mis ojos se deslizan hasta sus labios y un pequeño suspiro se escapa de mi boca. Espero que no lo haya escuchado con la música pop que suena por toda la fiesta.
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Seduce Me
RomanceMujeriego, inalcanzable y comedido. ÉL es jugador profesional de fútbol americano en Los Ángeles, con dos únicas reglas que dictan su destino: proteger y guiar al equipo como capitán y no involucrarse sentimentalmente con nadie. Y nunca ha pensado e...