45. Te vas a arrepentir de tus propias palabras

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Llevo toda la mañana pintando mientras Caden duerme en el dormitorio

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Llevo toda la mañana pintando mientras Caden duerme en el dormitorio. Me he despertado prácticamente al alba, y no porque se duerma mal en un colchón de miles de dólares junto al hombre más guapo del mundo, sino porque el hormigueo que siento en los dedos me ha obligado a sacar el lienzo y terminar la obra número seis.

¡YA SOLO ME QUEDA LA ÚLTIMA!

Caden ha preparado una de las salas del jardín para mí. No sé dónde ha mandado las cajas que había repartidas, pero ahora es mi lugar de respiro, dónde puedo ser yo misma, dónde el aroma a pintura me hace volar lejos de aquí, dónde nadie puede hacerme daño.

No le he dejado entrar, ni una sola vez desde que vengo a su casa a pintar. No quiero que vea las pinturas, quiero que sea una sorpresa, que las vea todas juntas, las siete al completo, colgadas de las paredes de la galería, aunque no gane, aunque no las presenten, aunque nadie más que él las vaya a ver.

Comprobar lo que han evolucionado los bocetos iniciales, como me han ayudado los consejos de mi profesora y como he dejado que las pinceladas hablen por mí, hace que me sienta orgullosa, una sensación completamente nueva para mí.

Tengo la música tan alta que apenas soy consciente de unos pasos acercarse a mí hasta que siento su presencia de frente, apoyado en el marco de la puerta con una sonrisa que encandilaría a cualquiera.

—Hola guapo.

—Hola guapa —sonríe con cara de dormido—. ¿Por qué no estás conmigo en la cama?

—Urgencia artística —me muerdo el labio.

—¿Puedo mirar?

—¿A mí o a la pintura? —sonrío coqueta.

—¿Puedo a ambas?

—A mí sí —me hago de rogar—. La pintura no.

—¿No me vas a dar ningún adelanto? —me hace ojitos, unos que son imposible resistirse.

—Las verás en la galería —respondo con todo mi esfuerzo por no caer rendida bajo sus encantos.

—Pensaba que el hecho de ser tu novio me daría alguna ventaja frente a los demás —sonríe lobuno.

No puedo evitar sonrojarme al escuchar decir que es mi novio con tanta naturalidad. Caden. Mi Caden. Siendo mi novio. ¿Esto es real?

—Me resulta fascinante que te sonrojes por la palabra «novio» y no por todo lo que te hice anoche con la boca.

Si hace un par de segundos me había sonrojado, ahora debo parecer el señor Tomato. ¿Por qué tiene que ser tan descarado?

—Te odio.

—Menos mal que yo te quiero suficiente por los dos —me guiña el ojo— ¿Puedes hacer un descanso para desayunar juntos?

Mis tripas rugen como respuesta.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora