22. Hoy mandas tú

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Nunca me ha gustado que me miren, siempre he preferido ser invisible, quedar en un segundo plano y que otros recibieran el foco protagonista

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Nunca me ha gustado que me miren, siempre he preferido ser invisible, quedar en un segundo plano y que otros recibieran el foco protagonista. Todo es mucho más sencillo cuando no saben que existes. Pero con Caden todo ha sido diferente, siempre he intentado llamar su atención, desde que tengo uso de razón, mi corazón le ha pertenecido. Siempre he sido suya. Aunque él nunca ha sido mío.

—¿Te molesta si te observo? —pregunta en apenas un susurro, como si creyera que su voz pudiera romper mi concentración. Reprimo una sonrisa para que no la vea, y sigo mezclando los colores y deslizando el pincel sobre el lienzo, dejándome llevar por la pintura mientras siento sus ojos en mi espalda— No quiero desconcentrarte, pero siempre me ha parecido muy interesante este tema, y si no te importa...

Sus palabras quedan en el aire. Me giro para mirarle y descubrir por qué ha dejado de hablar. Podría haber pensado cualquier cosa antes de lo que mis ojos descubren al quedar de frente. Caden me mira avergonzado, con las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes. Me observa detenidamente, como si verme pintar fuera lo más increíble que ha visto jamás.

Desde esta perspectiva las luces y las sombras proyectan en su rostro como una obra de arte. Un cosquilleo me recorre la mano hasta la punta de los dedos. Aprieto el pincel tan fuerte que tengo miedo de romperlo. Aparto la mirada de la suya y me aclaro la garganta antes de hablar.

—Me gusta que me mires —vuelvo a concentrarme en mi pintura, aunque ahora hay una sola imagen dando tumbos en mi cabeza y mis dedos quieren plasmarla en el lienzo a toda costa— Es decir, que no me importa— aclaro nerviosa.

—¿Te gusta que te mire o no te importa? —pregunta socarrón— Hay una gran diferencia entre ambas.

—Me gusta —me muerdo el labio, manteniéndome de espaldas a él.

—No conocía esta faceta tuya —su voz suena cada vez más cerca, me mantengo firme, con el pincel en la mano, aunque no sea capaz de moverlo.

Siento la yema de sus dedos en mi hombro. Me aparta varios mechones para dejar la zona del cuello al descubierto. Me acaricia la piel desnuda con el pulgar, recorriendo el perfil desde la oreja hasta el hombro. Giro la cabeza hacia su rostro. La punta de su nariz me roza el cuello. Cierro los ojos como acto reflejo cuando se me endurecen los pezones. Siento mi cara arder a cada segundo que pasa.

—¿Q-qué faceta? —pregunto nerviosa.

—La de sentirte observada —murmura cerca de mi oreja.

Me giro al completo para quedarme de frente. Lo hago tan brusco que su rostro queda pegado al mío. Estamos tan cerca que puedo sentir la punta de su nariz rozando la mía. No se aparta, no actúa como pensé que haría, sino que desliza la mano por mi cuello y termina por pegar nuestras narices.

—Solo me gusta si lo haces tú... —respondo con un hilo de voz.

Sus ojos me miran de una forma completamente diferente. Jamás he sentido tal intensidad en unos ojos. Nunca antes nadie me ha mirado de esta forma, y eso me aterra, porque la sensación me gusta y me confunde a partes iguales. Es Caden. Es el hermano de mi mejor amiga. Es jugador profesional. Es el chico misterioso de mis llamadas. Aparto la mirada y me centro en mis rodillas. Su mano sigue pegada a mi rostro, mientras me acaricia de forma inconsciente la mandíbula y revolotean las mariposas de mi interior. No soporto mirarle, no soporto la idea de perderlo, de alejarme, de no ser suya.

Seduce MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora