10. Shae

152 14 3
                                    

Recostada en la que ahora es mi cama, mis ojos no dejan de ir de un lado al otro del techo. Giro para un lado, Giro para el otro. Me pongo boca abajo. No logro quedarme quieta.

No quiero estar aquí.

No aquí en lo de Nico, sino aquí, en este cuarto. No sé si quiero dormir sola esta noche, pero cuando salí de la bañera tras el baño que Nico me preparó me pareció la opción más razonable. No sabía si era sensato pasar la noche con Nico. No sabía si me estaba apresurando en algo que quizás él quisiera llevar más lento.

Vuelvo a girar en la cama. Me siento y abrazo mis piernas. Miro a mi alrededor y una sensación de soledad me invade.

Y no lo tolero más.

Salgo de la cama y me encamino hacia su habitación vestida solo con su remera y sus bóxers. Mis pies se aferran a la alfombra con cada paso que doy, pero igual sigo mi instinto. Subo la escalera. Me paro frente a su puerta y respiro.

Mi mano se acerca a la puerta en forma de puño, lista para golpear. Pero se queda inmóvil. No logro hacerlo. Bajo mi mano y lo intento nuevamente. Un sentimiento raro me invade.

¿Y esto es demasiado? ¿Y si lo ofendo? ¿Y si en realidad no está loco por mí y solo le di lástima? Me alejo un paso de la puerta. Giro para irme por donde vine. Camino dos pasos y me arrepiento. Vuelvo a ese lugar frente a la puerta. Cierro los ojos y cuando estoy a punto de golpear, la puerta se abre.

Nico me mira sorprendido, pero una sonrisa enseguida se apodera de él.

—¿Hola?

—Hola —le digo, regalándole una media sonrisa mientras me encojo de hombros.

—¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

—Yo... no... —Balanceo mi peso de una pierna a la otra—. Mejor me voy.

Giro sobre mis talones para irme y siento un brazo que se apodera de mi cintura, tirándome hacia atrás. Chillo divertida mientras Nico me lleva a su cama y me besa la mejilla y el cuello.

Se arrodilla con una pierna a cada lado de mi cuerpo y me besa, llevando mis manos por encima de mi cabeza, aprisionándolas.

—¿Qué paso?

—Nada —le digo con una sonrisa—. Me sentía sola.

Me sonríe y me besa de nuevo. Se aleja un poco de mí y empieza a desabrocharse la camisa.

—Quédate aquí todo lo que quieras, nena—. Vuelve a mí para darme un beso rápido y se encamina hacia el baño—. Me voy a duchar. —Sonríe de manera picarona.

—De acuerdo.

Nico se saca la camisa y deja a descubierto su torso y espalda. La imagen de los músculos de sus brazos se quedará tatuada en mi mente por siempre. Me muerdo el labio sin que me vea, mientras una corriente de excitación corre a través de mi cuerpo. Mi mente solo está gritando que vaya y me meta en la ducha con él.

Escucho el agua que comienza a correr y cómo el ruido se interrumpe cuando él se mete dentro. Algo dentro mío está buscando el coraje que tengo guardado en algún lugar de mi mente y lo saca a flote, porque me pongo de pie y me saco la remera, quedándome solo con la tanga puesta.

En cualquier otra situación, que mis senos estén expuestos hubiese provocado que automáticamente cruzara los brazos sobre ellos. Ahora no me interesa, camino derecha hacia el baño y me paro frente a la mampara de vidrio. Nico está lavándose la cara y por ende no me ve, pero yo sí. Lo veo todo. El torso tonificado con los abdominales bien marcados, la V que marca el camino hacia su hombría. Su sexo, no parado del todo, pero bastante duro logra que trague con dificultad. Sus piernas musculosas y marcadas son un delirio a la vista.

Nico abre los ojos luego de enjuagarse la cara y cuando me ve, pasa de una expresión de sorpresa a una sonrisa cargada de lascivia. Abre la puerta para dejarme entrar y de inmediato me mete bajo la ducha. El agua resbala por mi cuerpo al igual que sus ojos.

Dios, nena. Sos tan hermosa... simplemente preciosa. Podría mirarte todo el día. —Me besa y recorre con su boca mi mandíbula y mi cuello, mientras sus brazos rodean mi cintura y me pega más contra él.

—No sé lo que estás diciendo, pero me excita mucho —escucharlo hablar en español es simplemente erótico. Nico se ríe y me vuelve a besar.

—Dije que... —Comienza a traducir mientras se agacha un poco y se lleva uno de mis pechos a la boca. Le da una lamida rápida al pezón y luego lo acaricia de forma lenta con la lengua—. Que eres simplemente preciosa. —Toma mi otro pecho y hace lo mismo—. Y que podría mirarte todo el día.

Sonrío e inclino la cabeza hacia atrás. Dios, me encanta cómo se siente él contra mi piel. Su tacto... Sus labios... Su lengua. Todos y cada uno de sus movimientos provoca una oleada de placer que me recorre hasta llegar a mi sexo y enloquecerme. Baja por mi cuerpo dejando un camino de besos marcados en mi piel y llega a mis bragas. Se levanta y juega con su dedo a lo largo de la tela de mi tanga.

—Aunque me muera por arrancarte esta cosita del cuerpo... —Sonríe y me besa—. No tenemos que hacer nada que no quieras, de verdad. Entiendo si quieres ir a otro ritmo. —Le sonrío y lo beso enloquecida por su dulzura. Nico tiene la mezcla justa de travieso y cariñoso.

—Hazme tuya esta noche —le digo, casi suplicando.

Respira profundo. Puedo ver como su pecho se infla y sus ojos se oscurecen, llenos de deseo y lujuria. Me levanta por los muslos y me hace rodear su cintura con las piernas. Me besa de nuevo, invadiendo mi boca con su lengua que se mueve invitando a la mía a bailar. Muevo mis manos alrededor de su pelo, jugando con él. Me empuja un poco hacia arriba y vuelve a tomar mis pechos en su boca... Lamiendo uno y otro... Mordiéndolos con suavidad.

Utiliza una mano para acomodar su miembro para penetrarme. Sus ojos buscan en los míos confirmación. Lo tomo por el mentón y le plasmo un beso, al tiempo que corre mi tanga hacia un costado y su virilidad invade mi interior, arrancándome un gemido de la garganta.

—Dime que eres mía —Corto el beso y lo miro desconcertada—. Dime que eres mía. Haz que mi sueño se haga realidad y yo haré realidad todos los tuyo. Te voy a dar todo de mí y del mundo.

«Oh, Dios».

Respiro hondo mientras cierro los ojos un segundo. No lo merezco para nada.

—Nick, Te mereces más. Te mereces a alguien que no esté tan jodida y que pueda hacerte feliz.

—¿Jodida?

Sigo abrazada a su cintura con mis piernas y su hombría me está enloqueciendo mientras me agarra por el culo. Este es el momento más intenso de mi vida, y el más íntimo también. Después de tres años con Devin, dos de los cuales fueron más golpes que caricias, creo que nunca tuve una intimidad con tanta conexión como ahora.

Nico sigue mirándome de forma interrogativa.

—No me importa tu pasado Shae. —Me clava la mirada—. Quiero decir... Me importa porque quiero conocerte. Quiero saber todo sobre ti... Pero eso no modifica nada de esto. —Sale de mí, lo cual me entristece. Me pone de nuevo en pie—. Lo que me importa es el hoy y el futuro. Y hoy tengo a la mujer más maravillosa, hermosa y sexy del mundo frente a mí. —Sonríe—. Y está desnuda... y me pide que la haga mía. —Me besa—. Y lo haré... Te voy a hacer el amor y te voy a demostrar que no me importa que estés jodida. Resolveremos lo que se interponga en el camino. —Me besa de nuevo—. Si me dejas.

Las lágrimas corren por mi cara. Comienza a besarlas mientras caen.

—Déjame amarte, Shae. Déjame darte todo el amor que vengo guardando desde que te conocí.

Le agarro el mentón con una mano y la otra va a su cuello. Lo beso apasionadamente, demostrándole que lo quiero. Quiero todo lo que acaba de prometer. Todo lo que esperaba encontrar algún día, y que él me ofrece ahora mismo.

—Dime que eres mía, que esto no es un sueño.

—Soy tuya, tuya por completo.

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora