12. Danna

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Realmente no sé qué está pasando conmigo. Siento que todo mi cuerpo arde por dentro. ¿Cómo es posible que me haya hecho acabar así en el auto? Sólo con su dedo... Dios. ¿Quién soy? La Danna que fui siempre no dejaría que un chico la dominara así. Sin embargo, con Aiden, mi instinto me dice que lo deje dominarme cuando quiera.

Mi tanga está empapada. Creo que debe haber pasado un año desde que me acosté con alguien. Y por supuesto que puedo hacerme acabar yo sola, pero... su tacto. Sus dedos contra mi centro de placer...

Suspiro profundo.

«¿Tanto tiempo?»

Desde que bajamos del auto Aiden me tiene con mi espalda contra su cuerpo y me besa el cuello provocando electricidad en todo mi cuerpo. Intento abrir la puerta del edificio al mismo tiempo que él me tortura con pequeños mordiscos, desde el lóbulo de la oreja hasta el hombro. Gimoteo. No puedo concentrarme.

—La puerta...

Se ríe y me quita las llaves de la mano. No deja de besarme mientras abre. Su otra mano en mi vientre. Su pene duro atrapado bajo sus vaqueros apuñala mi culo. Cerramos la puerta, me gira y me acorrala contra los ladrillos del hall. Lo siento, duro, presionando contra mí. Estoy literal entre la «espada» y la pared.

Avanzamos por el pasillo besándonos. Mis manos se agarran a su pelo y solo lo suelto para llamar el ascensor. Tenemos un viaje de cinco pisos. Una vez dentro me separo un poco de él para pulsar el botón y que el ascensor se cierre. Me empuja contra la pared de este y llevando una mano por debajo de mi camiseta empieza a tocarme los pezones. Su boca pasa de mi cuello a mi boca y me besa. Baja su mano hasta mi culo y agarrándolo, me hace saltar sobre él y envolverlo con mis piernas.

Dios. Lo necesito. Necesito que me coja.

La puerta del ascensor se abre y una vez que salimos de él, Aiden me pone de nuevo en pie. Me da la vuelta para que tenga la espalda pegada a él. Me da las llaves y empieza a desabrocharme los vaqueros e introduce su mano dentro mientras me besa el cuello. Frota su mano sobre mis bragas.

—Aiden... —Inhalo profundamente—. ¡Aiden! —No me presta atención—. —Aiden, no puedo abrir la puerta si me estás tocando así —gimo en su oreja.

Se ríe y ese sonido es mi nueva canción favorita. Tiene una risa contagiosa.

—¿No puedes concentrarte?

—No. —Se me escapa una risita. Giro mi rostro para verlo y el aprovecha para besarme en los labios—. Me provocas un montón de electricidad por todo el cuerpo, mi cerebro no puede procesar todo —presiona su bulto contra mi trasero para desconcentrarme aún más.

—Tendremos que hacer algo al respecto. —Sigue besando mi cuello y murmura—. ¿Cuál es la llave?

Se la doy y mientras me toca de nuevo con su mano izquierda bajo mis vaqueros por encima de las bragas, abre la puerta al tiempo que me besa y mordisquea el cuello.

Una vez que estamos dentro me vuelve a aprisionar contra la pared. Mi rostro termina estampado, con delicadeza, contra la puerta mientras él me muerde el cuello y su dedo gira alrededor de mi clítoris.

Tiro la cartera al piso y apoyo las manos contra la puerta. La mano libre de Aiden sube a mi pecho y lo masajea mientras me sigue tocando. Mi cuerpo se tensiona ante su tacto. Mi sexo se contrae encantado mientras Aiden aumenta la velocidad contra mi centro de placer. Oleadas de electricidad se apoderan de mí y acabo con un gemido que hace que Aiden me gire y me coma la boca.

Cuando logro recobrar el aire agarro su mano y lo guio, casi corriendo hacia el dormitorio. Su sonrisa va de una oreja a la otra.

Al entrar, cierro la puerta y le echo el cerrojo. Lo miro sonriendo.

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora